El consenso en la comunidad educativa parece una entelequia desde que llegó la democracia a España. Antes no era necesario puesto que todo era impuesto, pero, ahora, sí lo debería ser puesto que sin ese consenso las cosas se hacen imposibles. Tan necesario como deseado.
Sin embargo, en una cosa sí parece que exista un amplio acuerdo: la sociedad actual no puede asumir un sistema educativo basado en el uso de la memoria y la acumulación de datos aprendidos sin que las habilidades del alumno progresen para que esos conocimientos se puedan aplicar de forma práctica.
La reforma del currículo prevista en la Lomloe parece que quiere transitar esos caminos que busquen el desarrollo integral del alumno y no de su memoria exclusivamente. Resolver problemas o trabajar en solitario o aprender materias convertidas en islotes sin conexión con el resto de conocimientos, ha quedado obsoleto. Se trata de aprender pensando, de cooperar en el ámbito de la enseñanza para conseguir un resultado excelente y comprobar que todas las materias forman parte de un conocimiento global que en las sociedades actuales será imprescindible.
El proyecto de reforma prevé que puedan convivir dos profesores en el mismo aula para aliviar la carga de un número excesivo de alumnos o una autonomía importante para que cada centro aplique la norma de modo que se adapte a su realidad. Toca que el Ministerio logre que los medios, para que esta reforma sea eficaz, se pongan a disposición de los centros educativos.