La joven Cruz del Furraque que celebra en mayo la Resurrección

El Grupo Joven de la Hermandad de la Vera Cruz procesiona por las calles del barrio y demuestra por qué la Cofradía más populosa de Los Palacios y Villafranca tiene tanto futuro

La joven Cruz del Furraque que celebra en mayo la Resurrección

La joven Cruz del Furraque que celebra en mayo la Resurrección / Álvaro Romero

Álvaro Romero

Mayo ha dejado siempre en el aire estos juegos de niños. Un palé y media docena de chiquillos jugando al pasito. Aquella remota tertulia de La Trabajadera del siglo pasado. Los pasitos desfilando juntos por La Almazara... Pero entre la niñez cofrade y la consolidación de hermandades tan populosas como la de la Vera Cruz, en el barrio del Furraque, hay un eslabón que no se pierde gracias a los grupos jóvenes, como este de la capilla de San Sebastián, que ayer logró movilizar a buena parte del pueblo –la que va desde la calle del mismo nombre hasta el Toledillo, y desde ahí a Villa Alfaro- en una tarde especialmente dinámica, porque se presentaba el cartel anunciador de la Coronación canónica de la Patrona, la Virgen de las Nieves, porque había elecciones en la Hermandad de La Borriquita, que terminó con la elección del único candidato, Javier Moreno (188 votos), y porque se había levantado esa marea tibia de la que hablan los viejos y las guirnaldas de papel que adornaban el recorrido flotaban en el cielo de la tarde, suspensas por la esperanza en ese ciclo nuevo que siempre representa una Cruz vacía, una Cruz triunfante, de alegre mayo primaveral.

El paso, el mismo que se usa para el patrón San Sebastián, salió exquisitamente engalanado a las 19.30 horas. Monte de claveles rojos, faroles de guardabrisas, escaleras por haber bajado del Madero a Jesús, el sudario bamboleante de puro triunfo sobre la muerte. A las órdenes de Antonio y Nacho, la cuadrilla –con sus relevos- demostró la misma disciplina en la salida que en cada una de las lentas revirás del recorrido, hasta el filo mismo del crepúsculo en que se llegó de vuelta, más de dos horas después, a la capilla. Adolescencia costalera, juventud en la que palpita ya, crecida, la fe en un modo de existir. Y cada cual con su función en la procesión, porque abajo mandaba una voz de niño a los otros niños, pero afuera iba la comitiva perfectamente ordenada gracias a la labor de Dani y Remedios, entre otros diputados. Cruz de guía, varas representativas, delegados del resto de hermandades, estandartes, flamencas para dejar patente el mayo florido, el chico de la pértiga, la devoción aún desordenada... Y, detrás del paso, una amplia representación de la Banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que sonaba como en cualquier otra estación de penitencia, es decir, con esa dulce solemnidad que da saberte tocando con los tuyos. Los mayores, de público, incluso el hermano mayor de la corporación, Fernando Rincón, se asomó asombrado a la calle La Cárcel, tranquilizado por la evidencia de que venía savia nueva sabiendo estar. Por la calle Arenal hubo que retirar el sudario, por culpa del viento, y se quitó, sin estrépitos, como corresponde a la responsabilidad aprendida de los adultos. A esas alturas de la media tarde, las calles aparecían repletas del sorprendido vecindario, que solo echaba de menos el puesto de chucherías que suele cerrar todas las procesiones. Todo se andará.

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