El Francés ya puede enterrar a su mujer y se pospone el desahucio

El Ayuntamiento de Camas ha mediado ante el juzgado y podrá seguir en el piso cuatro o cinco meses mientras encuentra otra vivienda

05 may 2017 / 21:46 h - Actualizado: 05 may 2017 / 21:57 h.
  • Juan Marcos Gureño, el Francés, en su vivienda actual de Camas. / Jesús Barrera
    Juan Marcos Gureño, el Francés, en su vivienda actual de Camas. / Jesús Barrera

Una situación insostenible paliada, al menos en parte, tras hacerse pública. Juan Marcos Gureño Jeanneret, conocido como el Francés, no paraba ayer de agradecer a este periódico la publicación de su situación que en pocas horas ha puesto fin a una doble situación que le angustiaba. «Del Ayuntamiento me han llamado para decirme que a partir del lunes ya se puede hacer el entierro y que el desahucio se ha aplazado cuatro o cinco meses para que mientras pueda buscar una vivienda».

El cuerpo de su mujer, Carmen, de 49 años, permanece en las cámaras del hospital Virgen del Rocío desde que falleció el pasado 31 de marzo ya que no tenían seguro y no puede hacer frente al gasto que supone el entierro. Así, gráficamente, afirma que «si no llega a ser por esto hubiera estado más tiempo allí».

Sin embargo, lo que más agradece, porque es su mayor preocupación, es el problema de la vivienda. Marcos vive con su hijo de 10 años y destaca que el desahucio «era un auto del juzgado por la deuda» del alquiler, «y no sé que habrán hecho». Sí le ha inquietado que «la asistenta social me ha dicho que si puedo buscar otra vivienda que no sea en Camas, pero le he dicho que el resto de mis hijos viven aquí y que el niño está en un buen colegio de Camas».

Lo cierto es que, reconoce, «me ha pasado en tres ocasiones», que ha ido al alquilar una vivienda y «aunque conocer me conocen pocas personas y yo educación tengo y sé estar, cuando doy la documentación salta la liebre», y se echan atrás.

Su objetivo ahora es encontrar «un alquiler que yo me pueda pagar no solo ahora, que me den un trabajo en el Ayuntamiento o encontrar otro, pero es difícil. Yo tengo 60 años y dentro –de la cárcel– he trabajado en cocinas, economato... pero no soy tonto, ganas de trabajar tengo y allí dentro siempre lo he hecho».

Marcos reitera que «lo que se trata es de tener un techo, porque ayuda dan para comer y yo no soy de bares. Lo que me llena es estar con mi hijo y vivir un poquito».