Lebrija inaugura un monumento a Elio Antonio

El 1 de julio se inauguró en Lebrija, un monumento dedicado a los 500 años de la muerte de uno de sus hijos ilustres.

La Ministra de Hacienda Mª Jesús Montero, la Delegada de Fomento de la Junta de Andalucía Susana Cayuelas, el Alcalde de Lebrija José Benito Barroso, el escultor Manuel Fernández  Barrones, familiares, autoridades y amigos. FOTO: T.L

La Ministra de Hacienda Mª Jesús Montero, la Delegada de Fomento de la Junta de Andalucía Susana Cayuelas, el Alcalde de Lebrija José Benito Barroso, el escultor Manuel Fernández Barrones, familiares, autoridades y amigos. FOTO: T.L / Teresa Lafita Gordillo

Teresa Lafita Gordillo

Coincidiendo con los cinco siglos que han transcurrido ya de la muerte de ELIO ANTONIO MARTINEZ DE CALA XARANA (se considera que se produjo el 2 de julio de 1522), el pasado viernes tuvo lugar la solemne inauguración en su ciudad natal -de la cual él la toma su nombre- de un nuevo monumento dedicado a inmortalizar al genial humanista.

El monumento en cuestión: un obelisco de 12,20 m. de altura, se instaló en una de las plazas principales del casco antiguo e histórico de Lebrija –la dedicada a uno de sus contemporáneos y también paisano Juan Díaz de Solís- la cual ha cobrado una nueva vida gracias a la renovación que se ha hecho de la misma.

El solemne acto corrió a cargo de la Ministra de Hacienda, Excma. Sra. Dª Mª Jesús Montero Cuadrado; la Delegada Territorial de Fomento, Cultura y Patrimonio Histórico de Junta de Andalucía Excma. Sra. Dª Susana Cayuelas, el Excmo. Alcalde de Lebrija Excmo. Sr. D. José Benito Barroso, el profesor de lengua y literatura e iniciador de su elevación, D. Jesús Rodríguez del Pozo; y el autor del mismo, el escultor D. Manuel Fernández Barrones.

Todos coincidieron en resaltar la ingente labor filológica, científica, lingüística, literaria, jurídica, teológica y en tantos y tantos ámbitos de su universal saber, emprendida por el genial lebricense.

La ceremonia de inauguración, que estuvo acompañada por toda la Corporación Municipal, Miembros de la Comisión del V Centenario y de las diferentes entidades que conforman los diferentes Comités Científicos, autoridades civiles, militares y numeroso público en general, se congregó en la plaza engalanada en balcones y banderolas con el logotipo del V Centenario.

El escultor –Manuel Fernández Barrones (Lebrija 1947)- ha hecho en esta obra un verdadero alarde de todos sus conocimientos técnicos sobre los materiales, la talla en piedra y sobre todo, en la labor de “orfebrería” en el mármol de Carrara que le sirve de base y siempre usa por las calidades excepcionales que le permite, claro es, gracias al virtuosismo que ha ido adquiriendo de manera autodidacta desde su primera juventud.

Esto le ha permitido tratar las superficies relivarias con diferentes planos de profundidad, detenerse en pequeñísimos detalles como si fuera un miniaturista, aplicar técnicas como la de los paños mojados, la utilización además de cinceles, del “trépano”, con lo que consigue unos efectos espectaculares, a la hora de captar la fisionomía de los personajes representados

El obelisco que tantas significaciones tiene en el contexto de las formas artísticas, funerarias, cultuales y suntuarias como símbolo de la trascendencia, de lo que une la vida terrena con la inmortalidad que significa en este caso Elio Antonio, se acompaña en su base cuadrangular por cuatro relieves (uno por cada cara del mismo) y una serie de inscripciones en cada una de sus frentes, tanto arriba como debajo de los relieves del cuerpo principal sobre el que se van disponiendo los sillares en tamaño decreciente, que son los que forman la estructura del obelisco propiamente dicho.

La obra rebosa clasicismo y una perfecta dicción de los vocabularios escultóricos y constructivos, al estar formado por una planta poligonal con resaltes angulares que hace las funciones de soporte, una serie de dinteles con molduras de transición entre cada una de las partes en que se divide: la plataforma escalonada del primero de ellos, la central con los relieves en el centro de parejas de semicolumnas situadas a cada lado de sus esquinas, y la peana con una estilización de las bolas o pomas utilizadas en el Renacimiento, época posterior a la de los Reyes Católicos, en las que vivió Elio Antonio.

El primero de los relieves representa la infancia del protagonista en Lebrija en donde como puede apreciarse por la documentación gráfica, está lleno de pormenores, alusiones a los juegos infantiles, las labores del campo, a la afición por el estudio del sabio humanista y en la lejanía, la silueta de su pueblo natal –o “parva domus”- con la representación de tres de sus edificios emblemáticos: la muralla, el castillo y la Iglesia de la V. de la Oliva, paisajes naturales con gran atención a la flora y fauna.

Como curiosidad, destaca en que debajo del asiento del todavía niño Antonio -después antepondrá el Elio por su admiración a su tierra, la Bética romana con la que tanto se identificó por la cultura de esta y por su extraordinario conocimiento del latín- una representación de Baco que bien podría aludir a la fundación mítica de Lebrija por este dios greco-romano, los placeres corporales o a la vendimia de los buenos caldos de Lebrija. Bajo este recuadro, la firma del escultor: “Barrones” y un texto redactado por el Catedrático de Latín de la Universidad de Cádiz, D. José Maestre y Maestre, transformando el apellido en “Varronio” que concluye con la dedicatoria “al Senado y al Pueblo de Lebrija”, ya que el monumento ha sido donado por su autor a su amado pueblo, aprobándose en el Pleno Municipal por todos los integrantes de la Corporación. “Una obra que parte del pueblo, de la iniciativa popular como fue la creación de la Fundación del V Centenario en Lebrija, y va hacia el pueblo y no a la inversa, como muchas veces ocurre” en palabras del profesor de Lengua y Literatura Jesús Rodríguez del Pozo.

El segundo, recoge la escena del regreso de Elio Antonio de Bolonia, donde estudió cinco años en el Real Colegio de S. Clemente de los españoles, y es contratado por el entonces Arzobispo de Sevilla Alonso de Fonseca para que de clases a su sobrino -representado sentado junto a él- y frente a un grupo de alumnos, su gato y un típico cántaro lebrijano de la época, un plano de Italia, una vista de la Giralda, el escudo del arzobispo y una estantería con libros, que aluden de manera gráfica a la narración histórica del asunto, siguiendo los precedentes iconográficos.

El tercero recoge uno de los momentos de su residencia en diferentes localidades extremeñas (Alcántara, Brozas y Plasencia, en Cáceres, y Zalamea y Villanueva de la Serena en Badajoz), donde el “Maestro Antonio” siguió a su mecenas D. Juan de Zúñiga (último maestre de la Orden de Alcántara) , y en concreto este, que sitúa en su escritorio de Zalamea de la Serena donde escribirá su famosa “Gramática Castellana”, y que incluye una nueva serie de elementos simbólicos: los dos libros ya publicados por Elio Antonio (“Las Introducciones Latinas” y el “Diccionario Latín-Castellano”), un reloj de arena en referencia a sus “Instrucciones para ponerlo en funcionamiento”, un crucifijo a sus estudios teológicos, un mapa donde se esboza el continente americano -descubierto el mismo año que la edición de su Gramática- un tintero con la figura de Neptuno, útiles de escribanía y un lebrillo lebrijano que lo vincula con su pueblo, del que no perdió nunca su recuerdo.

El cuarto y último, lo contempla en su etapa de madurez y senectud en Salamanca y Alcalá de Henares (donde a su pesar fallece pues quiso siempre regresar a Lebrija), repasando con el cardenal Cisneros –otro de sus mentores y defensor en la Inquisición por su traducción de la “Vulgata”- un ejemplar de la Biblia Políglota de la que Elio se encargó de su traducción latina. Numerosa simbología alusiva a la imprenta, ese invento genial que le proporcionó una difusión extraordinaria por Europa y el nuevo continente, la esfera del Nuevo Continente cuando a partir de Colón se sabía que la Tierra era redonda, el escudo de los Reyes Católicos, la dedicatoria a la reina Isabel y una alegoría vaticinadora de la muerte del protagonista.

Muchos son los actos que se están celebrando, como ahora mismo en Lebrija, el Congreso Internacional “Elio Antonio de Nebrija: Humanismo y Poder”. Con todos, se difunde y analiza su obra entre los expertos y los que le estamos conociendo gracias a ellos, como la Comisaria por la Junta de Andalucía del V Centenario Dª Lola Pons; diferentes Comités, la Real Academia de la Lengua –entre ellos los Srs. Darío Villanueva y Juan Gil- la Hermandad de los Santos, representada por D. Jacobo Cortines, Ministerios, Biblioteca Nacional, Archivo de Indias, General de Andalucía, Universidad de Sevilla y Cádiz y todas las ciudades relacionadas con Elio Antonio. La importancia de la ingente obra de Elio Antonio, ha hecho posible que podamos expresarnos no (sólo) en el “idioma de Cervantes”, sino en el Universal sistematizado por él.

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