LUNES SANTO

Lola y su hija vuelven a ver a su Soberano en la calle un Lunes Santo más

La Hermandad de San Gonzalo salió cerca de dos horas después de lo previsto, justo cuando amainó la lluvia que dejó en el templo a San Pablo y Santa Genoveva

Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder ante Caifás. / Daniel Valencia

Carlos Doncel

Lola Martín es vecina de El Tardón desde que nació, hace ya casi cinco décadas. Este Lunes Santo está justo enfrente de la parroquia de San Gonzalo junto a su hija. Llevan desde las 11 de la mañana esperando que abran las puertas del templo y salga su Soberano. "En mi casa, y en el barrio en general, tenemos debilidad por Él".

Las dos, madre e hija, vienen mucho a la parroquia a rezarle. "Somos muy devotas, venimos mucho a verlo, no solo hoy. ¿Verdad, Lola?". Su niña, de 15 años y con su mismo nombre, asiente. "Como para no venir aquí el Lunes Santo, vaya. Aquí estamos y estaremos aunque truene", afirma Martín.

Lola Martín y su hija, devotas de San Gonzalo. / Carlos Doncel

A su hija, Lola Espinosa, le inculcó la devoción. "Le sembró la semilla", como refiere. Ella también es más del Cristo que de la Virgen de la Salud. "Desde que soy pequeña vengo siempre con ella para ver a San Gonzalo. Es un día muy especial en la familia, salimos siempre de casa a las 9:30", cuenta Espinosa. "Esto es como el Betis: pasa de padres a hijos, de abuelos a nietos", añade su madre.

Monaguillas de San Gonzalo a la salida de los titulares del templo. / Daniel Valencia

Un compás de espera de hora y cuarenta minutos

Este Lunes Santo, la amenaza de lluvia puso en peligro una tradición familiar de hace varias generaciones. "Estoy deseando que la Hermandad diga que sí. Para nosotras es nuestro día grande, tenemos la esperanza de que pueda salir", ansiaba Martín.

A las 16:08, un lejano ruido dentro de la iglesia contagió la alegría a la plaza. La cofradía lo confirmaba luego de manera oficial: San Gonzalo hará estación de penitencia hacia la Santa Iglesia Catedral.

Poco después, a las 16:41, el deseo de Lola, su hija y tantos fieles se cumplió. Las puertas de la parroquia se abrieron y salió la cruz de guía una hora y 41 minutos después del horario asignado. En la plaza, olés y aplausos como en una buena faena taurina. 

El Cristo del Soberano Poder se reencontró con Triana unos minutos más tarde, a las cinco y cuarto de la tarde. Para entonces, la lluvia que dejó en el templo a San Pablo y Santa Genoveva había amainado. En el cielo, milagro, se veían claros.

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"Llevo toda mi vida viéndola y esa esencia de barrio no se ha perdido en la Hermandad", aseguró Lola Martín antes de ver a su Soberano en la calle un Lunes Santo más. Cuando salió, a su lado estaba su hija. Así se lo inculcó su madre, así lo aprendió de su abuelo.

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