Flamenco

Adiós al nieto de Juaniquín, el último patriarca en su Choza de El Cuervo

Muere Casto Moreno Merchán, el nieto varón del creador de varias soleares en cuyo honor no se ha podido celebrar en El Cuervo, por el COVID, la VIII ‘Choza de Juaniquín’, una de las citas flamencas con más sabor al sur de la provincia

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
03 ago 2020 / 17:43 h - Actualizado: 03 ago 2020 / 17:47 h.
"Flamenco"
  • Casto Moreno Merchán, ‘el tito Andrés’. / El Correo
    Casto Moreno Merchán, ‘el tito Andrés’. / El Correo

A pesar de sus achaques y de su diálisis, a Casto Moreno Merchán se le pudo ver en las siete ediciones que el Ateneo Arbonaida de El Cuervo de Sevilla ha celebrado hasta ahora en honor de su abuelo, el mítico cantaor Juan Moreno Jiménez (Jerez de la Frontera, 1862-Sanlúcar de Barrameda, 1946), que ha pasado a la historia desamparada del flamenco con el nombre de Juaniquín, creador de un estilo por soleá que transmitió a muchos grandes cantaores que continuaron su escuela. El ya célebre festival veraniego de El Cuervo, que justamente este año no se ha podido celebrar por culpa del COVID-19, se había bautizado con el nombre de La choza de Juaniquín. Precisamente a aquella choza donde vivía Juaniquín, entre El Cuervo y Lebrija, se acercaron muchísimos aficionados al flamenco para escuchar sus soleares, que interpretaba sin acompañamiento de guitarra, haciendo él mismo el compás con los nudillos. Se cree que Juaniquín había aprendido aquellas soleares, que él personalizó tanto, de La Serneta, en Utrera, donde había hecho el servicio militar.

Ayer murió su nieto varón, Casto Moreno Merchán, al que todos, sin embargo, conocían como el tito Andrés. Este nieto de Juaniquín, que ha fallecido en Los Palacios y Villafranca a los 85 años de edad, era hijo a su vez del famoso hijo perdido del cantaor, Casto Moreno Vargas, apodado El Mojiconero, por los mojicones: calentitos o churros que hacía también junto a su mujer, con quien se casó después de regresar de una huida por los montes de Málaga tras sobrevivir a un pelotón de fusilamiento en la Guerra Civil porque tuvo la suerte de que la bala apenas le rozara. Aquel Mojiconero, cuyo mote da nombre hoy a la Biblioteca del Ateneo de El Cuervo, protagonizó una de las soleares más sentidas de Juaniquín, a quien los guardias habían interrogado por su desaparecido hijo, con quien no daban ni vivo ni muerto: “Yo tengo un hijo perdío, / y si Dios no lo remedia / yo voy a perder el sentío”. El Mojiconero, antes de desaparecer y volver, había liderado durante la II República el Ateneo de El Cuervo, que se llamaba Amantes del progreso, donde se enseñaba a leer a los jornaleros analfabetos.

Adiós al nieto de Juaniquín, el último patriarca en su Choza de El Cuervo
Casto Moreno Merchán. / El Correo

Casto Moreno Merchán, el tito Andrés, era, pues, el hijo del hijo perdío de Joaniquín. “Yo no me puedo morir, tengo que volver el año que viene a La Choza”, solía decir en cada edición del festival, cuyo Ateneo ha dejado escrito en sus perfiles de las redes sociales esta emotiva despedida: “Todos los años nos decías lo mismo, ilusionado como un chiquillo, con esos ojillos vidriosos y esa emoción que te salía a borbotones por la boca cada vez que te tocaba hablar de Juaniquí o de su hijo. O de los lejanos recuerdos de aquel Cuervo de tu infancia que apenas si podía llamarse pueblo. Por eso no te querías morir, porque cada vez que volvías a La Choza el tiempo caminaba hacia atrás y, durante un rato, eras feliz y lograbas que nosotros/as también lo fuéramos. Cuántos momentos bonitos y emotivos hemos vivido, Tito Andrés”. Y han añadido: “Siempre estarás en nuestros corazones y en un rinconcito de ese patio que cada verano, convertido en La Choza de Juaniquín, logró engañar al espacio-tiempo para juntar en una misma dimensión a la Memoria de tu casta, al presente heredero y al futuro que escribiremos sobre los pilares de lo vivido”.

“El tito Andrés era una persona buena de verdad, con la mirada limpia, a pesar de la época que le tocó vivir”, cuenta María Jesús, una de sus sobrinas en Los Palacios, donde era conocido como “Andrés el del bar Cine”. “Fue siempre un emprendedor, pero muy generoso; era de los que, si aparcaban en doble fila, dejaba la ventanilla bajada y las llaves puestas”.

Al tito Andrés lo despide hoy su familia en la parroquia palaciega del Sagrado Corazón, a las 19.00 horas. Después de la misa, su cuerpo será inhumado en el cementerio municipal. Descanse en paz.