Los mensajes contradictorios suelen causar efectos muy negativos. Actualmente, escuchamos decir a los políticos que la fase de desescalada ha comenzado. Pero, por otra parte y al mismo tiempo, escuchamos que debemos extremar las precauciones, que la pandemia está lejos de acabar, que los peligros de contagio siguen siendo muy altos y que, así, posiblemente vayamos a rebrotes de la epidemia sin conocer la intensidad que tendrán. El presidente insiste en que es necesaria una prórroga del estado de alarma porque de otro modo viviremos instalados en el caos; y Pablo Echenique señala al PP como causante de miles de muertos si no apoya esa prórroga. Y los ciudadanos entienden lo que pueden y toman decisiones como pueden.
Cualquier persona hubiera pensado que, dadas las circunstancias, los líderes políticos se sentarían para llegar a acuerdos y dibujar estrategias comunes puesto que la salud y el futuro de los españoles lo merece. Sin embargo, nos hemos encontrado con tacticismo, con el atrincheramiento en los extremos de unos y de otros, la negativa por sistema y el querer erosionar antes que ayudar.
Podemos y Vox ni se plantean pactar entre ellos. Pero tampoco con PP y PSOE. Y PP y PSOE están dejando escapar una oportunidad histórica para demostrar que pactar buscando el bien común es necesario y saludable. Haber afrontado esta crisis estando unidos hubiera sido un ejercicio democrático de altos vuelos.
Los españoles, sin embargo, estamos condenados a seguir asistiendo a encontronazos, amenazas y chantajes que resultan vergonzosos. ¿Hasta cuándo, señores, hasta cuándo?