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La enfermedad de los huesos frágiles y la osteoporosis, ¿Qué las diferencia y cómo prevenirlas?
Aunque están relacionadas porque ambas causan fragilidad en los huesos, no son exactamente lo mismo, pero se pueden prevenir con hábitos de vida saludable
La enfermedad de los huesos frágiles (osteogénesis imperfecta) y la osteoporosis, aunque están relacionadas porque ambas causan fragilidad en los huesos, no son exactamente lo mismo.
La enfermedad de los huesos frágiles es una enfermedad genética que provoca un aumento del riesgo de fracturas en múltiples localizaciones desde el nacimiento. Tal como afirma el Dr. Agustí Sellas, reumatólogo de Clínica Corachan, “es mucho menos común que la osteoporosis y acostumbra a diagnosticarse en niños y jóvenes”.
En cambio, la osteoporosis es una enfermedad más frecuente en adultos mayores, especialmente en mujeres después de la menopausia. Se caracteriza por la pérdida progresiva de densidad y calidad ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas.
En muchos casos es posible prevenir o frenar su progresión con diversas medidas. Potenciar los hábitos saludables, como una alimentación rica en calcio y vitamina D, consumiendo lácteos, pescado graso, almendras, brócoli y alimentos fortificados como lácteos enriquecidos con vitamina D. También se recomienda el ejercicio físico regular y evitar el consumo de tabaco y de alcohol. En ciertos casos -señala el Dr. Sellas- “recetamos fármacos que ayudan a mantener o aumentar la densidad ósea y principalmente a reducir el riesgo de fracturas por osteoporosis”.
Aunque la osteoporosis no es hereditaria, los antecedentes familiares de fracturas o de osteoporosis aumentan el riesgo de padecerla. Sin embargo, los factores ambientales y el estilo de vida también juegan un papel importante.
Hueso frágil
“Un hueso es frágil cuando tiene una disminución significativa en su resistencia mecánica, lo que lo hace más propenso a fracturarse ante un trauma leve o incluso durante actividades cotidianas. Esto puede deberse a alteraciones en su estructura, calidad, o densidad”, explica el reumatólogo de Clínica Corachan. Señala también que existen algunos factores que determinan que un hueso sea considerado frágil, como son:
- Presentar una densidad mineral ósea (DMO) baja. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una DMO con un puntaje T ≤ -2.5 (en comparación con adultos jóvenes sanos) indica osteoporosis. Esta se evalúa mediante una densitometría ósea por rayos X (DEXA).
- Las alteraciones en la microarquitectura del hueso. Aunque un hueso pueda tener una densidad adecuada, si su organización interna está deteriorada, su capacidad para soportar cargas se ve comprometida. La densitometría ósea por medio de la medida de TBS (puntuación ósea trabecular) nos ayuda a evaluarlas.
- La calidad del hueso. Esta incluye propiedades del colágeno, mineralización ósea, y el recambio óseo. Alguna alteración en cualquiera de estas áreas afecta a la resistencia global del hueso.
- Un historial de fracturas. Algunas fracturas por fragilidad, como en la muñeca, la cadera o la columna vertebral, sugieren fragilidad ósea e incluso pueden confirmar el diagnóstico de osteoporosis, incluso si la DMO no indica numéricamente la presencia de osteoporosis.
- Factores externos e internos, como traumatismos de bajo impacto (como las caídas desde la propia altura) o el envejecimiento, la menopausia, enfermedades crónicas (como hipertiroidismo, insuficiencia renal, o diabetes), consumo continuado de ciertos medicamentos (glucocorticoides), y deficiencias nutricionales, por ejemplo, la falta de calcio y vitamina D, también pueden dar lugar a la fragilidad ósea e incrementar el riesgo de fracturas.
No obstante, el Dr. Sellas remarca que “la fragilidad ósea no es completamente equivalente a la osteoporosis, aunque están estrechamente relacionadas. La osteoporosis es una de las principales causas de fragilidad ósea, pero la fragilidad ósea abarca un concepto más amplio que puede incluir otros factores y condiciones”. Algunas diferencias importantes entre osteoporosis y la fragilidad ósea son el aspecto, la enfermedad de los huesos frágiles es una enfermedad específica que incluye alteraciones densitométricas y otras localizaciones de fracturas por fragilidad. Las fracturas por fragilidad o alteración de la calidad ósea son criterios diagnósticos de la enfermedad de los huesos frágiles.
La osteoporosis es multicausal, incluye enfermedades y factores externos y se diagnostica principalmente por la pérdida de densidad ósea. En resumen, toda osteoporosis implica fragilidad ósea, pero no toda fragilidad ósea se debe a osteoporosis. Es importante distinguir entre ambas para abordar adecuadamente las causas subyacentes y elegir el tratamiento más adecuado.
La osteoporosis es la principal causa de fragilidad ósea, especialmente en población envejecida, pero es importante evaluar otras posibles causas, particularmente en personas jóvenes o con factores de riesgo específicos, para personalizar el tratamiento y las estrategias de prevención.
La prevalencia de osteoporosis en mujeres mayores de 50 años se estima en torno al 22-25%, y en hombres en aproximadamente el 7-8%. En mujeres mayores de 70 años, esta prevalencia puede superar el 40%. Según estimaciones de la Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (SEIOMM), este problema tiene un impacto importante, tanto a nivel sanitario como económico.
La fragilidad ósea puede presentarse a cualquier edad, pero su prevalencia y causas varían según la etapa de la vida. Es más frecuente en personas mayores, debido al impacto del envejecimiento y la osteoporosis, pero también puede afectar a niños, adolescentes y adultos jóvenes en contextos específicos.
Prevención de la fragilidad de los huesos
La fragilidad ósea se puede prevenir frecuentemente mediante una dieta rica en calcio y vitamina D; ejercicio regular, especialmente con carga y resistencia; hábitos saludables, evitando tabaco y alcohol y prevenir caídas en adultos mayores. Además, el seguimiento con el médico especialista y la intervención precoz en casos de riesgo elevado son fundamentales para evitar la pérdida de densidad ósea y activamente evitar fracturas.
“La fragilidad ósea sin duda tiene un componente hereditario, aunque no es el único factor determinante. La predisposición genética puede influir en aspectos clave como la densidad mineral ósea (DMO), la calidad del colágeno en el hueso y la tasa de pérdida ósea con la edad. Sin embargo, factores ambientales, estilo de vida y enfermedades adquiridas también desempeñan un papel crucial”, explica el especialista en reumatología.
Síntomas de la fragilidad ósea
La fragilidad ósea no suele mostrar síntomas hasta que ocurre una fractura, por lo que es crucial identificar los factores de riesgo (edad avanzada, menopausia, antecedentes familiares) y realizar evaluaciones preventivas como las densitometrías óseas. Estar atento a señales como la pérdida de estatura, un dolor óseo súbito mal inexplicado, principalmente a nivel de columna vertebral dorsal y lumbar, o fracturas repetidas, puede ayudar a detectar esta condición antes de que cause complicaciones graves.
Para saber si nuestros huesos son frágiles, si no hemos tenido fracturas frecuentes u otros síntomas, es importante acudir a la consulta de un médico especialista como el reumatólogo. Una densitometría ósea o el uso de la herramienta FRAX para la evaluación del riesgo de fracturas, pueden ayudar a identificar la fragilidad ósea antes de que ocurran fracturas.
Dependiendo de la causa subyacente, la gravedad de la condición y las necesidades específicas de cada persona, existen varios tratamientos disponibles para reducir el riesgo de fractura.
La fragilidad ósea puede ser una enfermedad primaria, como son muchos casos de osteoporosis, o una manifestación secundaria de otra patología subyacente o favorecida por efectos adversos de algunos tratamientos. Identificar la causa es fundamental para establecer un tratamiento adecuado, ya que no todas las condiciones que causan fragilidad ósea se abordan de la misma manera.
Recuperación de la resistencia ósea
“La recuperación es posible en muchos casos si se aborda la causa y se implementan tratamientos eficaces”, precisa el Dr. Sellas. Según explica el especialista, “la corrección de déficits nutricionales es necesaria en la mayoría de los casos, así como el diagnóstico, tratamiento y control de enfermedades que alteran el consumo o absorción de nutrientes, siendo imprescindible ajustar el consumo de calcio y vitamina D. La falta de uso o movilidad (como en fracturas o reposo prolongado) debe incluir la rehabilitación física y funcional. También, en el caso de enfermedades como el hipertiroidismo o el hiperparatiroidismo, el tratamiento del trastorno hormonal puede frenar la pérdida ósea y, es imprescindible para la reducción del riesgo de fractura”.
El reumatólogo de Clínica Corachan concluye precisando, en resumen, que: “y todos los pacientes pueden colaborar mejorando hábitos como dejando de fumar, reduciendo el consumo de alcohol y aumentando la actividad física, es su aportación activa para fortalecer sus huesos”.
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