Fueron torturadas, sometidas a escarnio público y asesinadas, para después arrojar sus cuerpos en una fosa común en Gerena, a 14 kilómetros de su hogar, de la que poco más se supo. Las 17 rosas de Guillena, como la historia ha pasado a llamar a las mujeres fusiladas por el régimen a finales de 1937 en este rincón de la Vega, tuvieron que esperar 75 años para recibir un funeral digno en su tierra natal. Pero no es suficiente, más si cabe cuando, pese a los signos evidentes del crimen –detectados en la exhumación de los cuerpos–, no había constancia escrita de tal represión. «Siguen en los registros como desaparecidas», recalca Lucía Socam, presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica 19 Mujeres de Guillena.

La certificación por escrito de la tortura sufrida llegó de casualidad y a 480 kilómetros de Guillena. El Archivo Militar de Ávila guardaba tres documentos oficiales (al final de este artículo) en el que se cita la detención en Guillena, el 1 de diciembre de 1937, de «nueve hombres y 20 mujeres de filiación marxista» a cargo del grupo móvil del capitán Gómez Cantos . «El carnicero de Extremadura», puntualiza Socam, que además de presidenta de la asociación memorialista es sobrina nieta de la rosa Granada Hidalgo.

Francisco Javier González Tornero se topó con estos documentos mientras se encontraba inmerso en otra investigación, todavía por finalizar, sobre la represión franquista en El Cerro del Andévalo (Huelva). Había localizado varios escritos en el que se «informaba sistemáticamente», según González Tornero, del modo en el que «los sublevados combatieron a los guerrilleros y sus familias en los pueblos de la sierra de Huelva y Sevilla». Al ver la relación que guardaban varios textos con el fusilamiento de las 17 mujeres de Guillena, se los trasladó al historiador José María García Márquez, un experto sobre la represión en la provincia sevillana. González Tornero es contundente sobre «la trascendencia del hallazgo, donde queda probada la intencionalidad del crimen y conocimiento del mismo desde los cuarteles de Queipo hasta el de Franco en Burgos». El primer escrito es un telegrama postal que el jefe del Estado Mayor de Queipo de Llano, Cuesta Monereo, envía al cuartel de Franco en diciembre de 1937 en el que informa de varios hechos y la detención de las mujeres. En el telegrama, y de forma manuscrita, el estado mayor del cuartel de Franco dice que se pregunte «lo que se ha hecho con los detenidos». En el tercer escrito está la información que se facilitó de Sevilla telefónicamente y en la que se dice que «se les aplicó el bando» por ser «sujetos peligrosísimos» y auxiliar con alimentos a los huidos. Los documentos se incorporarán a la denuncia, presentada por la asociación en 2015 en los juzgados de Sevilla, que reclama una investigación del asesinato de las mujeres que fueron finalmente fusiladas en Gerena.

En dicha denuncia, se narran los hechos históricos extraídos de las investigaciones y se adjuntan los documentos que determinarían la veracidad de la denuncia al juzgado. A los testimonios de familiares se le adjuntan el informe arqueológico de la exhumación realizada, el informe antropológico de los cuerpos exhumados y el informe del laboratorio donde se hicieron las pruebas de ADN y pusieron nombre y apellidos a las 17 mujeres. Ayer se cumplieron 80 años de la entrada de las tropas nacionales en Guillena tras el Golpe de Estado del 18 de julio.

Castigadas por ser «espías» y dar alimento «a los huídos»

La relación de documentos (al final del artículo) que se vinculan a las 17 rosas de Guillena. El primero, enviado al cuartel general de Franco en Burgos, hace una relación de «robos y saqueos cometidos por los marxistas huidos en las sierras de Huelva y Sevilla, así como el resultado de las batidas». Las operaciones que se recogen hacen referencia a la detención del «exalcalde de Higuera de la Sierra» por «comunista peligroso» el 28 de noviembre o el asalto de un «grupo de fugitivos armados» a un cortijo en Zalamea. Pero el último es el estremecedor: por fuerzas del «Grupo Móvil del capitán Gómez Cantos, fueron detenidos en Guillena nueve hombres y 20 mujeres de filiación marxista». El 17 de diciembre de 1937 se dio cuenta del futuro de los detenidos, que fue la aplicación de «un bando» después de comprobar, señala el escrito, de que se trataban «de sujetos peligrosísimos, que llevaban sirviendo de espías y auxiliando durante un año a los huidos en Huelva y eran los encargados de proporcionarles los alimentos».

LOS TRES DOCUMENTOS