La muerte tiene un color especial

Tres mujeres mexicanas celebran en Villanueva del Ariscal el mes de los difuntos con la singularidad propia del país azteca

03 nov 2018 / 13:19 h - Actualizado: 03 nov 2018 / 17:46 h.
"Día de los Difuntos"
  • Altar mexicano en el Día de Muertos en Villanueva del Ariscal (Sevilla) elaborado por Paloma, Alejandra y Rosalba. Foto: El Correo
    Altar mexicano en el Día de Muertos en Villanueva del Ariscal (Sevilla) elaborado por Paloma, Alejandra y Rosalba. Foto: El Correo
  • De izquierda a derecha, Rosalba, Alejandra y Paloma, vestidas al estilo mexicano del Día de Muertos. Foto: El Correo.
    De izquierda a derecha, Rosalba, Alejandra y Paloma, vestidas al estilo mexicano del Día de Muertos. Foto: El Correo.

Son Paloma, Alejandra y Rosalba, tres mujeres mexicanas que viven en Villanueva del Ariscal (Sevilla), a unos 12 kilómetros de la ciudad hispalense en la que dos de ellas trabajan. Las tres son también españolas, casadas con españoles y con hijos españoles y mexicanos, España permite a los mexicanos tener la doble nacionalidad. Paloma nació en Aguascalientes, Alejandra en Guadalajara (Jalisco) y Rosalba en Cerocahui, una pequeña localidad situada en la cordillera Tarahumara, al norte de México, estado de Chihuahua. Son las tres únicas mexicanas del pueblo. Buenas amigas, se reúnen con frecuencia pero esta vez lo han hecho para conmemorar el Día de Muertos –así lo llaman en México- tal y como se está haciendo en su país en estas fechas: construyendo un altar que reboza colores y recuerdos de todos aquellos seres queridos a los que cualquiera desee homenajear.

Paloma del Valle es casi tan española y andaluza como mexicana. Ha recorrido varios países como bailaora profesional de flamenco y ahora trabaja en una academia de baile en Triana. La conmemoración del Día de los Muertos pervive en sus recuerdos mexicanos: «Recuerdo las tradicionales calaveritas de azúcar con mi nombre en la frente, a las pequeñas figuras de las frutas de la temporada hechas de azúcar, el pan de muerto que solo se prepara en estas fechas acompañado de atole blanco, una bebida a base de maíz quebrado y agua; recuerdo el color amarillo predominante en el ambiente de las flores de cempasúchil y su aromático olor», nos dice.

Alejandra Ramírez es la que menos tiempo lleva en Villanueva del Ariscal, casi acaba de aterrizar y está aún aclimatándose al lugar en compañía de sus dos hijos –niña y niño, Sibel y Caforo- y de su marido, oriundo del pueblo. «En mi región comenzó a rescatarse esta tradición en los años 90, recuerdo haber descubierto el significado de los altares como un mero proyecto escolar, posteriormente me apropié de su riqueza a través de los viajes y las exhibiciones de ofrendas en distintos estados de México, sobre todo recuerdo la celebración en Pátzcuaro donde el naranja y morado de las flores, la luz de las velas y el olor a copal inundan las calles empedradas y las casas blanco y rojo con techo de teja, tradicionales de aquella zona».

Menos puede decir de la festividad Rosalba Mancinas. El Día de Muertos no se celebra igual en el norte del país «aunque en los últimos años la costumbre –que nos viene del centro y del sur- se ha implantado bastante, hay concursos de altares en colegios e institutos, será para que hagan de contrapeso a la fiesta de Halloween, nosotros tenemos muy cerca a Estados Unidos».

El día mexicano de los difuntos parece revestirse de un regocijo y colorido que en Andalucía no suele darse, al menos en estos tiempos porque sí se recuerdan algarabías en torno a los muertos en los antiguos corrales de vecinos o en determinados espacios de los clásicos cortijos de antaño. Cuando se les pregunta sobre el significado de la conmemoración en comparación con Andalucía, Alejandra contesta: «Lo que hacemos encierra la idea de un lugar en el que habitan los muertos al que se llega escalando distintas pruebas que ayudan a purificar el espíritu del difunto que puede retornar para visitar a sus seres queridos a través del portal del altar y gozar de los placeres de la tierra». ¿Y por qué tanto colorido? «Creo que la visión de la muerte en México no deja de lado la tristeza, pero nos permitimos jugar un poco con ella, disfrutamos de la melancolía recordando las risas que un día compartimos, brindamos y cantamos con y por el que se fue como si aún se encontrara entre nosotros».

«Con el altar de muertos hacemos la invitación a nuestros seres difuntos a regresar a casa, donde los recibiremos en familia, con mucha alegría, ofreciéndoles ofrendas llenas de sabores y de su comida y bebida favorita. Los altares son parte importante de las tradiciones tanto de mi familia como de la comunidad, pues con la ofrenda se convoca la memoria de nuestros muertos, sentimos la presencia de todos nuestros seres queridos porque ya hemos ido colocando en el altar lo que más les gustaba como su bebida y su platillo favorito», añade Paloma mientras su hija Leonor –de 3 años- la mira con una sonrisa de la que pocas veces nos priva.

Le preguntamos a Paloma si contrasta tanto colorido y festividad con una tradición que en Andalucía puede considerarse luctuosa. «En referencia a la muerte, el contraste entre la cultura mexicana con la de otras culturas como en Andalucía pudiera ser muy notoria, la diferencia reside en la forma mexicana de ver la muerte como algo natural, una celebración a la vida que hay después de la muerte, una fiesta para venerar y honrar a los muertos; se rinde homenaje a nuestros ancestros, familiares y amigos que han abandonado la vida terrenal». La bailaora mexicana –casada con Joaquín, artesano de la joyería nacido en Villanueva donde tiene hondas raíces- sigue argumentando, de forma similar a Alejandra, el significado del día de difuntos en su país: «Recordar a los difuntos con una mesa llena de alimentos, flores, veladoras y ambiente de folclor y música para reírnos de la muerte. Son días alegres, coloridos y fiesteros pues se les está ayudando a los difuntos a llevar un buen camino durante su travesía además de que son invitados a regresar para convivir en un ambiente de fiesta y armonía en esas fechas».

Rosalba se ha repartido las tareas con sus amigas y ha disfrazado de Catrina a su hija Julia -10 años-, nacida en Sevilla al contrario que su hermano Andrei -18 años- que es de Chihuahua, como su madre, pero llegó a Sevilla con 4 años y estudia Física en su universidad donde su madre enseña periodismo. Y, claro, nuestras tres protagonistas también se han vestido para la ocasión. En México la muerte tiene un color especial que en esta época del año se une significativamente al de Sevilla.

Algunos símbolos y significados del Día de Muertos en México

• Agua: fuente de vida para mitigar la sed de las almas en su largo recorrido.

• Calavera de azúcar: alusión a la muerte, siempre presente; “no lloramos a la muerte, nos burlamos de ella, la bailamos, la cantamos, la celebramos, la hacemos sátira e inspiración literaria”, dice Paloma.

• Comida: simbólicamente, los difuntos vienen a disfrutar aquellos sabores que tanto les gustaban en vida, como dulce de calabaza, batata, frutas, etc.

• Copal o incienso: se usa para limpiar, para guiar el camino.

• El pan de muertos: representa su cuerpo y el ciclo vital de la vida.

• El primer nivel es la puerta que conecta el mundo de los muertos con el de los vivos; un recorrido desde el inframundo, la tierra y el cielo.

• El retrato: nos recuerda al ser querido que ya no está.

• La flor de cempasúchil: en nahuath “flor de veinte mil pétalos”, símbolo de festividad, y los pétalos se colocan en el suelo para marcar el camino que deben seguir las almas de los difuntos hacia los altares levantados en su honor.

• Niveles del altar: Se coloca el altar con 7 niveles que es el recorrido que debe atravesar el alma para llegar a su lugar final.

• Papel picado: representa al elemento viento.

• Sal: Purificación de las almas en su viaje.

• Velas y veladoras: Guía, luz, fe y esperanza.