La cosa empezó como suele: mucha psicología, mucha pedagogía, mucha reunión previa y el lanzamiento de uno de esos carteles virtuales que ahora colapsan los grupos de whatsapp. Incluso enumeraban las razones para hacerse voluntario, por si no convencían: “Vivo experiencias nuevas que me enriquecen a nivel personal”, rezaba el cartel anunciador, que abundaba en motivos más pragmáticos aún: “Consigo una experiencia que puede ser un trampolín a un empleo”. Etcétera. Sin embargo, cuando ayer por la tarde quedaron todos en persona para presentarse, se fue rompiendo el protocolo porque ni los chicos con Síndrome de Down esperaban que llegaran nada menos que 20 voluntarios ni estos estaban preparados para la simpatía desbordante de aquellos.
El caso es que la reunión formal entre voluntarios, los chicos de Aura, sus familiares y los profesionales de la asociación se fue transformando en una quedada de corazones desbordantes y bien porque uno hizo una broma, bien porque otro la rio a carcajadas, lo cierto es que toda la metodología libresca del encuentro saltó por los aires cuando, ya en plena calle para dar un paseíto, alguien propuso ir a la hamburguesería. “Lo que para otros es algo banal, para nosotros es algo extraordinario”, explica la madre de uno de los chicos, encantada con la experiencia. Se hicieron dos grupos, uno de mayores con voluntarios que conectaban más con sus cosas y otro de jóvenes...
En el Burger, como en todo contexto donde solo manda la alegría, no había diferencias entre los socios de Aura y los voluntarios que los acompañaban. Uno enseñaba algo en el móvil y los demás se desternillaban. Otra fue a echarse un refresco y los demás descubrían que se podía repetir. Y las conversaciones fluían solas. Lo que suele pasar en todas las pandillas. “Las personas con discapacidad tienen las mismas necesidades, los mismos sueños y las mismas aspiraciones que cualquier otra persona”, explicaba otra madre, asombrada de que fueran los voluntarios los agradecidos “cuando somos nosotros los padres los que sentimos tanta gratitud”. La sensación generalizada de anoche es que este tipo de actividades tenían que haberla iniciado antes.
Nunca es tarde si la dicha es buena, porque Aura cumple precisamente estos días 25 años de historia, un cuarto de siglo de normalización en el que cada vez se avanza más hacia la visibilización y la integración total de sus usuarios, con eventos educativos, deportivos o, como ahora, salir con amigos que no son tan diferentes como ellos pensaban.
XXI Jornadas de las personas con discapacidad
Precisamente el próximo domingo día 21 comienzan en Los Palacios y Villafranca las XXI Jornadas de Personas con Discapacidad. Lo primero será la inauguración de una exposición fotográfica con motivo del 25º aniversario de la asociación Aura en la Plaza de España a las 11.00 horas. Luego, se reinaugurará la sede de Aura en la Plaza de la Almazara. Ya el lunes 22, en el centro ocupacional de personas con discapacidad, tendrá lugar una jornada de convivencia de los usuarios de allí con el alumnado del aula específica del IES Marismas. El martes 23, el mismo centro ocupacional acogerá un taller de repostería navideña. El miércoles, en la Casa de la Cultura, habrá unas jornadas de inserción laboral para personas con discapacidad. Después de varias jornadas con diferentes propuestas de actividades y convivencias, el jueves 2 de diciembre se presentará el poemario del socio y directivo de la asociación Adifipa Juan Begines en la Biblioteca municipal Generación del 27. Será a las 18.00 horas y el libro se titula Islotes en la laguna.