La «represión» del periodismo en EEUU
La «represión» del periodismo en EEUU / Ramón Reig
Ramón Reig
En Estados Unidos presumen de patriotismo y de libertad de expresión, no creo entonces que les importe que yo ejerza también mi patriotismo con España y les recuerde que el periodismo está coartado por el Poder no sólo en España sino que los Estados Unidos son los primeros que vulneran la libertad del periodista, y dado que, como se consideran la mejor democracia del mundo, deberían dar ejemplo en este aspecto y en todos.
Aprovechando su posición dominante
EEUU se aprovecha de su posición dominante: lanza una acusación contra el gobierno de mi país porque sabe que no le va a responder con rotundidad ni el gobierno ni la oposición a pesar de que la acusación es muy grave pero mi país hace tiempo que perdió la dignidad y los que dicen querer devolvérsela son meros servidores de EEUU.
A mí no me gusta el gobierno actual de España pero es mi gobierno, soy un funcionario público de España y mi gobierno, que es el que gestiona la Administración para la que trabajo, no ha sido tratado justamente por un país como EEUU que es un ejemplo de cómo en el mundo de la comunicación se dan intereses encontrados que dificultan sobremanera el ejercicio del periodismo. Para comprobar esto sólo tiene el receptor que acudir a una de las empresas estadounidenses, YouTube, y buscar el documental Sombras de libertad, en sus versiones en español y en inglés, que se emitió en la televisión pública española dentro del programa Documentos TV. Pero hay que darse algo de prisa porque este documental, básico para entender el problema, cada vez es más difícil de hallar.
En el documental, verán ustedes, por ejemplo, entre otros muchos asuntos, las declaraciones de periodistas norteamericanos a los que se les impide informar sobre la explotación de trabajadores en países orientales por parte de Nike porque esta marca mantenía acuerdos comerciales con la cadena de TV CBS. Asimismo, la película El dilema (The Insider) -cada vez más difícil de hallar en YouTube, sea por el motivo que sea- se hace eco de un hecho real relacionado también con la CBS y su programa de periodismo en profundidad 60 minutos. El filme refleja los obstáculos que interpuso la CBS a la proyección de un reportaje de investigación sobre la insalubridad del tabaco, debido a que entonces (mediados de los años 90) mantenía relaciones para fusionarse con la multinacional Westinghouse, fabricante de materiales para plantas nucleares, entre otros productos. En 1995, en efecto, se produjo la entrada de Westinghouse en CBS, con 400 millones de dólares.
El gobierno español ha reaccionado tímidamente ante el ataque de EEUU, lo ha hecho a través de una vicepresidenta socialdemócrata, Carmen Calvo, que le ha echado la culpa a Donald Trump para no enfadar a Joe Bien. La señora Calvo no sabe que Roma no paga traidores porque el informe donde se denuncian presiones del gobierno español sobre la prensa puede que lo iniciara Trump, pero Biden pudo pararlo y no, lo ha hecho público. Es el precio que has de pagar por unirte a Podemos: aunque estés deseando que Trump se marche y apoyes a Biden -como era el caso no sólo del PSOE sino de Podemos- el orden mundial exige que Iglesias y Podemos sean enterrados para siempre. El informe del Departamento de Estado afirmando que en España se coarta la libertad de prensa es una prueba de los deseos de ese orden mundial, no se ha salvado de críticas ni Vox que apoyaba a Trump por lo que es más evidente que Biden no ha detenido el informe y que no es asunto sólo de Trump.
¿Quién puede tirar la primera piedra?
Un informe que lo elabora un país que lleva ya muchos años -siglos- vulnerando su propia constitución en materia no sólo de derechos humanos en general -con ejemplos claros y muy recientes, dentro y fuera de su país- sino en el campo del rigor periodístico como han demostrado los datos que acabo de esbozar y diversas investigaciones, empezando por trabajos como los de Robert McChesney y John Nichols, caso de Tragedy and Farce: How the American Media Sell Wars, Spin Elections, and Destroy Democracy [Tragedia y farsa: cómo los medios de comunicación americanos venden guerras, distorsionan las elecciones y destruyen la democracia], The New Press, Nueva York, 2005, por no hablar de los inicios más sólidos, en los años 70, cuando comenzó el Proyecto Censurado (Project Censored). El Proyecto Censurado nació en 1976, cuando el académico Carl Jensen, de la Universidad Sonoma State de California, decidió comenzar a investigar con sus alumnos y algunos colegas exactamente qué ocultaba cada año la prensa entre todo lo que ocurría en EEUU, no sólo en torno al escándalo Watergate.
Cuando Orson Welles nos ofreció en 1941 la película Ciudadano Kane -una crítica contra el magnate de la prensa amarilla Hearst, “impulsor” de la guerra de Cuba con sus mensajes mediáticos- nos empezó a ilustrar sobre un hecho que ha dañado tremendamente al periodismo, empezando por el norteamericano: la diversificación del capital. Al poco tiempo de iniciarse la película, una voz en off nos informa de que, a su muerte, el Ciudadano Kane poseía no sólo periódicos a los que añadió emisoras de radio sino un vasto imperio de tiendas, sindicatos, bosques, astilleros, etc. Esta dinámica se ha intensificado progresivamente en EEUU y en todo el mundo, las empresas multinacionales de todos los sectores compiten y a la vez colaboran entre ellas y detrás del periodismo más extendido tenemos este panorama, ahora algo contrarrestado por la prensa nativa digital no vinculada a grandes emporios ni intereses. Cuando Pablo Iglesias lo denuncia está llevando a cabo un servicio público porque tal situación influye sobre el trabajo libre del periodista cuya labor es desviada casi en exclusiva hacia lo público, los gobiernos, los escándalos políticos casi en exclusividad. Otra cuestión condenable es que Iglesias y su partido persigan supuestamente a periodistas y se sumen al castigo que la profesión está sufriendo pero con Estados Unidos al frente.
La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) no suele hacer hincapié en todo el tema de la concentración y diversificación del capital, se centra sobre todo en persecuciones políticas y en periodistas que han muerto en guerras y conflictos varios, de esta manera desvía la atención sobre el verdadero problema que es, sobre todo, estructural, sistémico. El mundo del mercado hace su trabajo diversificando sus inversiones y a esto nada hay que objetar, pero cuando se observa el asunto desde el día a día de la profesión periodística el tema cambia y aparece el famoso dicho norteamericano: “En EEUU puedes criticar a un presidente de la Casa Blanca pero no puedes denunciar que ha aparecido una mosca en una botella de Coca Cola”. Con ese título, Una mosca en una botella de Coca Cola, el mismo Pablo Iglesias colaboró en un certero documental que no porque haya participado Iglesias debe ser incierto a la fuerza ya que los datos que contiene son irrefutables.
Las pruebas de porqué USA debe callarse
No hace falta un gran esfuerzo de investigación para demostrar el déficit democrático de la comunicación y el periodismo en EEUU, derivados de los hechos que acabo de plantear: la telaraña de intereses que ha levantado el Poder mercantil. Distingo Poder de poder, el primero lo configuran los grandes magnates dueños del mundo, el segundo es la Casa Blanca o La Moncloa; el sistema financiero-tecnológico es el Poder y permanecerá, Biden es el poder y pasará, es coyuntural, que se lo pregunten a Kennedy y a Nixon. Cuando escucho que el presidente de EEUU es el hombre más poderoso del mundo no puedo por menos que proyectar una sonrisa.
Es posible aportar pruebas de manera resumida para no cansar al lector de un periódico. Dichas pruebas posibilitarían elaborar numerosas tesis doctorales. En España, la primera tesis doctoral que demuestra el entramado de intereses que existe en EEUU tras la profesión periodística se la debemos a la doctora Ana Isabel Segovia, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, que, dirigida por el doctor Fernando Quirós, referencia ineludible en el tema que trato, defendió en el principio de este siglo bajo el título La estructura de los medios de comunicación en Estados Unidos: análisis crítico del proceso de concentración multimedia.
Algunas conclusiones de esta tesis:
· La cultura popular estadounidense no elimina las culturas locales, las absorbe y redefine pero siempre de acuerdo a su ideología dominante.
· EE.UU. disfrutaba a principios de los 90 del 35% de todo el mercado de ventas de libros, el 50% del de música, el 55% del de vídeo, el 55% de películas de cine, y el 75% de las ganancias de televisión.
· Las leyes del mercado y de la maximización del beneficio y la audiencia han atrapado no sólo a los medios de propiedad privada, sino también a los de propiedad pública. Y esta pérdida supone una amenaza para una necesaria labor de mediación social crítica y veraz por parte de los medios de comunicación. Un sistema de medios cada vez más verticalizado y menos democrático.
· La concentración e interconexiones entre distintos sectores industriales y su integración en el sistema económico capitalista, lleva a que el desenlace básico sea la eliminación del pluralismo. Los medios de comunicación de masas se han integrado en la élite, convirtiéndose en centros de poder. Pero no detentan un poder cualquiera, sino uno muy especial, capaz de ejercer presiones sobre el mismo gobierno nacional ¯incluso para pedir favores particulares¯.
· Rara vez se aplica a las compañías los mismos criterios de validación y juicio crítico de que son objeto los demás sujetos. Se ha convertido en problema no al sistema capitalista, sino a quienes lo critican, ya que democracia y capitalismo son inseparables.
· Hoy (2001) el 98% de los estadounidenses viven en comunidades con un solo periódico local. El mismo porcentaje puede acceder a un solo servidor de cable. Unos 50 canales están disponibles en 40 millones de hogares, y tan sólo tres compañías (Disney, Time-Warner, Viacom) poseen 28 de ellos —o una parte—.
· La Ley de Telecomunicaciones de EEUU de 1996 demuestra que existen evidencias de que algunos de los objetivos buscados no se cumplen. Entre ellos especialmente el de servicio público. Bien al contrario, esta regulación economicista lo que ha provocado es la reducción exponencial de las compañías multimedia, y la homogeneización y disminución de la calidad de los contenidos ofrecidos.
· No es de extrañar que de las diez compañías de medios más grandes cada una tenga alianzas estratégicas con al menos otras seis. Son al mismo tiempo fieros competidores, clientes y socios. En julio de 2001 AT&T y AOL anunciaron que pretendían unir sus empresas de cable para entrar juntos en el campo de fibra óptica. El acuerdo supondría un dominio del mercado del cable superior al 60%. Pero ninguna de las empresas teme la reacción de la FCC, ya que recordamos que en abril un fallo judicial eliminó los topes a la propiedad de las redes de cable impuestos por las autoridades federales. Mientras tanto, Murdoch planea comprar Direct TV a Hughes Corporation y ampliar su ya de por sí imponente imperio sobre la televisión por satélite.
Desde entonces hasta ahora, el proceso de concentración y diversificación ha aumentado. Pero no adelantemos hechos.
Assange y Snowden
En la actualidad, son de sobra conocidos los casos de Assange y Snowden. El primero de ellos filtra en 2007 a los medios documentos que al Poder norteamericano no le interesa que veamos ni que conozcamos puesto que, al menos desde Maquiavelo y Locke, sabemos que los públicos deben sobre todo sentir, más que pensar. El más conocido de estos documentos es una matanza de inocentes en Irak perpetrada a sangre fría y hasta con sorna desde un helicóptero de combate de las fuerzas militares de EEUU.
Un soldado -Bradley Edward Manning que después se cambió el sexo y se llama ahora Chelsea Manning- le filtra a Assange los documentos y éste a su vez los da a conocer a través de su web Wikileaks. Assange pasa en poco tiempo de héroe a villano para los medios occidentales y ahora está encarcelado en Inglaterra y amenazado de muerte en EEUU, casi olvidado por la ciudadanía. Su acto puede ser un enorme servicio público -como lo fue en la Guerra de Vietnam la matanza de inocentes de Mi Lai en 1968, también ocasionada por militares USA y dada a conocer por Seymour M. Hersh- pero el Poder decidió lo contrario, “matar” a ambos mensajeros, soldado filtrador y emisor de la información. No se juzga a quienes cometieron los asesinatos de Irak sino a quienes los dieron a conocer. Tampoco hay culpables en la matanza de Mi Lai. Así es el Poder y la razón de Estado.
Edward Snowden, un experto tecnólogo, excolaborador de la CIA y de la NSA, en junio de 2013, a través de los periódicos The Guardiany The Washington Post, hizo públicos documentos clasificados como alto secreto sobre varios programas de la NSA, incluyendo los programas de vigilancia masiva. Por ahí anda de asilo político en asilo político. Desde nuestros puntos de vista éticos y morales tal vez nos escandalicemos porque pensemos que ha llevado a cabo otro gran servicio público pero otra cosa es lo que opina el Poder estadounidense porque la democracia en EEUU posee líneas rojas, si bien parece que le exige a los demás lo que esa nación no cumple.
La telaraña mediática
Tanto en mis libros La telaraña mediática (2010), Los dueños del periodismo (2011), o Evolución, Historia y Comunicación en un mundo digital (2020), así como en papers en solitario o firmados con otros colegas, creo haber demostrado la telaraña de intereses que sostiene y a la vez perjudica al periodismo, comenzando por EEUU. En pocas palabras, los fondos de inversión, los bancos y grandes empresas tecnológicas y de otros sectores (construcción, telecomunicaciones, aeronáuticas, automovilísticas, armamentísticas...) construyen una enorme telaraña de intereses. En el último de los libros citados he reproducido ilustraciones que hablan por sí solas y que las doy de nuevo a conocer como ejemplos del contexto que rodea al periodismo en EEUU y a nivel mundial.
Para quienes no lo recuerden Alphabet es Google, ya lo especifica el cuadro en la nota 3. Las cifras que manejan estas corporaciones son muy elevadas, como se ve. Diré tan sólo que los presupuestos generales de la Junta de Andalucía como mucho alcanzan algo más de 40.000 millones de euros.
En octubre de 2016 se produce esta gran operación:
La pregunta que procede hacerse ahora, desde las ciencias de la comunicación y el periodismo, es la siguiente: ¿quién está detrás de AT&T y de Warner en ese momento y ahora con ligeras variaciones?
Pues ahí tienen ustedes una especie de paradigma de quién “protege” a los grandes medios. Tanto los bancos (JP Morgan, Bank of America...) como los fondos de inversión (BlackRock, Vanguard...) poseen participaciones en cientos de empresas que pueden ser, además, anunciantes de publicidad en los medios. La pregunta es entonces, ¿qué le va quedando al periodista para investigar seriamente? ¿Va a estar siempre vigilando que los políticos no tengan un apartamento de más o una caja B? ¿No hay nada más que deba hacer para informar y formar a los públicos con el fin de que la democracia posea la mayor calidad posible?
El mundo del poder tecnológico se ha unido al digamos tradicional de los “viejos” magnates, es el nuevo Poder mundial que por supuesto apuesta por la comunicación y el periodismo:
El peso de EEUU es decisivo: empresas de todo tipo tienen como compañeros en el mismo universo empresarial a medios de comunicación de referencia, ¿no es para, al menos, sospechar que el periodismo en EEUU está multipresionado? Y no voy a detenerme en una lista de periodistas norteamericanos represaliados por no revelar sus fuentes porque el artículo sería demasiado extenso pero ejemplos múltiples hay, por desgracia y, si es necesario, escribo una segunda parte de este trabajo centrándome en ese tema.
Conclusión
En este maremágnum los periodistas de EEUU y de otros países hacen lo que pueden y, por fortuna, aún existe un excelente periodismo, en nuestros días completado por los medios digitales, menos dependientes, y por la figura del prosumidor. Ahora bien, agradecería a Estados Unidos, que tanto tiene que enseñarnos, por supuesto, que fuera más respetuoso con mi país. Como leo en un diario español, “España dominó vastísimos territorios de lo que hoy son los Estados Unidos de América durante más de tres siglos. Desde que Ponce de León puso sus pies en la península de Florida en 1513 hasta que en 1821 se arrió la última bandera rojigualda, fueron 308 años de dominio hispano que se extendió desde el Atlántico hasta el Pacífico”. Por tanto, en gran medida, los EEUU son, en buena parte, “hijos” nuestros.
Sigo considerando a España un gran país que podría ser aún más relevante y recuperar su esplendor perdido si poseyera la fuerza patriótica de muchos norteamericanos y no una clase política y empresarial tan dependiente y obediente del gran centro del imperio mercantil.
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