El pasado fin de semana, el municipio de Coripe celebró su novena edición de la “Verbena Venta La Vaca”, una celebración nacida de la iniciativa de los vecinos del barrio. Hace nueve años, los propios vecinos acordaron celebrar una pequeña fiesta. Movidos por el espíritu humilde y tradicional del barrio, sacaron mesas fuera de las casas y se reunieron para cenar al aire libre.
La gente del pueblo, no solo la del barrio, atraída por las risas y el alborozo que suscitaba la fiesta en plena noche de verano, se fue sumando al festejo. Y así, la verbena fue creciendo poco a poco hasta convertirse hoy en “una pequeña pero gran fiesta para el pueblo”, según afirma el Ayuntamiento de esta localidad sevillana.
Si hay algo imprescindible durante la celebración, esos son los juegos populares. El juego de las sillas, las carreras de sacos... entre otros muchos otros, son la esencia y el núcleo central de la velada. Y es así porque los vecinos que conformaron la primera verbena remataron la noche con estos juegos tan tradicionales, una vez hubo concluido la cena. Juegos que se están perdiendo, a pesar de que durante décadas han pasado de generación en generación, pero no de moda. Hasta ahora. Pues la revolución tecnológica ha traído enormes avances, pero, en ocasiones, a costa de arrasar con sanas tradiciones. Como sucede entre los más jóvenes, que han cambiado las eternas tardes de juegos con amigos en la calle, por chats o batallas en casa, con el ordenador.
Los juegos siguen vivos
Pero gracias a fiestas como la verbena de Coripe, los juegos populares siguen vivos, y no solo en el recuerdo de los que disfrutaron de ellos durante la infancia. Por eso, la ‘Verbena Venta La Vaca’ destaca por su ambiente familiar, campechano y tradicional, pues reúne a niños y mayores, en un entorno natural y cercano.
La novena edición de la verbena comenzó su larga lista de actividades el viernes 9 de agosto a las 19 horas, con una carrera de cintas en bicicleta. Una hora más tarde, los niños jugaron a esos míticos juegos a los que jugaban sus padres y los padres jugaron como niños. A continuación, los asistentes disfrutaron de una serie de exhibiciones y actuaciones como la de Magoo Jazz Band. Para terminar el primer día de verbena, a la una y media de la madrugada apareció el tradicional cochino del agua: un cerdo mecánico, conducido por uno de los organizadores del evento, que arroja agua sobre los coripeños para refrescar las calurosas noches de agosto.
Desde temprano
El sábado, el segundo y último día de celebración, había que aprovecharlo desde bien temprano. A las 17 horas, contaron con un «gran deslizador acuático» para combatir el calor. Juegos, premios, espectáculos, esta vez de la mano del grupo flamenco Sones Nuevos, y más diversión. A la misma hora que el día anterior, el cochino del agua hizo su aparición.
Con festividades como esta, se rescatan juegos que durante años han promovido el compañerismo, las relaciones personales, el trabajo en equipo, la competencia sana y la diversión. Juegos que tienden lazos entre generaciones y que resultan infalibles para entretener y provocar la sonrisa de los niños. Porque las buenas costumbres no deberían perderse nunca.