La Virgen del Carmen se deja querer en la Sierra Morena de Sevilla

Por segundo año consecutivo, tras muchos de ausencia, procesionó por las calles de Guadalcanal. El domingo, en Cazalla, destacó la gran afluencia de público

La Virgen del Carmen se deja querer en la Sierra Morena de Sevilla / José Ángel Fontecha

José Ángel Fontecha

De nuevo julio. De nuevo la Virgen del Carmen. De nuevo su imagen en la calle. Por segundo año consecutivo, tras más de veinte de ausencia, la Agrupación Parroquial de la Sagrada Resurrección trajo de nuevo a la Reina del Monte Carmelo a la tarde noche guadalcanalense.

De incienso se llenó la Plaza de España a eso de las nueve, mientras el tambor anunciaba el pasacalles de la Banda de Música de Alanís.

Reclamo cofrade como el que más, mientras la marea blanca de costaleros acudía a la iglesia, la muchedumbre poblaba una salida muy esperada tras el año del reencuentro. Una vez más, el esfuerzo de esta juventud se ve recompensado por un pueblo que no olvida y que agradece, aun callando, acciones que contribuyen a hacer de Guadalcanal un pueblo más agradable en el que vivir.

Nuevo horario

Con el repique de campanas inconfundible dio inicio esta nueva procesión que, este año, atrasaba su salida una hora. Así, a las nueve, mientras el sol aún se resistía a marcharse la Virgen del Carmen irrumpía en la Plaza con los sones del Himno de España y una primera chicotá con Rosario de Montesión.

Tras esta aplaudida salida, el cortejo se encaminó por Herrería hasta Mesones con Coronación de la Macarena por partida doble hasta completar una revirá sublime.

Otro de esos puntos inolvidables del recorrido, en un mar de aplausos la Virgen se encaminó por Milagros, comenzando una subida pausada que acompañó a la despedida del día y el comienzo de la noche. Entre medias, un ocaso radiante y un discurrir fresco y agradecido.

Llegada a Santa Ana

Por Andrés Mirón accedió a Ortega Valencia, una de esas calles por las que no suelen pasar pasos y que, sin embargo, regaló una estampa no menos bella que el resto del recorrido. Pero para belleza la subida por Altozano Bazán, desembocando en esa calzadilla poblada y dando la bienvenida a Santa Ana. Lugar mágico donde los haya, en este recorrido es ya cita indispensable y frente a la iglesia del mismo nombre el paso regaló una reverencia inolvidable, mientras sonaba La promesa del Carmen, de Mario Morillo, recientemente estrenada por la Banda de Alanís. Turno después para un clásico como Encarnación Coronada y la salve que despedía a la Virgen del Carmen de Santa Ana hasta el año que viene.

Tocaba ahora emprender camino de vuelta a la Parroquia. Y lo hizo por Carretas y Costaleros, en una noche que ya era cerrada y ventosa, pero que no deslució una última parte del recorrido que no desmereció. Apoteósica fue su llegada a la Plaza de España, donde una vez más se rindió homenaje a su nombre con La Promesa del Carmen, antes de ofrecer una última chicotá con los sones de Pasa la Virgen Macarena.

De esta manera se despedía de Guadalcanal una procesión que regresó después de mucho tiempo en el olvido y que demuestra que vino para quedarse.

Devoción cazallera

Es la Virgen del Carmen una imagen que despierta muchos sentimientos entre los habitantes de la Sierra Morena de Sevilla, y muy especialmente en Cazalla de la Sierra, donde la devoción se mantuvo fiel a su día y el entorno de la ermita comenzó a poblarse antes incluso de que asomaran los primeros estandartes por la puerta.

En un domingo algo más caluroso que el día anterior, el ambiente festivo se respiraba en cada rincón, en cada soplo de aire, en cada cara de ilusión que contemplaba una vez más esa salida laboriosa de la Virgen. Sin corona y apurando al máximo el espacio, a eso de las nueve y media de la noche el paso se ponía en la calle y con él vibraban los corazones cazalleros y también los vecinos que desde otras localidades cercanas se aproximaban a ver este espectáculo cofrade y devocional.

Un estreno especial

No podía ser de otra manera, y aunque desde hace una semana ya resonaba el eco de su bella melodía, la primera marcha sonaba a estreno puro. La Promesa del Carmen sonaba, por primera vez, tras la imagen a la que va dedicada. La primera marcha en su honor, la de un guadalcanalense con vínculo cazallero, Mario Morillo, que ha sido capaz de crear una obra sublime para una talla sublime.

Entre vítores y aplausos el cortejo inicio su camino. Un camino que le llevaría, en un primer momento, a recorrer las calles aledañas a El Carmen, en una tarde que poco a poco caía. Los ojos estaban puestos en la Virgen y apenas si se notó el cambio, cuando se quiso dar cuenta ya la noche ejercía su poder.

Aroma a Semana Santa

Arropando al cortejo con su negro manto, y meciendo suavemente el momento, por momentos el arrullo de la luna quiso reflejar una noche de Semana Santa. Y así, se escuchó Valle de Sevilla, antes de mirar de frente de nuevo a la ermita. Pero no para recogerse, sino para iniciar una segunda parte del recorrido que regalaría otra joya, La Madrugá. Fue en una revirá espléndida, entre la calle de las Olivillas y la calle de Cayetano Gil.

Petalada para el recuerdo

Aunque pudiera parecer que estos dos momentos musicales eclipsaran el devenir de la procesión, nada más lejos de la realidad, el recorrido tuvo otros puntos muy singulares y dignos de destacar. Abandonando el guiño a la pasión propia de un Viernes Santo, ya en la calle Llana se vivió otro momento espectacular con la petalada que se le brindó a la Virgen con los sones de otra marcha cargada de sensibilidad como es Siempre la Esperanza.

Pulsa para ver más contenido para ti

Y de ahí hasta el final, más chicotás eternas, apurando la noche que ya era madrugada. Con paso firme, decidido, pero nunca angustiado por el tiempo, el paso llegó hasta la recogida, parando los corazones con Rocío y volviéndose a su pueblo para despedirse un año más mientras volvía a sonar La Promesa del Carmen. Una promesa, la de volver, el año que viene, que ya se sabe cumplida.

Pulsa para ver más contenido para ti