Redes sociales y medios de comunicación, la cultura del alcoholismo

Compartir eventos de la bebida se ha convertido en un divertimento habitual entre las personas jóvenes. La sociedad del alcoholismo es, sobre todo, una consecuencia de la producción mediática y cultural

Redes sociales y medios de comunicación, la cultura del alcoholismo / Ramón Reig

Ramón Reig

Luchar contra las adicciones de los jóvenes al juego en las redes es prácticamente imposible. Pero es aún más complejo evitar la desenfrenada y masiva psicosis de la publicidad. A juicio del periodista especializado en este campo, Jesús Delgado Barroso, “cuando ambas se unen, un enorme monstruo de mensajes subliminales y perfectamente diseñados atacan con fuerza a sus víctimas como si de un animal carnívoro hablásemos”.

Redes sociales y narcisismo

Delgado Barroso sostiene que podemos comparar las redes sociales con burbujas. Centros de conexión virtual que alimentan la concepción del narcisismo como estilo de vida, y que, por ende, la comunicación queda drásticamente simplificada en los unos con los unos.

Edith Sánchez ha reflexionado sobre este tema en la web La mente es maravillosa. Basándome en sus ideas recojo tres formas mediante las cuales las redes sociales pueden obturar el desarrollo de una capacidad crítica, entendida ésta como un cuestionamiento asiduo de lo que te ofrece la sociedad, sobre todo la sociedad de consumo:

1. La información consultada confirma las opiniones previas.

2. Internet disminuye la capacidad crítica estimulando el narcisismo.

3. Promueve las relaciones sociales irrelevantes.

Mi conclusión es que, en esencia, Internet funciona como prolongación del comportamiento del cerebro de los públicos en otras esferas: lectura o visión de medios, libros, etc. Es un simple cambio de herramienta que lleva consigo el cambio y el inmovilismo a un tiempo, éste último aparece cuando no se tiene la capacidad de interrelacionar acontecimientos y se lee a salto de mata que es lo que ocurre en nuestros días.

La sociedad del alcohol no es más que una realidad en nuestras vidas. “Tomamos el consumo de alcohol como uno de los mecanismos de socialización más importantes”, afirma Delgado Barroso. “De hecho, los llamados abstemios, que son un porcentaje relativamente muy bajo en comparación con los bebedores, sufren una incomprensión absoluta. El lugar ideal para compartir el vicio y el desenfreno: las redes sociales”.

La juventud -según el citado periodista- tiende a grabar absolutamente todo lo que hace y lo muestra abiertamente en las redes. Agentes de socialización muy poderosos e influyentes que transforman explícitamente la conciencia colectiva. Compartir eventos de la bebida se ha convertido en un divertimento habitual entre las personas jóvenes en redes como Instagram. «La pandemia Covid-19 ha reestructurado tanto sus pautas de consumo de alcohol, como los usos que hacen de las redes sociales», explica la catedrática de antropología e investigadora en la Universidad de Granada, Nuria Romo Avilés.

La sociedad del alcoholismo

Según esta estudiosa, la sociedad del alcoholismo es, sobre todo, una consecuencia de la producción mediática y cultural que ha creado precisamente una completa necesidad por beber alcohol. Podemos apreciar que el consumo de alcohol se exhibe como una necesidad en los medios de comunicación. Existen, de hecho, múltiples ejemplos: anuncios de cerveza en los que se hace imposible ver fútbol sin una «buena cerveza», publicidad de cualquier bebida de cóctel en carteleras gigantes en las calles, personalidades de influencia en el mundo de las redes consumiendo alcohol con periodicidad...etcétera.

Partiendo de esta lista de ejemplos, encontramos que existen empresas dedicadas a la producción de este tipo de bebidas con inversiones en conglomerados mediáticos. Uno de los ejemplos más consagrados por el estudio de las estructuras informativas es el caso de la fusión de la empresa canadiense de alcohol Seagram con el conglomerado francés Vivendi, dueño de Canal+ Francia, accionista importante del conglomerado Fininvest, de la familia Berlusconi, propietario de Tele 5 en España, y de empresas de venta de agua, entre otras posesiones.

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En los medios de Vivendi se planteaba el consumo de alcohol como algo natural y completamente necesario. Es aquí, donde se comienza a cuestionar a los medios por su responsabilidad como bien de servicio público y por su ignorancia para transformarse en redes cuyo único objetivo es perseguir el interés comercial de una institución o empresa. Un importante vacío profesional que mancha el periodismo una vez más.

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