El Cuervo de Sevilla, el pueblo más al sur de la provincia, se viste hoy de fiesta gracias a que el Ateneo Arbonaida se toma al pie de la letra la festividad de esta jornada. El Ateneo bautizado con la Blanca y Verde, institución sin ánimo de lucro, dinamiza durante todo el año un pueblo cuyo Ayuntamiento está ahora gobernado exclusivamente por su alcalde, Francisco Cordero (IU), después de que este echara a sus cuatro concejales por desavenencias internas el pasado 19 de marzo. Aunque el Ateneo ya lleva cinco años organizando un concurso de pintura al aire libre en la Laguna de los Tollos, en esta quinta edición del certamen, que coincide con el Primero de Mayo, se ha adobado la jornada con otras muchas actividades que pintan de primavera el pueblo y sus alrededores.
En este sentido, se ha organizado también la I Ruta en Bici, un paseo familiar en el que ha participado casi un centenar de ciclistas por dentro y por fuera del núcleo urbano, hasta llegar al parque Rocío de la Cámara. Allí, no solo han descansado los ciclistas, sino que se han organizado diversos talleres infantiles y actividades de educación y concienciación ambiental, mientras que más de una veintena de pintores se han dispuesto a plasmar en sus lienzos uno de los paisajes más ricos en biodiversidad situado entre las provincias de Sevilla y Cádiz: la Laguna de los Tollos.
A mediodía, los chicos de la Escuela Municipal de Música han ofrecido un concierto en el Aula de la Naturaleza. Después de comer, está prevista una actuación de Sambasur Batucada Cuerveña. Esta tarde, los ciclistas regresarán hasta la Plaza de la Constitución de El Cuervo y, en la Casa de Postas, sede de El Ateneo, se recibirán las obras participantes en el concurso de pintura. Después de la entrega de premios, se expondrán todas las obras participantes en la propia Casa de Postas.
Un enclave recuperado
Laguna de Tollón, o de Los Tollos, es hoy incluso el nombre del instituto de Educación Secundaria en El Cuervo, pero en 1976 se autorizó una concesión minera para la extracción de arcillas especiales (sepiolita y atapulgita) en el vaso de la laguna, con lo que el enclave natural sufrió un creciente y permanente deterioro hasta el cierre de la explotación en 1998. En 2007, la Consejería de Medio Ambiente compró el paraje y elaboró un proyecto de restauración que no comenzaría hasta 2011 y que continúa gracias al empuje de varios movimientos ecologistas, ilusionados con convertir el lugar en uno de los humedales más valiosos de la región.