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Copos de nieve cayendo sobre un vehículo. / J.Á.F.
Es el mes de la máscara, el de la antesala de la primavera, la luna llena y el cielo estrellado, el verde rural encalado de los pueblos serranos y el blanco de nieve. Sí, de nieve. Febrero se ha convertido en un mes más que propicio para las nevadas a ras de sierra. Apenas cuatro días de desarrollo y febrero ya ha dejado los primeros copos, donde si no, en la recién denominada Sierra Morena Sevillana. Ya lo avisaban las previsiones metereológicas. Un descenso brutal de las temperaturas, unido a la presencia de precipitaciones bajaban la cota de nieve, avisando de la visita del blanco elemento, y el primer día para dicha visita era el domingo. No obstante, el día no parecía amenazante en ese sentido. Un poco más frío que los días precedentes y poco más. Sin embargo, a eso de las seis de la tarde llegaban a los oídos de las localidades más norteñas (Guadalcanal y Alanís) ecos sobre la caída de los primeros copos en las poblaciones extremeñas más cercanas, como es el caso de Llerena.
Poco después, la nieve era realidad, aunque de manera tímida y antecediendo una precipitación intermedia que responde al nieve, no podía ser de otra manera, de aguanieve.
Dando una tregua por momentos, con la caída de la noche los copos volvieron a la sierra sevillana, perfectamente visibles y gráciles en su caída. Fue el comienzo de una advertencia, de un invierno que aún no ha dicho su última palabra y que promete poner el blanco a las franjas verdes de la Sierra Morena de Sevilla.