Comienza a ser una preocupación general entre los sevillanos la falta de seguridad que se vive, a diario, en buena parte de la ciudad. Tanto las personas como las cosas parecen estar en situación de peligro.
Hace unos días, una docena de asociaciones y entidades reclamaban, en Sevilla, una mayor presencia policial en Centro y Macarena. Existen puntos negros en la ciudad en los que los problemas de seguridad ciudadana forman ya parte del entorno. El Pumarejo podría ser un ejemplo arquetípico de esta situación. También, hace unos días, los sevillanos descubrimos con cierto estupor que es posible destrozar, con facilidad, parte del patrimonio de nuestra ciudad. Los daños causados a la Cruz de la Inquisición es un asunto sangrante al estar ubicada esa cruz en la propia casa consistorial. En Sevilla, algunos barrios arrastran, desde hace muchos años, problemas de seguridad ciudadana. Y todo esto, sencillamente, no puede ser.
El ayuntamiento de una ciudad como es la capital hispalense debe garantizar la seguridad y debe hacerlo de forma prioritaria. ¿De qué sirve cualquier esfuerzo si los sevillanos y sus visitantes no pueden caminar por la ciudad sin temor? ¿Cómo es posible pensar en aplicar tasas turísticas sin garantizar servicios básicos como una limpieza exquisita o la seguridad a las personas?.
Llegar a la excelencia como ciudad requiere que lo esencial esté resuelto. Al menos eso. Ayuntamiento y Junta de Andalucía deben esforzarse en trabajar buscando objetivos comunes y el bien de todos y olvidando, al mismo tiempo, rencillas políticas o informes particulares.