La ‘fariña’ carmonense

El juicio con jurado por el crimen de la gasolinera arrancó este lunes. La familia del fallecido revela que un alijo de dos toneladas de hachís robado por uno de los acusados es el móvil

03 abr 2018 / 19:37 h - Actualizado: 04 abr 2018 / 12:42 h.
"Tribunales"
  • Gasolinera Salas del Calonge. / Jesús Barrera
    Gasolinera Salas del Calonge. / Jesús Barrera

Droga, un robo y una deuda. Este es el origen del conocido como el crimen de la gasolinera según el relato que hace la acusación particular, ejercida por la familia de Manuel Jiménez, que falleció tras recibir dos disparos «a quemarropa» de El Cubano, un exmilitar de élite que encañonó a la víctima cuando esta fue a reclamar una deuda a su patrón. La historia que este lunes contó su abogada, ante el jurado popular que les juzga, nada tiene que envidiar al guión de Fariña y sería digna de ser llevada a la pantalla. Manuel y José María Y.T., el patrón y conocido como El Gordo, eran «íntimos amigos, como un hermano», pero decidieron hacerse cargo de un cargamento de dos toneladas que acabó separándolos. La droga se perdió tras ser robada, lo que en el argot del mundo del narcotráfico se conoce como un vuelco, por el propio José María, según la acusación. Cuando Manuel fue a reclamarle el dinero, porque a él lo estaban presionando los narcos marroquíes a los que pertenecía el hachís, este «tenía un plan trazado» para el que buscó «a un hombre que no tenía nada que perder»: El Cubano, quien «sin mediar palabra» disparó a «quemarropa» a la víctima, primero en el abdomen y, una vez ya en suelo, en la zona lumbar. La Fiscalía en cambio, no comparte este relato, y pide la absolución de El Gordo.

Enero de 2015, según la abogada de la acusación particular, Rocío Guerrero, Manuel Jiménez y su amigo «por problemas económicos» deciden negociar con narcotraficantes de Marruecos y custodiar 2.000 kilos de hachís en casa de una tercera persona, que también colabora «por dinero». «Solo ellos tres conocen» la existencia de este cargamento y el lugar donde está oculto, la vivienda de esta tercera persona que es asaltada por profesionales y sus moradores «amordazados y agredidos». Los «asaltacasas» se llevaron «casi la mitad de la droga» y el dueño de la vivienda fue descubierto por la Guardia Civil cuando intentaba buscar ayuda tras lograr escapar de las ataduras. La letrada explicó que fue condenado por ello e intentó que la sentencia y los testimonios de este asunto fueran aportados al juicio, pero el magistrado presidente, José Manuel de Paúl, siguiendo el criterio del fiscal y las defensas lo desestimó «porque no esclarece nada», pues «el motivo, el móvil del crimen no es una prueba en sí», dijo tras recordar que en «el pensamiento de los jurados ya está el ajuste de cuentas». La abogada, en cambio, y pese a ser la única parte que ha expuesto el asunto de la droga no pretende que este juicio sea visto como un ajuste de cuentas «sino como un asesinato».

Sin droga, no hay dinero, y los marroquíes comenzaron a reclamar a Manuel el cargamento o el dinero. La víctima comenzó a sospechar de su amigo «que dejó de contestar a sus llamadas, se le perdió el rastro», más aún cuando contactó con «unos asaltacasas de Madrid que le contaron que José María había contactado con ellos, pero que rechazaron el trabajo y entonces se puso en contacto con unos portugueses». Era el mes de noviembre y ante la insistencia de los narcos Manuel, «un hombre bueno y confiado», decidió ir a ver a su amigo, pero «cometió el error de avisarle». Llamó a otros tres amigos comunes, «ajenos al motivo de la deuda entre ambos», para acudir a la nave que El Gordito, como lo llamaba Manuel, tenía en la urbanización Mataluna de Carmona. Al llegar allí estaba José María y Alberto Hernández Blanco, El Cubano, que seguía lo que ocurría en la nave «desde una habitación contigua donde estaba visionando las cámaras», pues «la nave tenía un complejo sistema de seguridad». Un toque en el hombro de Manuel era «la señal» del patrón y El Cubano salió con la escopeta y «sin mediar palabra» y le asestó dos tiros. «Manuel iba desarmado, se llevó a tres amigos para que hicieran entrar en razón a José María» que al ver a su amigo en el suelo herido «se mantuvo frío e inmóvil», dijo la abogada. «Se lo ordenó al hombre que no le iba a fallar», ya que El Cubano tenía una fuerte dependencia de él porque era la persona que le había dado cobijo en España. «Voy a matar a todo el que le haga daño a José María», aseguró la letrada que dijo en ese momento Alberto y que solo paró cuando aquel le comentó «para que me vas a arruinar la vida». Luego ocurrió todo lo que ya se ha contado. Los amigos se marcharon de allí con Manuel herido y llegaron hasta la gasolinera frente al polígono Calonge, junto a la SE-30, donde pararon para esperar al 061, que solo pudo certificar su muerte, mientras El Gordo y El Cubano huían cada uno por su lado. La familia pide por ello, 27 años de prisión para ambos por los delitos de asesinato y tenencia ilícita de armas.

Esa es la controvertida versión de la acusación particular. «Se conocían y tenían negocios juntos. Espero que la abogada acredite por qué dice que se dedicaban a la droga, a robar cargamentos y espero que las pruebas no sean solo la declaración de la mujer y la hija», dijo el abogado de El Gordo, José Antonio Rufo. El letrado provocó el enfado de la familia del fallecido porque afirmó que si José María Y.T. se sentaba en el banquillo de los acusados –la Fiscalía pide el archivo para él y para El Cubano 17 años y diez meses de cárcel– es «por una cuestión económica porque aquí se juegan indemnizaciones de más de 250.000 euros» y El Cubano «no tiene nada». «Toda esta historia la han montado con el único objetivo de conseguir dinero». La defensa solicita, así la absolución para su cliente.

La Fiscalía por su parte destacó que El Gordo colaboró con la Policía, aunque inicialmente huyó tras los hechos a un pueblo de Portugal. El Cubano, que «participó en la guerra de Nicaragua», fue capaz de estar una semana «huido en el campo, durmiendo a la intemperie en condiciones extremas». Si la Policía logró cazarlo fue «por la colaboración» de su patrón, que consiguió convencerlo y cuando lo llevaba en su coche fue abordado por los agentes.

«Es una persona extremadamente peligrosa», «acostumbrado a disparar a la más mínima», y justificó su permanencia en prisión «por el altísimo riesgo de fuga». Para la Fiscalía está claro que El Cubano «sabía perfectamente lo que estaba haciendo» y lo hizo «a sangre fría».

Alberto Hernández no niega el crimen y así lo señaló su abogado, Gonzalo Rodríguez, que explicó, «sin justificar una acción así», que el exmilitar actuó «porque Manuel Jiménez estaba intimidando con una pistola a José María y otro llevaba una barra. Él intenta defender a su protector y en un momento de arrebato le pega un tiro». Ahora queda escuchar este martes las versiones de tanto él como de su patrón.