Nos aprestamos a contemplar la lluvia de datos absolutamente triunfalista con respecto a lo que ha dado de sí esta Semana Santa en el sector turístico y hostelero. Cifras que vendrán a hablar de una ocupación hotelera que bate todos los récords mientras que a la vista de todos ha quedado que bares y restaurantes han hecho su agosto, atestados de público al que apenas podían ya atender debidamente tal ha sido la verdadera avalancha de visitantes que se ha producido en estos días tan señalados. En ese paquete se pueden incluir, también, la Catedral, el Alcázar, que ha tenido que suspender por momentos la venta de entradas online, y hasta las Setas de la Encarnación. Lugares singulares que han registrado afluencias extraordinarias de público por no decir de los propios templos y calles del casco histórico o barrios como Triana. Gente por todas partes. Y consumiendo. En definitiva, gastando dinero, una apreciación directa a la espera de los recuentos y estudios oficiales que se hagan al respecto y de las propias valoraciones que realicen los representantes del sector y las autoridades competentes en la materia.
De modo que, tal y como están las cosas, hemos de recoger con alborozo estos indicios que apuntan hacia una recuperación cierta de nuestra economía , una evolución positiva que parece dejar atrás un largo período oscuro y cuyo mayor exponente se ha traducido en altas tasas de paro, precariedad laboral, recortes sociales y hasta éxodo de nuestros jóvenes mejor preparados al exterior. Éste debe ser el panorama que ,a pesar de todo, no debemos olvidar por mucho que la coyuntura siga apuntando hacia expectativas ciertas de recuperación. En el caso de Andalucía, el desempleo se sigue reduciendo en términos superiores al resto del país pero aún es insuficiente para acortar las diferencias sistemáticamente situadas, aproximadamente, en unos diez puntos por encima con respecto a la media nacional. En definitiva, queda mucho por hacer dado que, incluso, los puestos de trabajo que se crean son de escasa calidad y sin que, por supuesto, marquen hacia un nuevo modelo económico algo que sigue siendo un puro deseo : es el sector Servicios el que está tirando del carro y hasta el tan denostado de la Construcción viene contribuyendo a generar puestos de trabajo, aunque no con el grado y la intensidad de cuando el boom inmobiliario.
Dicho esto, lo suyo, por supuesto, es mostrar la satisfacción por cómo vienen ocurriendo los acontecimientos. Pero no debe olvidarse que estamos sólo al principio de lo que se considera como todo un cambio de ciclo favorecido, además, por ese llamado viento de cola del que se está beneficiando nuestro país y , más en concreto, el sector turístico debido al hundimiento de determinados mercados del norte de África, Turquía y hasta de Francia. Es decir, hay que ser conscientes de que tenemos un número determinado de visitantes de prestado que, a poco que mejoren las cosas, se irán hacia otros lugares , máxime si , como ya se está produciendo, nos da por subir precios y descuidamos nuestra propia oferta ante una clientela, prácticamente, cautiva de nuestra paz social, seguridad, excelentes infraestructuras y equipamientos a parte de nuestra cultura y forma de ser.
Así que no están de más las advertencias que se vienen realizando para que no se pierda el control de la situación aplicando desmesuradas subidas de precio sin introducir, además, las mejoras necesarias a nuestra propia oferta turística. Pero queda, también, lo esencial como es aumentar la calidad los empleos que se crean y no ya sólo en esta parcela sino en el resto de sectores productivos, en especial, el Industrial que sigue siendo la asignatura pendiente de Andalucía. Todo no lo puede hacer la Aeronáutica o la Agroindustria. De igual modo, ha llegado el momento de reparar en que se ha disparado la tasa de accidentes de trabajo y, en particular, las víctimas mortales en el tajo, tal y como vienen denunciando los sindicatos UGT y CCOO de Andalucía. Así que alegrémonos todos por cómo nos han ido las cosas pero sin olvidarnos de los que se quedan atrás, lastrados por pésimos sueldos o raquíticas condiciones salariales o de cobertura social. Menos triunfalismo y más realidad. ~