La Virgen de Guaditoca regresa a Guadalcanal en un fin de semana espléndido

El sábado se celebró la Romería de abril, que traía de vuelta a la Patrona de Guadalcanal al pueblo. Dos años y medio después, Guadalcanal pudo celebrar una nueva romería. El domingo se procedió a la “bajada”, desde la capilla del Convento del Espíritu Santo hasta la Iglesia de Sta. María de la Asunción.

02 may 2022 / 10:19 h - Actualizado: 02 may 2022 / 10:21 h.
"La provincia en fiestas"
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Guaditoca nunca se va, porque en Guadalcanal su patrona está presente en cada pensamiento, en cada plegaria, en cada súplica y en cada agradecimiento. Guaditoca nunca se va, porque, aunque no esté presente hay un aura mágica en Guadalcanal que impregna cada rincón de la localidad. Sin embargo, Guaditoca regresó por abril y abrió mayo con su presencia, porque así lo quiere la tradición, porque mientras así sea, la sensación es que todo va bien.

Este sábado Guadalcanal volvió a disfrutar de una nueva romería en honor a Ntra. Sra. de Guaditoca, su patrona. La última vez que su pueblo se reunió en torno ella en su santuario fue en septiembre de 2019. Después llegó la pandemia y abril se quedó si su romería. La Virgen regresó al pueblo en un discreto traslado una vez pasó el confinamiento duro, y en la Parroquia de Sta. María de la Asunción permaneció dieciocho meses. Se suspendió también la romería de Septiembre, y de manera excepcional se permitió que la imagen divina de la patrona permaneciera este tiempo en el pueblo. Finalmente hace siete meses la Virgen regresó a su ermita, a doce kilómetros del núcleo urbano, en otro traslado que no se consideró romería. De ahí que dos años y medio después, las sensaciones estuvieran a flor de piel y Guadalcanal volviera a vivir con pasión uno de los días más esperados del año.

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Ganas de romería

Había ganas de romería, porque había ganas de celebrar. Celebrar que el mal sueño al fin pasó. Que las rogativas al cielo con su nombre en cada boca surtieron efecto y que cuando ella quiso, al fin hubo romería. El cielo, con su azul mágico, y el sol, con su radiante amarillo quisieron sumarse a este día grande. El camino, por su parte, aguardaba abrigando el débil asfalto con olores a jara y romero. Un verde mando guiaba al romero de regreso a Guaditoca, como también guiaría a Guaditoca de regreso a Guadalcanal.

Y así, a las doce la Ermita se llenaba de fieles y devotos de la bendita imagen de la Patrona de Guadalcanal para llevar a cabo la misa de romeros, acompañada del Coro Ntra. Sra. de Guaditoca. Eran las doce del mediodía y para entonces los alrededores del templo ya estaban llenos de guadalcanalenses que en reuniones de jóvenes, niños y grandes comían, bebían, cantaban y disfrutaban de un magnífico día aguardando la hora de la partida. Esta llegaría a las cinco de la tarde, y al igual que ocurriera en Semana Santa, el corazón se congeló y el tiempo se detuvo cuando vestida de pastora y a hombros de sus fieles cruzaba la puerta de la ermita y emprendía camino al pueblo.

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Doce kilómetros y ocho cruces

Turnándose durante los doce kilómetros que le separaban de Guadalcanal, la imagen fue portada por hombres y mujeres y

paró en cada una de las ocho cruces del camino. La de La Llegada, la de La Aparición, la del Aceite, la de La Hormiga, la de La Barita, la de Buenavista, la del Cruce y la del Puerto. Ocho paradas obligatorias, ocho salves, ocho maneras de rezar cantando. En torno a las diez la Virgen de Guaditoca llegaba a la Capilla del Espíritu Santo donde un mar de ojos vidriosos daba la bienvenida a aquella que todo lo puedo y que despierta los más puros pensamientos.

Si el día de romería y el camino fueron mágicos, no menos lo fue la noche. Dentro de la celebración por su llegada, el momento íntimo y místico fue el del pasar de las horas, mientras la imagen de la Patrona era velada por su pueblo. Una noche eterna y a la vez efímera, llena de conversaciones en silencio. La antesala de otro día nuevo, de un mes de mayo recién llegado, en el día de las madres, siendo la madre más grande de todas la de todos los guadalcanalenses.

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Una bajada muy especial

Y ya vestida de reina y entronizada en su paso de procesión, la primera misa desde su llegada en la propia capilla del convento. Fuera empezaba a desfilar el incienso a la vez que salían estandartes de hermandades y agrupaciones de Guadalcanal que abrían una comitiva encabezada por el Niño Bellotero portado, como no por niños y niñas de Guadalcanal. Una comitiva que cerraría la Banda Ntra.Sra. de Guaditoca y que tenía como protagonista suma a la Patrona de Guadalcanal sacada, esta vez, por costaleros que como el resto del pueblo esperaban ansiosos el momento de cargar con ella para regresarla a la iglesia. Y de esta manera, la Virgen salvó la puerta de la capilla y se puso en la calle a los sones del Himno de España y de A ti Guaditoca. Se encaminó después por la Calle Espíritu Santo mientras a sus pies se postraba un pueblo engalanado para la ocasión.

El tiempo parece que no pasó, pero sí que lo hizo. Fueron dos años y medio que nadie imaginó, pero que ha convertido a Guadalcanal en un pueblo mejor. En una localidad solidaria y encomendada a la causa común. Dos años y medio que culminan viéndola de nuevo en su paso, recorriendo sus calles, derramando lágrimas de alegría, disparando fuegos artificiales al cielo y regresando a Sta. María de la Asunción donde volverá a ser reina, madre y señora de Guadalcanal, como siempre lo es, porque Guaditoca nunca se fue.