Brindis al sol y al conocimiento

Astroandalus, a través del GDR Sierra Morena, llevan a cabo en Cazalla un taller en la que el astro rey es el protagonista

02 jun 2018 / 20:28 h - Actualizado: 02 jun 2018 / 23:24 h.
  • Para su contemplación, hace falta conexión eléctrica. / J.A.F.
    Para su contemplación, hace falta conexión eléctrica. / J.A.F.

Nunca el sol fue un bien tan preciado. Nunca el astro rey tuvo tanto de didáctico. Las nubes sobre el cielo suele ser un símil intencionado de problemas. En esta ocasión, a punto estuvo de dejar a unos cuantos huérfanos de conocimientos. El Grupo de Desarrollo Rural Sierra Morena de Sevilla llevó a cabo ayer en Cazalla de la Sierra un taller de astronomía en el que el principal atractivo era la contemplación del sol mediante un telescopio solar. Lo huidizo que se mostró éste estuvo a un tris de dar al traste con la actividad. Por fortuna no fue así y los asistentes pudieron empaparse de lo último en astronomía.

Dos de los grandes artífices de este evento fueron, sin duda, José y José Manuel, de la empresa jiennense de Astroandalus. Fueron ellos los que iniciaron la declaración starlight el cielo de la comarca de la Sierra Morena sevillana y son ellos los que han traído a la misma la nueva práctica en astroturismo. Ésta no es otra que la posibilidad de apreciar el sol mediante un telescopio. Lo primero que llama la atención de esta práctica es que, al contrario de lo que ocurre con los telescopios nocturnos, en esta ocasión el telescopio es más pequeño. Su función principal es la de reducir la cantidad de luz que entra en el mismo para poder apreciar el sol en su magnitud. Para conseguirlo, una pieza juega un papel fundamental: un filtro que absorbe la capacidad lumínica que entra en el instrumento y tan solo deja pasar un 0,02 por ciento. Este filtro es una herramienta que no resulta autosuficiente, ya que necesita estar conectada a la luz. La razón es bien sencilla. Tal y como explica José Manuel, la conexión a la red eléctrica es necesaria para refrigerar la pieza. De no hacerlo, la entrada de luz solar terminaría por fundirla. Este hecho viene a demostrar la peligrosidad que, tal y como relatan los responsables de Astroandalus, tiene el sol. «Tan solo mirarlo ya molesta» asegura José Manuel, «si lo hacemos a través de un telescopio nos puede dejar ciegos».

De hecho, recuerdan que Galileo pasó sus últimos años de vida ciego a causa de mirar directamente al sol a través del telescopio. Como aseguran estos jiennenses, la práctica de estos visionados es recientemente novedosa, entre otras causas, por el abaratamiento de los costes del filtro. Un filtro que antes podía costar 13.000 euros y ahora mismo ronda los 2000 euros. Tras las pertinentes explicaciones teóricas, los asistentes que se congregaron en este visionado pudieron mirar a través del telescopio y contemplar la magnitud del sol. A través de la lente del potente instrumento, la estrella de fuego se mostró clara y en ella se pudieron advertir características que tal vez no vuelvan a ver nunca más, como la imagen del contorno del sol, sus manchas internas y, sobre todo, sus llamas fueron perfectamente visibles. En este último aspecto se pararon los instructores para aludir a su tamaño. Según aseguran, cada una de estas llamas puede tener una extensión que equivaldría a cinco veces el tamaño de la tierra.

La contemplación del sol no fue la única actividad de este taller, sino que la física más pura y cotidiana también llegó a Cazalla de la Sierra. En esta ocasión, se lanzaron al aire unos peculiares cohetes fabricados con botellas de plástico, agua y aire. Según José Manuel, al hablar de cohetes se relacionan con el fuego y el componente de la pólvora. Sin embargo, ayer demostraron que también con objetos más sencillos se puede lograr hacer volar un objeto. Eso sí, hay que tener de amiga a la ciencia. La demostración consistió en llenar hasta la mitad una botella de refresco de dos litros, en la cual se insertó una cánula de aire que fue rellenando el espacio dejado por el agua. Con unos 20 kilos de presión de media, la botella se liberaba del seguro realizado al efecto y salía por los aires al más puro estilo cohete. La razón es, igualmente, de lo más sencillo. Esta presión del aire hace empujar hacia abajo al agua. Cuando se libera el seguro, el agua cae rápidamente, y es gracias a la fuerza de es agua cayendo por lo que la botella por acción y efecto sube y vuela por los aires. Un experimento sencillo y curioso que los más pequeños se atrevieron a hacer y que sirvió de explicación última para una serie de datos reveladores que no dejó indiferente a nadie. Según los responsables de Astroandalus, se habla de que a mediados de la década próxima, será posible viajar hasta Marte. La dificultad de este viaje radica en la necesidad de mayor fuerza para transportar también todo lo que el ser humano necesita para vivir. Por eso, se estudia la posibilidad de lanzar varios cohetes a la luna y una vez allí cargarlo todo en el cohete que, gracia a una menor gravedad, será más fácil de impulsar hacia Marte. Aunque este viaje podría durar hasta cuatro años, aseguran, siempre habría alguien dispuesto a hacerlo, y como ejemplo toma a Magallanes y sus expediciones. Unas expediciones que, de la misma manera, alcanzaban los años y nunca conocían, a ciencia cierta, al finalidad última de las mismas.