Los mediadores de La Esperanza

Los propios alumnos de este colegio de Cantillana solventan sus conflictos a través de un proyecto de mediación escolar

01 may 2018 / 07:32 h - Actualizado: 31 may 2018 / 19:35 h.
"Educación"
  • Los mediadores del curso: José Manuel Esteban, Jesús Reina, Lucía Reina y Mari Nati Durán. / CEIP La Esperanza
    Los mediadores del curso: José Manuel Esteban, Jesús Reina, Lucía Reina y Mari Nati Durán. / CEIP La Esperanza
  • Los mediadores exponen su experiencia escolar. / CEIP La Esperanza
    Los mediadores exponen su experiencia escolar. / CEIP La Esperanza

En el colegio La Esperanza de Cantillana los conflictos apenas pasan desde el patio hasta las aulas. Cualquier problema se trabaja y se soluciona sin que trascienda. Sin aplicar medidas punitivas y sin intervención de los adultos, los conflictos se solucionan entre los alumnos y desde su propia perspectiva. Es la mediación entre iguales, que lleva funcionando desde hace seis cursos en el centro y que se presentó esta semana como proyecto en el Congreso europeo de Servicios Sociales bajo la denominación de COMEin (Convivencia y Mediación Infantil).

El colegio «no es especialmente conflictivo» pero «hubo un pico de incidentes durante varios cursos» que hizo necesario «tomar medidas que no se limitaran al aspecto coercitivo o sancionador», explica José María Bando, director del centro. «Hay incidentes en el recreo a los que los adultos no damos importancia, pero para los niños la tienen». Por ello, «es necesario hablarles al mismo nivel y en sus propios tiempos, lo que les ayuda a expresarse».

Desde esa conclusión se crearon los mediadores del aula. El centro comenzó a trabajar sobre ello al mismo tiempo que los profesores, con bibliografía y documentación sobre mediación entre iguales, se iban formando. «El proyecto se ha ido construyendo con el trabajo. Se establecieron unas líneas generales y a raíz de ahí se ha ido trabajando directamente la mediación y se ha ido complementando» explica Cristina Fernández, la jefa de estudios del colegio.

Cada año, cuatro alumnos de 6º –habitualmente dos niños y dos niñas– ejercen de mediadores. Jesús, Lucía, Mari Nati y José Manuel lo son en el presente curso. Su formación comienza un año antes. Los profesores seleccionan a aquellos alumnos más empáticos o asertivos, contrastando su opinión con un cuestionario genérico que se pasa en la clase. Tras recibir la autorización de los padres se les forma en los recreos. Se les enseñan las fases de la mediación, se les dan estrategias y herramientas para llevarla a cabo, pero con libertad a la hora de actuar. Ningún profesor participa en las sesiones reales, que son además confidenciales –aunque los propios mediadores levanten acta–.

Igual que la formación, las sesiones de mediación se llevan a cabo en los recreos. «Empiezan explicando las reglas: hay que respetarse, tener actitud de arreglar, decir la verdad». A partir de ahí, los mediadores usan los recursos adquiridos y herramientas –cuentos, imágenes, vídeo– pero «no dan la solución, esta tiene que salir de los propios implicados». Tras la resolución, «pasada una semana tienen una revisión, lo ideal es que los acuerdos de cada parte se lleven a cabo. Si todo se ha mantenido y va bien, se da por cerrado el caso».

Tanto para los implicados en los conflictos como para los mediadores es algo enriquecedor. Hasta el punto de perder los recreos a cambio de formarse y ayudar a los demás. «Les reporta tanto personalmente que no les importa perderlos. Les da mucha madurez ser capaces no solo de resolver sus problemas, sino también los de los demás».

Además de resolver conflictos y posibilitar la convivencia en el colegio, se pretende que «vean que dialogando se pueden resolver los problemas, y que el diálogo abre diferentes formas para solucionarlos», explica la jefa de estudios. «Toman parte activa. Así son conscientes de en qué se han equivocado y cómo pueden solucionarlo». En definitiva, «es una manera de democratizar la escuela dándoles parte en su buena marcha», añade Bando.

Este proyecto ha trascendido del propio colegio, pues incluso a nivel municipal se ha tomado en consideración dentro del proyecto de mediación municipal, que el Ayuntamiento ha emprendido en colaboración con la Diputación de Sevilla. Fueron los propios Mediadores de La Esperanza los que expusieron la experiencia en la reunión en la que estuvieron presentes todos los agentes sociales de la localidad.

Se mostró así una experiencia real «que en absoluto es un juego de niños. Es un proceso de mediación real y reglada, con los mismos pasos y normas que se usan para mediar en cualquier conflicto». Una forma novedosa y fructífera de mediación desde la infancia que, a través de los cuatro Mediadores de La Esperanza, se presentó esta semana en el XXVI Congreso Europeo de Servicios Sociales. Participación que además de exportar el proyecto fue «una experiencia increíble para los niños. ¿Quién puede decir que ha participado en un congreso europeo con 11 años?».

Los beneficios son constatables, pues «analizando la evolución, tenemos hasta un 60 por ciento menos de casos que al empezar el proyecto, sobre todo en conflictos de patio». Pero uno de los grandes avances es que «no hay reincidencia en el tiempo. Los niños interiorizan el diálogo antes que el enfrentamiento, adquieren unas herramientas para actuar de otra manera. No se repiten los conflictos no porque no haya roces, sino porque los niños han cambiado su forma de verlos». Una forma también de que la escuela además de transmitir contenidos «enseñe a ser personas».