El reino animal según Guillena

Mundo Park. En plena Ruta de la Plata se yergue un centro de rescate de fauna en el que conviven 300 especies

11 feb 2017 / 07:09 h - Actualizado: 11 feb 2017 / 07:09 h.
"Sociedad","Zoológicos, entre el ocio y la didáctica"
  • Un ejemplar de lobo en su departamento. / Manuel Gómez
    Un ejemplar de lobo en su departamento. / Manuel Gómez
  • Juan Luis Malpartida, director del parque, besa cariñosamente a Gina, la chimpancé, antes de entregarle el desayuno en mano. / Aurora Díaz
    Juan Luis Malpartida, director del parque, besa cariñosamente a Gina, la chimpancé, antes de entregarle el desayuno en mano. / Aurora Díaz
  • Los leones blancos, en su departamento. / Manuel Gómez
    Los leones blancos, en su departamento. / Manuel Gómez
  • Los visitantes interactúan con los lémures. / Aurora Díaz
    Los visitantes interactúan con los lémures. / Aurora Díaz
  • Primer plano de un lagarto ocelado. / A. Díaz
    Primer plano de un lagarto ocelado. / A. Díaz
  • Las suricatas habitan una de las primeras dependencias. / A. Díaz
    Las suricatas habitan una de las primeras dependencias. / A. Díaz
  • La familia de suricatas habita una de las primeras dependencias del centro. / Aurora Díaz
    La familia de suricatas habita una de las primeras dependencias del centro. / Aurora Díaz

En pleno corazón de la Ruta de la Plata y entre frondosos paisajes vírgenes se yergue una carpa de lonas blancas que ejerce de atractivo reclamo a pie de carretera entre el sendero que une Torre de la Reina y Las Pajanosas. Es Mundo Park, un centro de rescate de fauna que huye de los tópicos de los zoológicos y en el que conviven unos 1.000 ejemplares de 300 especies diferentes. En los aledaños del propio parque, un estanque de galápagos americanos, una raza invasora que afecta a las autóctonas, asume el papel de reclamo didáctico. Mundo Park es un recorrido por el universo animal que fomenta la interacción entre los niños y los animales. Desde conejos, patos, ponis, jabalís o cuervos hasta leones, tigres, jaguares y Gina, la chimpancé de 15 años que responde a los estímulos de Juan Luis Malpartida, el director del recinto y su protector.

Mundo Park, cuya fundación dirige el propio Malpartida, se dedica a la cría de especies en cautividad y a la mejora de la salud de aquellos ejemplares heridos de gravedad cuyo futuro es incierto. El recinto es una granja escuela interactiva que en verano adecenta sus caminos para que los niños y adultos se zambullan en el agua de su piscina. El leit motiv del parque es claro. Los cuidadores y voluntarios del centro se afanan en recoger a aquellos animales irrecuperables para el hábitat natural con el fin de garantizar su futuro.

Otro de los aristas es la cría en cautividad de especies en serio peligro de extinción y la reinserción de determinados ejemplares en su hábitat natural. Malpartida, nacido en Olvera y amante de la fauna autóctona, y sus colaboradores dedican su día a día a preservar una iniciativa que revolucionó el antiguo Zoo de Guillena en 2007 para ser un centro de rescate de fauna. El primer habitáculo que el turista visita es el de una cría de jabalí cuya madre falleció abatida por la escopeta de un cazador. «Es nuestra forma de interpretar el mundo animal. Aquí recogemos a todo aquel que esté en situación de peligro», asegura Malpartida mientras un cuidador limpia la zona en la que descansan seis suricatas. Es mediodía y en el parque el silencio y el rugir de Dreick, el león macho, son los únicos componentes de una banda sonora que atrae a los niños de los cientos de colegios que visitan Mundo Park cada año.

Uno de los atractivos de la particular selva de Las Pajanosas es Gina, la chimpancé que ha aprendido a ser autosuficiente y a elegir su desayuno con criterio. «Si repites su alimentación dos días seguidos rechaza la comida», admite Malpartida con el cariño grabado en su rostro. Para algunos, Mundo Park es un lugar de reclusión perpetua para animales salvajes cuyo único modo de vida es sobrevivir en libertad. «La diferencia es que los que viven aquí no podrían volver a hacerlo en libertad», asegura a modo de disculpa mientras besa a Gina con cariño y hasta cierto punto pasión. «El futuro de la naturaleza es educar», sostiene. Mundo Park sobrevive a la crisis con ingenio y cariño. Reúne a más de 20 profesionales del sector y a un grupo de voluntarios que se desviven por los peculiares inquilinos de las viviendas de un centro balai en el que los visitantes podrán sentir el deseo de detener el tiempo ante los habitáculos de los leones blancos y de la familia de tigres albinos que en cuestión de 100 días crecerá en número.

Junto a un barco del Mississipi, un aligator reposa bajo el apacible sol de Guillena, cuyas temperaturas benefician la cría de las familias que conviven en sus instalaciones. Una de las más protegidas es el oryx dammah, conocido popularmente como óryx de cuernos de cimitarra, una especie de antílope africano que fue domesticado en el antiguo Egipto y que hoy aparece en el mapa rojo de animales extinguidos en libertad. El visitante camina bajo una sensación total de paz por una serie de senderos plagados de especies botánicas y vigilados desde el cielo por las decenas de cigüenas que, lejos de los peligros de los cables de alta tensión y la caza furtiva, anidan en la terraza de las salas en las que se relacionan los animales. «A veces hasta les damos alimento para evitar que vuelen en lugares peligrosos», asegura Malpartida mientras un trabajador, biólogo de profesión, limpia la jaula de un águila harry.

En Mundo Park surge la vida de forma repentina y apacible. Entre lémures, aves comunes y reptiles que, al calor del terrario, cumplen los deseos de aquellos que son seducidos por el poder de la extrañeza de los lagartos ocelados de Túnez, los seckos leopardos o la impactante anaconda. Los lobos que participan en los rodajes de documentales televisivos para mantener el legado de la familia más común de los bosques de la Sierra Morena andaluza en los años 40 o 50 o los zorros que desafían a la luz del día para enterrar el cliché de animal exclusivamente nocturno suponen un imán para los que caminan por su trazado laberíntico con la cámara de fotos en ristre y la enciclopedia en el móvil. Son los secretos de un mundo, el animal, tan complejo como seductor. El de un universo que en Guillena cobra vida para resistir a la crisis y al curso diario de la cruel, selectiva y sigilosa naturaleza. La selva en versión andaluza.