Ya comienzan a conocerse nombres y las carteras que ocuparán en el próximo Gobierno que quedará compuesto en su totalidad la próxima semana. Ahora, falta saber si las opciones más radicales en algunas materias tendrán más espacio que las moderadas. Dependiendo de ello, las decisiones serán más o menos agresivas, más o menos preocupantes y más o menos inesperadas.
En el ámbito económico, las previsiones de la CEOE representan un pequeño desastre de lo más desalentador. Si se materializan las medidas que aparecen en el documento firmado por Unidas Podemos Y PSOE, el déficit sufrirá una desviación de alrededor de 12.000 millones de euros. Eso, dicho de otro modo, significa que el déficit se colocará por encima del 3 por ciento del PIB. Por tanto, según los cálculos de los empresarios españoles, si se aplican las medidas anunciadas, España estará en una posición de clara debilidad y desventaja respecto al resto de países de la UE, algo parecido a lo que ya se vivió durante la última crisis económica. Por otra parte, el pacto europeo de estabilidad hay que cumplirlo y no hacerlo supone que, desde Bruselas, comiencen las presiones y una vigilancia exhaustiva.
Una cosa es un mensaje electoralista y otra bien distinta la forma de traducir ese mensaje a términos ajustados a la realidad y a lo posible. Por ejemplo, todo el mundo sabe que el gasto público, tal y como están las cosas, necesita de un control férreo por parte de los Gobiernos. Por ello, es necesario que el de España tenga claras las consecuencias de sus decisiones. Si se eleva el salario mínimo profesional hay que conocer el impacto que esa subida tendrá en las arcas públicas. Podría parecer que una medida como esta solo afecta a la empresa privada, pero no es cierto. Los empleados públicos tendrán los mismos derechos y eso significará un mayor gasto. Es solo un ejemplo.
El intervencionismo que parece acechar, lo radical de algunas propuestas y una debilidad parlamentaria que ya ha generado facturas abultadas antes de iniciarse la legislatura, no son nada tranquilizadoras. Y si algo es necesario es una estabilidad económica que permita afianzar seguridades entre los inversores, empresarios y consumidores.