Los cinco niños y niñas saharauis que pasan en Écija el verano gracias al programa ‘Vacaciones en paz’ han sido recibidos en el Ayuntamiento de Écija junto con sus familias de acogida y con miembros de la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Écija, responsables de esta iniciativa.
En el consistorio, los menores saharauis y sus familias de acogida han sido recibidos por el concejal de Presidencia y alcalde en funciones, José Antonio Rodríguez, que ha destacado “la generosidad y solidaridad de las familias de acogida” y “el doble sentido que tiene ‘Vacaciones en paz’; por un lado, la ayuda concreta que se les puede dar a los chavales y, por otro, y fundamental, poner en evidencia la situación real en que se encuentra el pueblo saharaui después de muchos años de una injusta situación”, ha argumentado el edil.
Para Rodríguez “es importante que a través de estos niños y niñas y a través de las acciones de asociaciones y administraciones que colaboramos, se ponga en evidencia también que ese conflicto sigue existiendo, sigue ahí, y que la comunidad internacional, y España en particular, debería acometer de forma mucho más activa esa situación”.
Solidaridad con los refugiados y altavoz de su causa
La Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui lleva 23 años desarrollando el programa ‘Vacaciones en paz’, gracias al que menores de los campamentos de refugiados saharauis pasan dos meses – desde finales de junio a finales de agosto – con familias de Écija, lejos de las duras condiciones de los campamentos de refugiados de Tindouf, en el desierto de Argelia.
Al igual que el alcalde en funciones, el coordinador de la asociación en Écija, José Luis Herrera, subraya la cara solidaria de ‘Vacaciones en paz’ y también “la vertiente política, porque estos niños y niñas dan a conocer la causa del pueblo saharaui, una lucha silenciada de un territorio que todavía sigue siendo una provincia española”.
Herrera recuerda que en los territorios saharauis ocupados por Marruecos “todavía existe represión, todos los días, hay juicios y condenas a activistas”. Por su parte, las familias de acogida destacan lo positivo de acoger a los pequeños refugiados. “Son una más de la familia, se adaptan enseguida”, afirma Raquel Alhama, que acoge a una niña saharaui por segundo verano consecutivo.
Solidaridad palpable
“Esta es una solidaridad que podemos palpar”, apunta Amador Díaz, que ha acogido por primera vez a una niña y todavía no sabe “cómo explicarlo. Se han adaptado superbién, tenemos que animarnos más, este año han sido cinco y el año que viene debe haber como mínimo diez familias de acogida”, dice. “Y de ahí para arriba”.