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Don Juan Carlos I. / EFE
Durante casi cuarenta años, la labor del Rey Juan Carlos I ha sido de gran importancia para España. El Rey Emérito se convirtió, a base de un gran esfuerzo dentro y fuera de nuestras fronteras, en un excelente embajador de España, en la persona que mejor ha transmitido los valores de nuestra democracia por todo el mundo. La España moderna y libre no ha tenido mejor mensajero que el Rey Juan Carlos I.
Es innegable que, en la actualidad, existen asuntos que pudieran enturbiar la imagen y la vida privada de Juan Carlos I, pero su labor durante estas cuatro décadas no puede olvidarse ni envolverse en escándalo alguno. Entre otras cosas, porque la presunción de inocencia es la misma para los monarcas que para un ciudadano cualquiera.
El curso de la Justicia es el que es y en este momento todo lo que sucede alrededor del Rey Emérito es lo que debe suceder. Eso es tan cierto como que Juan Carlos I no se encuentra inmerso en proceso judicial alguno. Eso significa que no ha huido de nada ni de nadie al salir de España. Otra cosa es que, tal vez, hubiera sido mucho más deseable que estuviera residiendo en España para no generar dudas ni debates estériles que son tan contrarios a la Corona española.
En cualquier caso, posiciones como la de Pablo Iglesias que señala sin pudor a Juan Carlos I y a la Monarquía española como si fueran la razón de grandes males, es inaceptable e impropia de alguien que tiene un sillón reservado en el Consejo de Ministros. Hay que recordar al señor Iglesias lo que significa escapar y lo que es la presunción de inocencia dentro del Estado de derecho español.
El Gobierno de Sánchez se construyó con el apoyo de Unidas Podemos. Y se sostiene gracias a grupos independentistas que no tienen problema alguno en proclamarse antimonárquicos y proclamar repúblicas imaginarias e ilegales. Pedro Sánchez debe retirarse y buscar acuerdos de otro tipo. Si sigue empeñado en los actuales los problemas que lleguen serán tan grandes como peligrosos.