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La Torre de Guadalcanal recobra vida gracias a su restauración

Este fin de semana se ha procedido a presentar el proyecto y obra de una restauración que Guadalcanal venía demandando desde hace más de diez años con la intervención del arquitecto de la misma y el Arzobispo Juan José Asenjo.

02 dic 2018 / 13:11 h - Actualizado: 02 dic 2018 / 13:14 h.
  • La Torre de Guadalcanal recobra vida gracias a su restauración

Cuatro años han pasado desde que este mismo rotativo diera la noticia de que en las donaciones ciudadanas podría estar la base de la restauración de la Torre de Santa María de la Asunción. Esta lucía unas redes negras en dos de sus plantas y en la azotea desde 2008. El deterioro y el riesgo de desprendimientos eran más que palpable. Y eso era tan solo lo que se veía desde fuera y a mucha distancia. La escalera que daba acceso al campanario estaba, igualmente, tan deteriorado que ponía en juego, incluso, la integridad de quien subiera al mismo.

En aquel entonces, el párroco de Santa María de la Asunción era Juan Carlos de la Rosa, quien ya hablaba de las dificultades económicas para afrontar una intervención de este calibre. Cuatro años después, y con Genaro Escudero de párroco, la restauración es ya una realidad. Han sido mas de dos años de trabajo y doscientos mil euros de por medio que ha sufragado en su totalidad el Arzobispado. Algo que supone toda una excepción, tal y como asegura el Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, quien el domingo presidió la eucaristía de acción de gracias por la finalización de la restauración y la posterior jornada de confirmaciones.

La Torre de Guadalcanal recobra vida gracias a su restauración

Presentación de la restauración

Un día antes, tal y como ya había anunciado el párroco local con anterioridad, había tenido lugar la presentación de lo que ha sido el proyecto y la obra que se ha llevado a cabo en esta torre, y para ello se contó con la intervención de José María Rincón Calderón, uno de los arquitectos del estudio J2, quienes han sido los encargados de llevar a cabo los trabajos de restauración.

En la sede de la propia parroquia, el arquitecto explicó a los presentes el proceso de restauración mediante una presentación en la que dividió el trabajo realizado en cinco puntos. Empezó por hacer una introducción, fruto de sus primeras visitas y acercamientos al pueblo de Guadalcanal y a la torre en sí, deduciendo que esta edificación suponía todo un símbolo para la localidad y resaltando, igualmente, las muchas características que la hacían especial, como el hecho de estar rodeada de edificios. En una segunda parte, Rincón analizó la fase de investigación. Todo un trabajo llevado a cabo por profesionales en el que se realizó un exhaustivo trabajo de consulta de archivos tanto locales como provinciales, del propio arzobispado e incluso de la provincia de Badajoz. No hay que olvidar que esta localidad perteneció a Extremadura hasta el año 1833.

Parte de la muralla

De este trabajo de investigación dedujeron lo que ya sospechaban y era que la torre debió ser un elemento de defensa de la antigua muralla que rodeaba el pueblo. Una muralla de la que tan solo se conserva un trozo de muro, una puerta que sirve a su vez de puerta a la sacristía y esta edificación de la que hablamos, que en sus orígenes dispuso de almenas que, posteriormente se cayeron.

La tercera fase que el arquitecto explicó a los congregados en la parroquia en la tarde del sábado fue la del proyecto. Una explicación sublime y muy instructiva en la que el estudio encargado de la obra llevó a cabo un trabajo minucioso en el que se estudió al milímetro las partes en las que se debía de intervenir. Se llevaron a cabo algunos estudios como el de la climatología, sorprendiendo con el dato de una diferencia térmica de hasta 30 grados en un mismo mes, y registrando un cien por cien de humedad en muchos casos, algo que, dijo, no venía nada bien a la edificación.

Filosofía de restauración

Por último, procedió a explicar la obra. Una obra en la que se intervino en los aspectos en que la torre más lo necesitaba, como fueron las grietas y fisuras, las pérdidas de material o la limpieza. En este aspecto, el arquitecto dejó clara una de las máximas de la filosofía de restauración, que no consiste en imitar la construcción original, sino en conservar y dejar constancia de donde se intervino, sin alterar el curso de la historia del edificio. Se procedió, entre otros trabajos, al sellado de grietas y fisuras, en ocasiones con enormes grapas y prótesis que dejan constancia de las cicatrices de “un enfermo”. Y es que el arquitecto en su explicación quiso humanizar la torre de esta manera para que comprendieran los presentes que la Torre era una persona enferma. Una persona que iba cada día a peor y que necesitaba una rápida intervención si no quería ver acabar sus días. La cura ha llegado en forma de restauración y el resultado de la misma es más que notable.

Tras más de diez años vestida de luto, enferma de muerte y viendo como se consumía día a día, hoy la torre luce impoluta visible desde cualquier punto de la localidad. El enfermo vuelve a la vida y Guadalcanal presume de símbolo. Por medio quedan más de dos años de trabajos e ilusiones, una campana extraviada con final feliz y una intervención tan deseada como ilusionante.