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Salvajes contra el deporte

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24 nov 2016 / 07:18 h - Actualizado: 24 nov 2016 / 07:18 h.
"Fútbol","Sevilla FC","Ultras"
  • Salvajes contra el deporte

Otra vez más, la violencia alrededor del deporte, concretamente del fútbol, es la protagonista. Otra vez más, una banda de delincuentes y salvajes han utilizado uno de los deportes más bello y apasionante para dar rienda suelta a su extremismo político, a su agresividad y a un odio difícil de entender. Otra vez más, el enfrentamiento deportivo entre dos equipos de fútbol se ha convertido en una guerra entre bandas que utilizan las redes sociales, el Whatsapp y los foros en internet, para organizarse en grupos de una gran violencia estúpida e imposible de entender. Otra vez el fútbol es víctima de unos pocos. Y otra vez nos vemos diciendo ‘otra vez’ para referirnos a un problema que debería atajarse hasta hacerlo desaparecer.

Es un error hablar de las distintas hinchadas de los equipos sevillanos. Los aficionados del Sevilla o del Betis están al margen de cualquier tipo de violencia, se avergüenzan cuando escuchan cánticos insultantes, racistas, xenófobos o machistas, entonados en las gradas de los estadios. Los aficionados, que cada día se piensan si deben seguir acudiendo a los partidos acompañados por niños porque piensan que corren peligro y prefieren evitar que los pequeños experimenten situaciones violentas en todos los sentidos, sienten vergüenza al comprobar que tienen muy cerca de su localidad en la grada a un grupo de personas que disfrutan mostrando símbolos nazis y son la cara más agria de la sociedad. Los aficionados saben que enfrentamientos como los que se han vivido últimamente en Sevilla les impide viajar a ver a su equipo en otras ciudades pensando que allí les espera otro grupo uniformado con las camisetas del equipo contrario y con ganas de venganza.

La imagen de los clubes se ve dañada. Y del mismo modo que en Sevilla nos conmociona ver a los hinchas de un equipo polaco destrozando los bares de una ciudad alemana, en el resto de Europa miran estupefactos la pantalla del televisor viendo a treinta o cuarenta salvajes de Sevilla destrozando un bar y golpeando brutalmente a otras personas. La imagen de los clubes se ve dañada, pero lo que es fatal es que la imagen de Sevilla se desmorona con estas salvajadas. Y no hace falta decir que Sevilla no es las peleas entre cafres, ni una ciudad que no pueda visitarse sin peligro a verse envuelto en una trifulca de estas características. Sevilla algo muy distinto y no merece algo así.

El fútbol no es violencia. El fútbol es deporte.

Hay razones suficientes para exigir que se tomen las medidas oportunas para que los violentos desaparezcan de los campos de fútbol, para que la tolerancia sea nula a la hora de identificarlos, castigarlos e impedir que pisen un campo de juego de por vida. Hay razones suficientes para pedir a los clubes que no den facilidades a esos que tienen la violencia como compañera de viaje. Si ellos son los que más animan en el campo habrá que jugar sin cánticos y ganar los partidos jugando al fútbol. Solo jugando al fútbol. Tal vez, incluso hay razones suficientes como para retirarse de una competición si esta se va a convertir en motivo de sufrimiento o si va a ser la razón por la que la imagen de la ciudad se deteriore sin remedio.

El fútbol no puede ser violencia. El fútbol solo puede ser deporte.