España, a finales de este año tan sombrío, tendrá colocada más de un 30 por ciento de su deuda en el Banco Central Europeo. Eso es algo que dicho de este modo puede no significar gran cosa para los ciudadanos, pero es un dato absolutamente preocupante y una carga para el país desmesurada.
El BCE ha ido comprando deuda española para que nuestra economía no colapsara y, así, se ha producido una especie de rescate. Se puede llamar con otro nombre, pero si un banco de estas características y con vocación solidaria adquiere esas cantidades, significa que hubiera sido imposible asumir la situación por parte del Gobierno de España y que, lo que es todavía peor, llegará el momento en que el BCE deje de comprar esa enorme cantidad de deuda y tenga que recurrirse a los mercados que no son tan solidarios y lo que quieren es su dinero y su rentabilidad. La deuda española y su déficit es tan extraordinario que nunca antes se había alcanzado ese nivel en tiempos de paz.
En España se ha gastado mucho dinero antes de esta pandemia y, sobre todo, durante la misma. Seguramente, en estos últimos meses esté justificado un gasto extra y muy elevado. Pero esto que se gasta ahora habrá que pagarlo después y, por tanto, se está condenando a miles de personas de las generaciones que llegan a cargar con un peso difícilmente soportable.