La abuela juglaresa de Los Palacios

A sus 76 años y desde su patio con macetas, María del Carmen Maestre arrasa en las redes recitando poemas sobre la vida misma

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
06 sep 2020 / 12:14 h - Actualizado: 06 sep 2020 / 12:22 h.
  • La abuela juglaresa de Los Palacios

María del Carmen Maestre, palaciega de 76 años que lleva toda su vida empeñada en ser actriz, se ha sorprendido de la repercusión de su último poema recitado cuando lleva décadas “diciéndolos en las bodas, en los viajes, en las cenas y donde me lo pidan”. “Mi nieta me llamó anoche: ‘¡Ya lo han visto 38.000 personas!’, me dijo, y yo le contesté: ¿Y eso cómo lo ve tanta gente?”. Ella no tiene Facebook ni Twitter, pero una compañera del Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla la grabó hace unos días en el patio de su casa, rodeada de macetas y clavellinas, y subió el resultado a las redes. El vídeo va camino de hacerse viral y ella, que lloraba de pequeña porque quería trabajar en la compañía de teatro ambulante que instalaba sus carpas enfrente de su casa, no sale de su asombro.

María del Carmen ha sido toda su vida ama de casa, pero nunca ha renunciado al sueño de convertirse en actriz. “Cuando el teatro de madera se ponía delante de mi casa, aquí mismo, en el Barrio Dulce”, cuenta ella con desparpajo y como si no hiciera 70 años, “el director me tenía que dar un papel de lo que sea, aunque fuera de María Magdalena, para que me callara”. Con 50 años cumplidos ingresó por primera vez en la escuela de adultos de su pueblo y entonces se le despertaron aquellos deseos antiguos “de hacer disfrutar a la gente con cualquier espectáculo”, asegura. “En el año 98 estuve yendo a un programa de Canal Sur que presentaba Isabel Fayos para recitar mis cosas, y hasta llegué a firmar”, cuenta orgullosa. Luego, en su pueblo, ha participado en dos cortos realizados por una compañera, ha hecho papeles incluso protagonistas para varias obras teatrales con fines benéficos y no pierde oportunidad de recitar algo, propio o ajeno, cuando tiene la oportunidad en el sarao cultural que se presente. La gente admira su capacidad memorística, su aplomo y serenidad y la naturalidad con la que interpreta incluso letras que no son suyas.

Este poema que se está compartiendo miles de veces no es suyo, sino “que me lo dieron en un hotel y no sé ni quién lo habrá escrito, pero a mí me dio por interpretarlo”, cuenta. En él, la voz narrativa interpreta a un hombre de pueblo que, tras enviudar, se deja convencer por sus hijos, una vez que estos se han marchado a la ciudad, para que venda sus posesiones y se vaya con ellos. En la gran urbe, el protagonista termina reflexionando en una residencia de ancianos sobre el sentido de la vida.

“Si veo que a la gente le gusta, grabaré otros; tengo muchos, porque aunque yo no soy ni escritora ni artista, me gusta componer historias para hacer que la gente disfrute”, señala humilde esta palaciega, madre de tres hijos y abuela de ocho nietos que, “aunque no entiendo de nada, me gusta aprenderlo todo”.