Villanueva del Ariscal

Los niños y niñas del Colegio Castro Orellana volvieron a protagonizar el Día de la Paz

Cada año en Villanueva del Ariscal el alumnado se desplaza caminando desde este centro hasta la Plaza de España donde los esperan numerosos padres, madres, familiares y vecinos

31 ene 2019 / 08:37 h - Actualizado: 31 ene 2019 / 08:58 h.
"Día de la Paz"
  • Niños y niñas de Villanueva del Ariscal celebrando el Día de la Paz. / El Correo
    Niños y niñas de Villanueva del Ariscal celebrando el Día de la Paz. / El Correo

Todos los años los alumnos del Colegio Manuel Castro Orellana de Villanueva del Ariscal se desplazan caminando desde este centro hasta la Plaza de España, frente al ayuntamiento, donde los esperan numerosos padres, madres, familiares y vecinos. Allí cantan canciones en varios idiomas, lanzan proclamas a favor de un mundo en paz y escuchan la salutación del alcalde, Martín Torres Castro, a quien por cierto no se le da nada mal esto de dirigirse a la infancia, este curso ha regalado a todos los presentes una piruleta en forma de corazón y sobre esa chuche ha girado su pequeña y amena charla.

La paz no es solamente quererla, desearla, sino actuar –ha dicho el alcalde-, en este caso, simbólicamente, no sólo mirar la piruleta sino quitarle el papel a la golosina y llegar al corazón de la gente, sembrar un estado de sosiego allá donde se esté. La paz no es solamente una cuestión de ausencia de belicosidad guerrera y armamentística sino también el respeto al otro, sea de la raza, sexo o condición que sea, en esta última idea insistieron tanto los niños que intervinieron como el propio regidor.

Un grupo de alumnado entonó con sus flautas un trocito del último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven, lo que conocemos como el Himno a la Alegría, mientras que otro cantaba Personne ne resto derriére, un tema en francés –no todo va a ser inglés- donde se hace hincapié en que las gentes y los pueblos no pueden separarse porque hablen distintos idiomas o hayan nacido en diferentes lugares.

Un acto sencillo pero intenso en emociones a cuyo final el alumnado regresa al colegio con un orden bien organizado por su cuerpo profesoral, admirables los maestros y las maestras sean de Villanueva o de cualquier lugar, un colectivo de funcionarios desde hace tiempo infravalorado a quienes sin embargo debemos mucho. Gracias a su trabajo es posible disfrutar de unos minutos de esperanza al calor infantil, bajo la blanca torre de la parroquia ariscaleña de Santa María de Las Nieves.

Son estos pequeños grandes acontecimientos los que deberían recibir mucha más atención por parte del periodismo. Hay un intenso trabajo docente y de los padres detrás de ellos, mucho esfuerzo infantil, estas islas de paz deberían convertirse en continentes para que los seres humanos lograran por fin encontrar esa parte solidaria que sin duda encierran en sus complejas almas. La paz no puede celebrarse sólo un día al año aunque ese día sea tan entrañable y vivificante como lo es en Villanueva del Ariscal, gracias al frescor estimulante que irradian las niñas y niños del colegio Castro Orellana. Eso es lo que nos recuerdan los protagonistas principales del acto.