La situación en China ha mejorado ostensiblemente.
La situación en Italia, aunque sigue siendo crítica, parece que deja espacio a la esperanza y todo indica que es muy posible que ya haya pasado lo peor.
La situación en España es terrible, pero se superará porque el pico de la epidemia está muy cerca, porque el sistema sanitario español está demostrando ser uno de los mejores del mundo y porque el pueblo español ha entendido lo que está pasando y, salvo las excepciones que siempre se producen en estos casos, está teniendo un comportamiento ejemplar. España superará está crisis porque, además, decenas de miles de personas siguen trabajando para mantener los motores al ralentí, pero encendidos. En las oficinas también están los héroes; y en las fábricas, y en las obras, y en los supermercados, y en las calles mientras barren... No hace falta decir que los militares, los policías y los miembros de la Guardia Civil, están siendo esenciales en el plan que el Gobierno de España ha puesto en funcionamiento para sacar adelante el país.
Sin embargo, el planeta es enorme y la pandemia sigue viva y, en este momento, se extiende por prácticamente todos los países del mundo. Según la OMS el próximo epicentro de esta crisis sin precedentes lo encontraremos en Estados Unidos. Aunque las noticias más preocupantes llegan desde África y Sudamérica, desde países del Oriente Medio que carecen de sistemas sanitarios robustos, de buena parte de Asia. Son muchos los países que tendrán que pelear con el coronavirus sin tener medios. Nunca sabremos el alcance exacto de esta pandemia en gran parte del planeta aunque intuimos que será brutal y carísimo si tenemos en cuenta las vidas humanas que se perderán.
Por otra parte, algunos mandatarios de esos países, siguen hablando del coronavirus como si se tratase de una pequeña gripe o un resfriado; otros dicen estar protegidos por santos o vírgenes; y alguno se niega a parar su país porque dice que eso no puede ser pase lo que pase. Su irresponsabilidad es tan abrumadora que produce vértigo saber que cientos de millones de personas están en sus manos.
Hay que prepararse para, una vez que hayamos superado la situación, realizar un ejercicio de solidaridad con los que van a sufrir la pandemia después de nosotros. Ya hemos demostrado que somos capaces de hacerlo en casa. Hay que seguir empatizando con los seres humanos de todo el planeta. Sin descanso.