Los secretos del Hospital de la Caridad

Uno de los edificios más bellos que tiene Sevilla es el Hospital de la Caridad, uno de esos templos arquitectónico y artísticos que atrae la atención de los sevillanos y los turistas.

Los secretos del Hospital de la Caridad

Los secretos del Hospital de la Caridad / El Correo

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En su día fue uno de los hospitales que tenía la ciudad, se trata de una institución de carácter benéfico que cambió, radicalmente, gracias a Miguel Mañara y su preocupación por los más desfavorecidos.

Mañara tenía una vida disoluta y no era un modelo precisamente a seguir, pero una serie de experiencias y visiones con la muerte, su propia muerte, le llevó a cambiar y esa preocupación derivó en procurar atención sanitaria a los más desfavorecidos, a los pobres o los indigentes, así el Hospital de la Caridad se convirtió en un referente.

La primera enfermería del mismo se inauguró en el año 1964, un caluroso mes de junio. Si bien es cierto que su fundación data del siglo XV y que sus primeras reglas son de 1578 teniendo una misión principal en asistir a enfermos y desvalidos así como espiritualmente a los más necesitados como presos y reos condenados a muerte a los que, posteriormente, se les daba sepultura.

También a las personas que morían en epidemias de peste o en las riadas que originaban las crecidas del Guadalquivir.

Visitar el edificio es rendirse en admiración ante su fachada, exponente del barroco sevillanos, con un destacado color blanco alterno con el ladrillo sólo esbozado y unos soberbios azulejos que representan a San Jorge y Santiago, así como las virtudes teologales en la Fe, Esperanza y la Caridad, de la que toma su nombre.

También se pueden ver, en la parte superior, como coronan la fachada, Fernando III «el Santo» o San Luis, reyes de Castilla y Francia respectivamente.

En su interior encontramos obras de primer nivel como pueden ser de Valdés Leal con sus expresivas «Finis gloriae mundo» e «In ictus oculi», también de Bartolomé Esteban Murillo y de Bernardo Simón de Pineda.

Dada la proximidad al río el conjunto se encuentra a dos metros del nivel del suelo a fin de salvaguardar las crecidas del Guadalquivir y que, en su día, destruyeron la capilla que obligó a su demolición en el siglo XVII, en el año 1645.

Cercanas al Hospital de la Santa Caridad están las Reales Atarazanas, de tiempos del hijo de Fernando III, Alfonso X «el Sabio», en restauración en la actualidad. En los patios se encuentran bellas fuentes de mármol así como esculturas de Génova que representan la Fe y la Caridad, del año 1682.

Dentro del Hospital hay un guiño al paso de la Orden Templaria en Sevilla ya que se puede leer, en uno de sus arcos, la leyenda: «non nobis domine non nobis sed nomini tuo da gloriam» lema del Temple y que formó parte de la Reconquista tomando la ciudad, junto a otras tropas de San Fernando, en 1248.

Importante es la figura de Miguel Mañara, frente al edificio, en un parque, encontramos una estatua en su honor obra de Antonio Susillo así como una placa que nos recuerda su estancia en el edificio, sus últimos días de vida así como la importancia que tuvo para la Santa Caridad.

Un edificio con obras de arte que admirar así como una Historia tan grande que fascina a todo aquel que descubre este rincón ilustre de Sevilla.

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