¿Qué pasó en El Pedroso en 1936?

El investigador José Antonio Jiménez Cubero publica su estudio sobre la represión franquista

21 jul 2018 / 18:01 h - Actualizado: 21 jul 2018 / 20:10 h.
"Historia","Guerra Civil Española","Memoria histórica"
  • Restos de un represaliado en la fosa común de Cazalla de la Sierra, con un impacto en el cráneo. / Rafael López (Efe)
    Restos de un represaliado en la fosa común de Cazalla de la Sierra, con un impacto en el cráneo. / Rafael López (Efe)

Con párrafos menos duros que la inenarrable realidad que traen al presente, Como abrojo en la memoria. La represión franquista en El Pedroso describe la macabra toma y las represalias que sufrieron los habitantes de un pueblo demasiado pequeño para tanta muerte, y donde sus bienintencionados demócratas se preocuparon de que ni un solo derechista pereciese entre el 18 de julio y el 5 de agosto de 1936, día en el que la columna Carranza tomó sin resistencia El Pedroso, y comenzaba una pesadilla de odios cuyos ecos han llegado hasta los años 90.

Investigar qué pasó con los 126 asesinados entre 1936 y 1945 (incluido un vecino asesinado por los nazis en el campo de concentración de Gusen) y qué fue de las vidas de otros 20 desaparecidos, 180 encarcelados y 21 exiliados, citados todos ellos con su nombre y apellidos y explicadas las circunstancias de su represión le llevó al autor, José Antonio Jiménez Cubero, no menos de cinco años entre las diversas fases de sus pesquisas y la redacción definitiva del libro. No son pocos fallecidos para un pueblo que entonces tenía algo menos de 5.000 habitantes (por cierto, el doble que hoy).

«La motivación ha sido la misma que la que me llevó a acometer la investigación sobre mi pueblo, Cazalla de la Sierra, plasmada en mis libros Con nombres y apellidos, la represión franquista en Cazalla de la Sierra (1936-1950) y Crónica local de la infamia. La represión franquista de las mujeres republicanas de Cazalla de la Sierra; es decir, dar a conocer la verdadera naturaleza y alcance de la represión franquista en ambos pueblos, investigaciones que se complementan con las realizadas sobre otras poblaciones de la Sierra Morena sevillana pertenecientes al partido judicial de Cazalla de la Sierra tales como El Real de la Jara, San Nicolás del Puerto y Las Navas de la Concepción», explica el autor del libro, editado por la Consejería de Presidencia y Memoria Democrática.

Esos cinco años de trabajo no han sido fáciles: «En el caso de El Pedroso dos han sido los escollos fundamentales: la nula posibilidad de investigar en el archivo municipal debido a su práctica destrucción en 1982 y la ausencia de testimonios orales de paisanos testigos de los hechos debido, por un lado, a su desaparición física y por otro a la petición expresa de aquellos testigos que me procuraron su testimonio pero me solicitaron que su testimonio no constara».

El Pedroso es un pueblo cuya única fosa común desapareció en los años 80, explica Jiménez Cubero, y donde no ha habido homenajes públicos a los represaliados. Más bien la reivindicación de su memoria llegó de forma abrupta hace más de 20 años: cuando en 1994 recibió el marquesado de El Pedroso de Lara un hijo ilustre del pueblo, José Manuel Lara, que emigró décadas atrás a Barcelona y con su esfuerzo construyó lo que ya entonces era el Grupo Planeta, la principal editorial entonces y hoy imperio mediático de las marcas Antena 3 y la Sexta, entre otras muchas.

Entonces aparecieron pintadas que afeaban el papel de Lara en la represión en el pueblo. Saltó a la luz pública que en su juventud había pertenecido a la Falange local, lo que el autor documenta con uno de los pocos papeles que se salvaron del incendio del archivo. Pero sobre acusaciones de actos concretos nadie pudo aportar prueba alguna.

En todo caso, antes de que las cuestiones de memoria se trataran en los medios de comunicación, no faltaron voces que afearan «el rencor» de los vecinos, como si fueran hinchas de fútbol con mal perder y la tragedia de 1936-1975 un largo partido de fútbol que se jugó de manera limpia.

«Su actuación tras su ocupación por las tropas golpistas en agosto de 1936 es vox populi en la localidad», explica el autor en persona, «si bien yo no he encontrado a ningún testigo que quisiera hablar del tema. Por tanto, al carecer de datos y testimonios, no he podido reflejar en mi libro sino lo que está documentado».

Quienes en su día se manifestaron en la localidad contra la concesión de los títulos honoríficos al citado Lara tenían como mucho sus recuerdos o el relato de sus allegados sobre estos sucesos, «pero es tarea del historiador atenerse a los hechos y a la documentación que avala dichos hechos», explica el autor del libro.

De hecho, el libro lo que sí testimonia es la paliza que un grupo de jornaleros propinó semanas antes del estallido de la guerra a varios fascistas de la localidad, entre los que se encontraban Lara y su hermano Fernando, quienes, según el libro, previamente habían tiroteado al grupo desde el balcón del casino de los señoritos, sede oficiosa del partido derechista AP. Esta paliza fue utilizada después por los golpistas para justificar la represión posterior. La documentación recoge que entre agosto y diciembre de 1936 fueron pasados por las armas 74 vecinos.

La represión fue incluso ciega, explica el autor, porque muchas víctimas se eligieron aparentemente al azar, y regresó al año siguiente, tras una acción guerrillera fallida en parte contra un tren. Fueron asesinadas otras 27 personas que constan en los papeles con eufemismos tales como «desaparecido por la invasión marxista». Los testimonios orales la elevan al centenar.

Después de la guerra, la guardia Civil, que fue sustituyendo a los paramilitares ultraderechistas en el control de la población, dejó claro que la contienda había terminado, «pero la campaña no». Una decena de vecinos más fallecerían fusilados, en prisión o incluso manos de los mismísimos nazis entre 1939 y 1944.