Tortas con un siglo de historia

Una tradición casi en forma de coreografía mantiene cada día un producto que es santo y seña de Pedrera y que traspasa las fronteras de la provincia

12 feb 2018 / 21:47 h - Actualizado: 12 feb 2018 / 21:54 h.
"Gastronomía"
  • Las tortas de Pedrera ya envasadas y listas para su distribución. / F.C.
    Las tortas de Pedrera ya envasadas y listas para su distribución. / F.C.
  • La plantilla del obrador de Pedro y Santiago, en plena faena amasando las centenarias tortas de Pedrera. / F.C.
    La plantilla del obrador de Pedro y Santiago, en plena faena amasando las centenarias tortas de Pedrera. / F.C.

En cualquier lugar de la localidad sevillana de Pedrera que se pregunte por sus universales tortas se señala directamente la forma de llegar a la casa de Pedro y Santiago, donde las tardes, sobre todo, son intensas, con el fin de poner cada mañana en el mercado unas 1.800 unidades de este manjar, que le da nombre propio a la repostería de este pueblo de poco más de 5.000 habitantes.

De hecho, las primeras informaciones llegan en una pequeña cafetería pegada al Ayuntamiento, con el nombre de Cafetería Churrería Ana, donde sus responsables sirven las tortas, recomendando ponerles un poco de azúcar, y hablando, como agentes turísticos, de uno de los productos que dan nombre al pueblo.

En un municipio que ha sido noticia en los últimos días por motivos negativos, los vecinos parecen encantados de contar a los periodistas todo lo bueno del pueblo, por lo que la indicación es inmediata: «Sólo tienen que cruzar la calle, porque allí enfrente –señalan la puerta– es donde se hacen las tortas».

Así que el camino es corto. Nada más entrar, Pedro y Santiago Luna Aranda, que están al frente de todo el equipo que trabaja en la empresa, explican todos los detalles del producto, desde que se comienza a elaborar la masa hasta que consumidores de varios puntos de España abre el plástico que las protege para disfrutarlas.

Para empezar, lo importante: no son dulces. Esto hay que dejarlo claro desde el minuto uno, porque rápidamente se asocia a un obrador con un dulce. Son tortas de manteca, que se elaboran a mano de principio a fin en su obrador, en la calle Primera de Mayo, con una perfecta coreografía de toda la plantilla de la casa amasando la bola de manteca de cerco que se coloca entre las láminas de papel que, posteriormente, se deja reposar tranquilamente, como todas esas cosas que hay que hacer en esta vida sin prisas, para que el producto entre con toda perfección en el horno aún de madrugada.

En ese momento, como explican sus responsables, el olor a ajonjolí inunda el obrador, como preludio de que este producto está a punto de salir a la calle. Y sale, y no sólo a la calle de este pueblo, sino a las calles de varios sitios merced a la mensajería, y a que es un producto que se mantiene sin problemas varios días, y aguanta bien el transporte.

Pedro y Santiago, a estas alturas aún no estaba dado el dato, son primos. Sus madres eran hermanas, y ellas a su vez eran la segunda generación de esta empresa, que coloca sus 1.800 tortas a diario en pueblos a 50 kilómetros a la redonda de Pedrera cada día. Aunque el destino de sus paquetes de tortas es más diverso que eso. «Estas que estamos empaquetando ahora mismo van para Madrid y Barcelona», explica mientras cierran y precintan un paquete recién terminado, a la par que cita que una furgoneta viaja cada mañana con las tortas recién hechas a los pueblos más cercanos. Y es que, las tortas pedrereñas se pueden consumir o empaquetadas o recién llegadas.

Consumidor

Lo bueno de estas tortas (otra cosa buena) es que se pueden consumir durante todo el año, porque no están sujetas a épocas concretas, como las torrijas o los roscones de Reyes. Aunque, eso sí, «tenemos épocas más fuertes a la hora de fomentar la producción, como cuando llega la época de ir al colegio», cuando este producto se convierte en una referencia para el desayuno en centenares de viviendas.

Otra cosa es la forma en que cada persona disfrute el producto, que ya forma parte de las apetencias personales de cada persona. En la cafetería de Ana la ponen directamente en el tostador, y la sirven como si fuese una tostada más de su oferta de cada día. De todas formas, es un producto que permite al consumidor pararse a pensarlo poco a poco, porque se puede congelar, y una vez descongelado tirar de la imaginación de cada uno para saborearlo.

Receta centenaria

Obviamente, las tortas tuvieron un inicio, el de la primera generación de la empresa en los albores del siglo XX. La receta es la misma, intocable, como si modificar algo el papel inicial o cambiar su forma coreográfica de prepararla pudiese alterar su sabor o su enorme repercusión en la economía y el nombre del pueblo.

Eso sí, no es el único establecimiento del pueblo que las prepara, pero sí es de los que ha marcado con santo y seña una elaboración que ha conseguido eclipsar a los demás productos que salen de sus hornos. Y, vista la respuesta que está y sigue teniendo, parece que la cuarta generación de la empresa viene de camino y pisando fuerte.