El taller del imaginero Juan Manuel Martín se ha convertido en Los Palacios y Villafranca en un popular santuario de peregrinación de cientos de personas diarias, ahora que su Virgen del Confinamiento -bautizada metafóricamente así por este periódico pero que aún no tiene advocación oficial- se ha terminado por completo. La imagen, desde luego, ha cambiado considerablemente con respecto a aquellas instantáneas que se ofrecieron durante el proceso de creación. Y si hace dos semanas había 390 candidatos de todo el mundo para quedársela, entre diócesis, parroquias, hermandades y conventos, ahora superan ya el medio millar, procedentes de los cinco continentes, si bien no ha recibido ninguna petición en su propio pueblo.
El imaginero, de hecho, lleva semanas dedicado por completo a recibir visitas a lo largo de jornadas con sus horarios para organizar la entrada y salida de curiosos, devotos y simpatizantes, amén de medios de comunicación de todo el país que no han cesado de entrevistarlo desde que El Correo de Andalucía publicara su curiosa historia: la de un escultor que comenzó de cero en el proceso de creación de una imagen durante el confinamiento al que nos obligó el COVID-19, haciendo vídeos en directo a través de las redes sociales y cuya popularidad alcanzó niveles inéditos. Martín, tal y como decidió desde el primer momento, donará la Virgen a una parroquia o hermandad que aún está por determinar, pues “me pondré en manos de Dios para decidirlo”.
Pero hay más. Aunque al principio el propio escultor hizo unos sobrecitos con virutas de la talla y una estampita a modo de reliquia, por petición de tantos devotos virtuales, la creación de recuerdos de esta Virgen sin destino aún ha crecido más, y ahora “haremos una serie de estampas con la Virgen terminada y vestida y hasta medallas con su imagen” que se venderán porque hay demanda. Todo lo recaudado de esta venta, “íntegramente”, insiste Martín, “será donado para la investigación científica en la búsqueda de la vacuna contra el coronavirus”.
Tourné divina
Hasta el próximo mes de septiembre, “cuando tengamos que decidir dónde se queda definitivamente”, la Virgen realizará un recorrido que comenzará en breve por los hospitales sevillanos. “En principio va a estar unos días en cada hospital de Sevilla, incluido el de San Juan de Dios de Bormujos”, ha precisado el imaginero, “pero no estamos seguros de si será posible en todos ahora que está habiendo rebrotes, esperemos que sí”. En cualquier caso, la imagen se expondrá en las próximas semanas en varias hermandades de El Puerto de Santa María (Cádiz), Huelva y otras diócesis andaluzas. “He recibido propuestas para llevar también a la Virgen a otros lugares de España como la Catedral de Valencia”, explica Martín. Ya en septiembre, la Virgen volverá para ser expuesta en la iglesia de los Terceros, sede de la Hermandad de La Cena. Y entonces será el momento de decidir su destino definitivo.
El imaginero palaciego insiste en que “no me creo aún la repercusión que ha tenido la iniciativa, no solo en lo que se refiere a las visitas en las redes sociales en sí, sino por las numerosas peticiones recibidas y que me siguen llegando para acoger a la imagen y darle un culto público, porque la lista de candidatos no para de crecer”, ha declarado el imaginero.
Una talla con mucho simbolismo
El escultor ha destacado que ha sido un proceso íntegramente artesanal, “con el método para sacar de punto que empleaba Miguel Ángel”. En cuanto a la talla, el autor ha querido plasmar a una mujer sevillana –el rostro de su madre, fallecida en diciembre, le sirvió de inspiración- y la ha dotado de mucho simbolismo. Así, en el moño tallado de la imagen figura la madeja del NODO, emblema de la ciudad de Sevilla, y varios jazmines, “como solían ponerse en el cabello las personas mayores de mi pueblo”. Además, “las tres lágrimas que lleva en su mejilla obedece a que han sido tres los meses de confinamiento”.
Y un libro
Una editorial catalana, Pluma de Sueños, ha ofrecido estos días a Martín la posibilidad de publicar un libro dedicado a esta historia que comenzó el pasado mes de marzo y que culmina ahora con su terminación y una repercusión internacional sin precedentes. La obra llevará por título una expresión muy utilizada estos meses por el autor: Bendita locura.