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Obituario

Pepe Perea, ya pintor en el cielo

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
04 sep 2019 / 08:24 h - Actualizado: 04 sep 2019 / 08:31 h.
"Pintura","Obituario"
  • Pepe Perea (primero por la dcha.). / El Correo
    Pepe Perea (primero por la dcha.). / El Correo

Conocí a José Perea Carvajal cuando él ya había terminado de vivir lo que todo el mundo y se dedicaba en exclusiva a ser un pintor al que le gustaba vivir. Yo era un mocoso cuando lo admiraba a él, a Miguel Roldán, a Paco Caballero, a Emilio Gavira y a otros tantos ateneístas palaciegos, y lo seguí siendo la primera vez que lo entrevisté para la revista El Soberao.

Ayer me enteré de que había muerto cuando acababa de ser incinerado, con lo cual ni siquiera pude ir a despedirlo a esa parroquia en la que yo me crie y en la que él inmortalizó en óleo sobre lienzo a algunos de sus párrocos, como Paco el Cura o Don Juan Tardío. Seguro que solo por eso -y por las Inmaculadas que le copió a Murillo- es ya un pintor en el cielo, como imaginó Romero Murube a Higinio Capote, el pintor de Arcos al que le dedicó Pueblo lejano...

Pepe Perea, ya pintor en el cielo
Cuadro ‘Rincón de los Lirios’. / El Correo

Pepe Perea dibujó bien desde niño, hasta el punto de que el maestro más célebre del pueblo, Diego Llorente, le encargaba un dibujo diario sobre lo que tratara en clase. Pero, autodidacta, tuvo que esperar a los cuarenta y tantos para atreverse a exponer públicamente por primera vez. Sorprendió tanto, que a muchos nos apenó habernos perdido tanto de alguien que hubiera pintado muchísimo más solo con que lo hubiéramos animado antes.

Obsesionado con el realismo, decía sufrir mucho con su labor, porque pretendía captar el movimiento, el color, el pliegue e incluso la falta de luz que le envidiaba a Velázquez, el pintor que siempre tuvo en la boca, y, aunque para los profanos lo conseguía con creces, él mismo tenía un sentido de la autocrítica tan juanramoniano, que nunca se conformaba con que así fuera la rosa. Solía relatar con mucha gracia aquella ocasión en la que entregó a una clienta un bodegón con queso y, para sorprenderla, pegó unas cortezas de verdadero queso detrás. Al tomar el cuadro, la mujer, alucinada con la verosimilitud de lo pintado, exclamó: “¡Pepe, es que hasta huele a queso!”.

Pepe Perea, ya pintor en el cielo
Cuadro ‘Calle Sacristanes’. / El Correo

Pepe Perea pintó algunos de los lugares más pintorescos de Los Palacios y Villafranca, como el Rincón de los Lirios, la cúpula de la capilla de La Aurora o la torre de Santa María la Blanca, incluso cubierta de aguas en un soñado diluvio que le inspiraron a partes iguales las riadas que vivió de chico y el surrealismo de Amalio que terminó de zamarrearlo ya de adulto. Pero si hubo una calle que pintó con verdadero delirio y sentido de la observación, hasta para imaginarla en el futuro, fue la calle Sacristanes, hoy Nuestra Señora del Carmen.

Como suele ocurrir con los hijos más valiosos, los pueblos esperan a que se mueran para hacerles el justo reconocimiento que debieron en vida. El próximo 21 de septiembre -maduro ya el verano- el generoso Pepe Perea hubiera cumplido 72 años, que no es una edad para morir, por mucho que dijera su pulmón... Descanse en paz, allá donde a su alma no le falten los pinceles.