Osuna enmudece ante la hermandad del Silencio

En la madrugada del Jueves Santo el recogimiento se hace patente con la majestuosidad de una de las cofradías con más solera de la villa ducal

María Montiel marmondua /
13 abr 2017 / 21:23 h - Actualizado: 13 abr 2017 / 21:54 h.
"Religión","Pregón de la Semana Santa 2017"
  • El Cristo de la Misericordia de Osuna camina sobre un monte de claveles rojos. / M.M.
    El Cristo de la Misericordia de Osuna camina sobre un monte de claveles rojos. / M.M.
  • El tambor del China por las calles de Osuna. /M.M.
    El tambor del China por las calles de Osuna. /M.M.

Bajo un manto de estrellas y en la noche cerrada, las puertas de la Colegiata de Osuna se abrían, de par en par, para dar paso en plena madrugada del Jueves Santo a una de las noches más esperadas de todo el año. Comenzaba su estación de penitencia la Cofradía del Cristo de la Misericordia, Nuestra Señora de la Piedad y San Juan Evangelista ante cientos de ojos que miraban un punto fijo clavado en la cruz.

Con puntualidad, asomaba la medianoche, y un nazareno llamaba a las puertas de la iglesia de la Colegiata para dar comienzo a la estación de penitencia, en un ambiente donde se respiraba solemnidad. La luna era testigo de los pasos tímidos, aunque seguros, del Cristo de la Misericordia. Exornado con un monte de claveles rojos y escoltado por cuatro hachones de cera, el paso iba acompañado por el tambor ronco del China, una tradición que pervive en la mente de todos aquellos vecinos que, por muy lejos que estén, recuerdan este sonido característico de su Semana Grande ursaonense. Detrás, la devoción se hacía palpable con pasos muy cercanos de vecinos que querían ir muy cerca de él. Acompañarlo en esta noche oscura en su desfile.

Bajo una nube de incienso, la talla del crucificado comenzaba su lento caminar por la cuesta de Los Cipreces seguido por un reguero de nazarenos, de negro luto, que iluminaba la talla con el fuego de la vela. Era la única iluminación que lo acompañaba en esta noche de silencio por la zona monumental de la Villa Ducal. El recogimiento que acompañaba al desfile y a la oscuridad que da la hora de la procesión, puesto que el alumbrado público se apaga a al paso del Señor, hacen de esta estación de penitencia una de las más espectaculares de Osuna. Por ello, no es extraño que cientos de ursaonenses y foráneos sigan al Silencio por las calles de la ciudad, no dejando ni un solo hueco libre a la hora de la salida en la puerta de la Colegiata.

El tambor acompaña, en todo el recorrido, y muy cerca la imagen del Cristo, obra de Juan de Mesa datada en 1623 –por encargo de Diego de Ontiveros, canónigo de la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción para un oratorio particular, tal y como se puede observar en el contrato original que se conserva hoy día– y similar, pero de menor tamaño, al Cristo de la Buena Muerte de la conocida también como hermandad de los Estudiantes de Sevilla, cuyo crucificado fue tallado por el mismo autor, tan sólo tres años antes.

La primera salida procesional del Santísimo Cristo de la Misericordia está fechada en 1723. Fue un año de gran sequía, por lo que los capellanes decidieron sacarlo a las calles de la localidad el Martes Santo. Sin embargo, no es hasta 1928 cuando se organiza la cofradía. Es conocida como El Silencio por el recogimiento con el que hace su estación de penitencia a lo largo de todo el recorrido por las calles de Osuna o como de Los Estudiantes, gracias al impulso llevado a cabo en la misma por el que fue director del instituto, Francisco Olid Maysounave, que ostentó el cargo de hermano mayor y dio la imagen actual a la misma.

Tras la salida, las matracas, que acompasan el andar de los penitentes, ponen rumbo hasta la carrera oficial donde se pide la venia, también en silencio. Sobrecoge la imagen del Señor con el cielo de fondo y el silencio de la noche.

Arropado por cientos de nazarenos que guiaban el camino con sus cirios, avanzaba camino hacia casa. Era ya madrugada cuando llegaba a la Colegiata para, despedirse de Osuna esperando revivir otra noche de Jueves Santo en plenitud en la villa ducal.