«Si puede elegir entre quedarse en casa viendo la tele o irse a dar un paseo, a la calle a pasear»

Así se ha expresado el neurólogo José Manuel García Moreno durante una entrevista a este periódico, en la que nos cuenta cómo combatir el sedentarismo

Verónica Ojeda verojeper /
27 ene 2021 / 07:48 h - Actualizado: 27 ene 2021 / 07:51 h.
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El confinamiento domiciliario, el aislamiento social y el teletrabajo son nuevos hábitos que nos han acompañado a lo largo de estos meses para evitar la expansión del COVID-19. El sedentarismo es una de las consecuencias de estas medidas y todavía no somos conscientes de su impacto o de cómo combatirlo. Por ello, este periódico ha entrevistado a José Manuel García Moreno, neurólogo y divulgador científico del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. García Moreno nos habla sobre el impacto del COVID-19 en las enfermedades neurológicas, las consecuencias del sedentarismo y qué practicas podemos realizar para evitarlo.

- ¿Cuál es el impacto que estima que ha tenido el COVID-19 para las personas con enfermedades neurológicas?

El efecto ha sido devastador. Según la OMS, la falta de actividad física y el aumento del sedentarismo, la muerte de los seres queridos y el consiguiente duelo, el distanciamiento social y el aislamiento, el paro y el miedo, entre otros, han generado o agravado numerosos trastornos de salud mental. El consumo de alcohol y drogas también se ha incrementado y muchas personas sufren crecientes problemas de insomnio y ansiedad. Además, la misma COVID-19 ha traído consigo complicaciones neurológicas y mentales, como estados delirantes, agitación o ictus y, al mismo tiempo, las personas que padecen trastornos cerebrales o derivados del consumo de drogas también han sido más vulnerables a la infección del SARS-CoV-2 por lo que han estados expuestos a un mayor riesgo de enfermedad grave e incluso de muerte.

Creo que no exagero cuando digo que más del 70-80 por ciento de nuestros enfermos se han descompensado o deteriorado durante estos meses. Es más, el flujo de pacientes, antes sanos, que han acudido a las consultas por episodios depresivos o ansiosos nuevos, también ha aumentado. Los diagnósticos de depresión y trastornos por ansiedad de distintos tipos se han multiplicado, no ya en pacientes conocidos sino en pacientes que nunca antes las habían sufrido. Además, la OMS también indica que los servicios de salud mental del 93 por ciento de los países de todo el mundo se han visto afectados, cuando no paralizados por completo, por la pandemia.

- ¿Cuáles son las consecuencias de esa falta de actividad física y aumento del sedentarismo que menciona?

Según la OMS, España es uno de los países con menos actividad física de la Unión Europea: el 25 por ciento de los hombres y el 35 por ciento de las mujeres no realiza el nivel de ejercicio recomendado. Situación que es mucho más grave en la población infantil, donde el sedentarismo afecta hasta al 50 por ciento de los niños. Ni las instituciones públicas ni nosotros los médicos hemos sido capaces de transmitir a la población las gravísimas consecuencias del sedentarismo. Las personas se han quedado solo con que produce más obesidad y poco más. Es más, el público tampoco sabe que la obesidad en sí misma es una enfermedad muy grave. El que es obeso no quiere dejar de serlo porque uno de sus potenciales desenlaces sea la muerte, sino por motivos puramente estéticos. Sin embargo, las cifras son irrefutables. La obesidad está relacionada con: entre el 7 y el 41 por ciento de ciertos tipos de cáncer; el 23 por ciento de los casos de cardiopatía isquémica, el 44 por ciento de los casos de diabetes; el 55 por ciento más riego de sufrir depresión; el 50 por ciento más riesgo de tener un ictus; el 50-70 por ciento más riesgo de demencia. Es más, el 80 por ciento de las personas que sufrieron o sufren en la actualidad una forma grave de COVID-19 y que precisaron intubación y ventilación mecánica tenían o tienen obesidad.

Y es que se sabe de forma totalmente incuestionable que el sedentarismo aumenta la mortalidad de las personas (las personas sedentarias tienen entre un 20-3 por ciento más de posibilidades de morir de forma prematura) y que esto lo hace a través de todas las causas por las que podemos morir los seres humanos. En cambio, según la OMS, la actividad física regular reduce el riesgo de muerte prematura; reduce el riesgo de muerte por enfermedad cardiaca o accidente cerebrovascular; reduce hasta en un 50 por ciento el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II o cáncer de colon; contribuye a prevenir la hipertensión arterial; contribuye a prevenir la aparición de la osteoporosis, disminuyendo hasta en un 50 por ciento el riesgo de sufrir una fractura de cadera; disminuye el riesgo de padecer dolores lumbares y de espalda; contribuye al bienestar psicológico, reduce el estrés, la ansiedad, la depresión, y los sentimientos de soledad; ayuda a controlar el peso disminuyendo el riesgo de obesidad hasta en un 50 por ciento; ayuda a desarrollar y mantener sanos los huesos, músculos y articulaciones.

Esto que aquí digo no es suficientemente enseñado a la población. Sí, se menciona en los telediarios, en algunos programas de televisión, pero no se enseña. La desgracia es que no existen planes sanitarios de formación poblacional, centrados en la educación para la salud y, si los hay, pasan desapercibidos por la gran población. Educar, educar, educar. Y digo bien: educar. No mostrar, que es lo que habitualmente se hace en esas impostadas campañas televisivas orquestadas y calcadas por un gobierno tras otro. Educar significa: hacer que la persona incremente, perfeccione y madure en sus conocimientos o en su conducta. Y, educar para la salud significa, en esencia, conseguir que la población interiorice y comprenda perfectamente que la salud es una cuestión personal e intransferible y que, de la misma, o se encarga el propio individuo o no se encargará nadie.

- ¿Qué prácticas recomienda para evitar el sedentarismo?

Lo más importante sin duda es tomar conciencia de lo pernicioso que es para nuestra salud estar mucho tiempo sentado. Nuestro organismo está diseñado genéticamente para moverse y solo permanecer en reposo durante la comida (sentado) y durante el sueño (acostado). Por tanto, si por el teletrabajo o por las razones culturales actuales, nos vemos obligados a permanecer sentados más de aquel tiempo, unas 10 horas como mucho, tenemos que buscar estrategias para que durante las 14 horas restantes nos movamos lo más posible. Hay que inculcar a las personas a que caminen, que caminen todo lo que puedan. Es la mejor manera, la más barata, la más fácil y asequible, de hacer ejercicio. Lo ideal es que al día se hagan unos diez mil-quince mil pasos, lo que vienen a ser siete-diez kilómetros más o menos. Pueden parecer muchos, pero no lo son: los carteros, comerciales, repartidores, agricultores, la misma policía, guías turísticos, lo hacen con su trabajo diario casi sin darse cuenta. Si se puede hacer del tirón, mejor, pero si no, pues que se hagan dos veces, o tres. Las que sean, pero que la persona se mueva. Si la persona es mayor, o tiene dolores, o se asfixia, pues que camine lo que pueda, si puede 30 minutos, pues 30 minutos, que solo 10 minutos, pues 10, pero que se mueva. Ahora bien, aquel que no sufre ninguna condición para no caminar debe saber que el sedentarismo le puede costar la vida.

Animaría a las personas a que se compraran un podómetro, un cuentapasos de esos que van diciendo las zancadas que se hacen cada día. Relojes digitales que, además de esa, tienen otras prestaciones: te dicen los pasos, los kilómetros, las calorías que se ha quemado (y con ello saber si se está adelgazando o no), informan de si el latido cardíaco está en un rango de «quema de grasas», de cuántos escalones se ha subido (subir escaleras es el equivalente a lo que se llama ejercicios de resistencia, como levantar pesas y esas cosas), etc. Estos artilugios no son caros y sí muy prácticos, y estimulan a las personas a hacer más ejercicio y a ir batiendo poco a poco sus propias marcas. Por supuesto, si además las personas practican algún deporte pues tanto aún mejor. Y si puedes pasar un rato en el gimnasio también. Pero si no pueden, no se obsesionen con ello. Mucho más fácil ir andando a todos los sitios.

Hay que meterle a la población en la cabeza que la tele y el sofá son venenos para el cerebro. Si su trabajo es sedentario hay que educar a la gente a que tenga la rutina de levantarse cada 30 minutos y caminar o estirar las piernas un rato, cinco minutos al menos. Y lo mismo, que no puede, que verdaderamente no puede, pues cada hora (que camina entonces 10 minutos), pero en cualquier caso no debería permanecer sentado más de dos horas seguidas sin levantarse.

Hacer diez mil pasos al día es mucho más fácil de lo que cualquiera pudiera imaginar, basta con que sigan la norma de «si puede hacer algo andando, ¡hágalo!» Y si puede elegir entre quedarse en casa viendo la tele o irse a dar un paseo, ¡no lo dudes!, a la calle a pasear. Pronto verán que, incluso los quince mil pasos se pueden hacer con frecuencia, basta con que vaya andando a todos los sitios que pueda y evite estar sentado el mayor tiempo posible. Las personas deben desarrollar estrategias para obligarse a hacer todo el ejercicio que puedan:

■ No usar el coche para ir al trabajo si se puede ir caminando. Si el trabajo está a cuarenta-cincuenta minutos andando es un auténtico pecado ir en coche, y no digamos si está a veinte-treinta minutos, pecado mortal. Y si no se tiene más remedio que ir en coche, pues que no lo aparque justo en la puerta. Que lo aparque lo más lejos posible que le permita ir dando un paseíto de treinta-cuarenta minutos.

No ir a hacer los recados en coche. Se debe uno programar para poder hacer el camino andando y, por ejemplo, a la vuelta, si viene uno ya demasiado cargado, con demasiado peso, pues puede uno volverse en autobús o en taxi.

Si sale uno a cenar o va al cine, o al centro a dar un paseo y tu casa está a 30 minutos andando es una auténtica ofensa al cuerpo ir en coche. Incluso si está a una hora. Y no digamos lo que hacen algunos que es ir en coche al gimnasio que está a veinte minutos de casa. Es una total contradicción e incongruencia.

Si se puede llevar a los niños al colegio andando, mejor.

Usar siempre que se pueda las escaleras. ¡No usar el ascensor si no es imprescindible! Desde luego, si se usa para subir a un primero, a un segundo, es de juzgado de guardia. Incluso si se vive en un tercero. Si se está sano se puede perfectamente subir a un cuarto o a un quinto o más por las escaleras y no digamos, si se tiene menos de 30-40 años.