«No volveré a ver el monte recuperado»

Hasta 80 vecinos de La Alcornocosa y Archidona fueron desalojados de sus viviendas por el fuego. «Hubiera sido imprudente quedarse», admiten

29 ago 2016 / 23:00 h - Actualizado: 30 ago 2016 / 14:10 h.
"Fuerzas de seguridad","Incendios","Bomberos"
  • El colegio Peñaluenga acogió a muchos de ellos. / F.J.D.
    El colegio Peñaluenga acogió a muchos de ellos. / F.J.D.
  • El Ayuntamiento ha proporcionado víveres y alojamiento a los vecinos desalojados. / F. J. D.
    El Ayuntamiento ha proporcionado víveres y alojamiento a los vecinos desalojados. / F. J. D.

El mediodía del domingo puso en alerta a los vecinos de La Alcornocosa. «Cuando el fuego empezó a acercarse a las aldeas, pensamos que lo mejor era irnos», explica Adrián González. Y casi de inmediato fueron evacuados ante el riesgo que suponía permanecer en sus viviendas. Él, junto con 80 personas más, se vieron obligados a salir «con lo puesto» ante el avance del fuego. «Hubiera sido una imprudencia quedarse». Fueron trasladados al colegio Peñaluenga, centro de acogida donde han pasado horas de nervios e incertidumbre. Horas de lamento por «el desastre ecológico. No volveré a ver el monte recuperado», añade Adrián.

«El pueblo entero se ha volcado con nosotros», explica Alfonsa Quiles. «Pero la Guardia Civil nos ha dado un trato desproporcionado en momentos donde deben transmitir calma». Otros coinciden en ello, conscientes de que son momentos delicados, donde es fácil perder los nervios. Sobre todo se vivieron momentos de tensión al intentar evacuar animales y ganado, su modo de vida. Pero además por la premura con la que todo sucedió: «No hemos podido siquiera coger las medicinas [que recogió un vehículo municipal al mediodía]», comentan algunas personas mayores, las mismas que lamentan que «vamos a perder los recuerdos de toda una vida». El párroco, Federico Jiménez, acompaña a los vecinos, «dando ánimos», además de poner las dependencias de la iglesia a disposición de los vecinos.

Han dormido en el colegio, en el hotel de la Reserva Natural o en casas de amigos y familiares. El Ayuntamiento y los castilleros se han volcado para que los evacuados pasen lo mejor posible estos momentos de dolor. Lo peor para Gregoria Bayort fue la impotencia que sintió cuando «ante el atasco de coches, me obligaron a irme, dejando a mis nietos salir en otro coche después, cuando mi intención era sacarlos cuanto antes».

Manuel y Amanecer Romero han visto arder su finca entera. Pero van más allá al afirmar «sin duda» que este incendio, más los que ya se han registrado «son provocados. Quizás por venganza, problemas con los linderos con las fincas...». Hablan sin saber, pero no dudan de la intencionalidad que hay detrás. Incluso aventuran que esto es obra de «uno que mete fuego para grabar el incendio, pero como hacía mucho viento se le fue de las manos».

Las largas horas toman un punto de inflexión cuando a mediodía del lunes el alcalde y la delegada de la Junta tranquilizan a los vecinos avanzando la posibilidad de poder volver a las viviendas por la tarde. Se organizan dos grupos que, acompañados por patrulleros de la benemérita y concejales, acuden a las pedanías para poder alimentar al ganado y comprobar su estado, cuestión que alivia una de las incertidumbres.

Ya en la tarde, con el incendio estabilizado, pudieron volver a sus domicilios. El recuento apunta que solo una casa registró daños importantes, aunque se han perdido fincas, animales y cosechas. Una vez superada esta crisis, el alcalde asegura que, al igual que en estos momentos «se pondrán todos los medios, y acudiremos a donde haga falta para ayudar a los vecinos con sus pérdidas». Y ello lo afirma entre el agradecimiento continuo por su implicación en esta situación. Toca ahora sobreponerse a la adversidad y confiar en que el incendio quede extinguido para poder retomar la vida con normalidad.