El Ayuntamiento de Castilleja de la Cuesta ha ubicado en varios puntos del municipio radares que controlan la velocidad del tráfico, con la particularidad de que sonríen o “se enfadan” con los conductores en función de los límites con los que pasen a su altura, una idea llamativa para controlar el tráfico que se complementa con otros radares que se limitan a informar a los conductores de la velocidad que lleva su vehículo su vehículo cuando pasan junto a ellos.
Los radares captan la velocidad del coche y la muestran al conductor con el tiempo adecuado para su corrección, una información, en verde, que va acompañada por un emoji alegre y un mensaje de agradecimiento si el vehículo va a la velocidad adecuada, que en las zonas donde se han ubicado es de 30 kilómetros por hora.
En caso de que los coches circulen a más de esa velocidad, la cara se muestra en rojo y con un emoji triste, todo un aviso que alerta de que hay que levantar el pie del acelerador.
Zonas concretas del pueblo
Se trata de unos radares que se han instalado en avenidas urbanas rectas con tránsito importante o con puntos de alta concentración de personas, como las cercanías de los colegios, donde el límite de velocidad es de 30 kilómetros por hora, el tope a la que el radar deja de sonreír y “riñe” a los conductores que se han pasado del límite, aunque sea por pocos kilómetros de diferencia.
Todo ello en el marco de un plan de potenciación en materia de seguridad vial, cumpliendo la demanda de algunos vecinos que se habían quejado de que en algunas vías los coches van a una velocidad importante.
Por ello, se realizó un estudio con el radar de la Jefatura de Policía Local, y se constató la veracidad de las quejas de los vecinos, de modo que, dentro de un plan de inversión en materia de señalización, se ha llevado a cabo esta iniciativa.
Modernización de las señales
Si todo va conforme a lo previsto, en tres meses habrá terminado el proceso de cambio de las señales obsoletas o en mal estado, y las calles del municipio tendrán mejores condiciones para los conductores, con el matiz de esos radares sonrientes o enfadados, que funcionan, cinco en total, en entorno escolares y zonas de tráfico con cierto peligro del pueblo.
Pero, mientras pasamos junto a ellos, los radares no se limitan a controlar la velocidad, sino que también realizar una labor de conteo de los vehículos que pasan junto a ellos, de modo que puede realizar un trabajo de estudio del tráfico en las calles donde se han colocado.