«Hacer cine, series y documentales desde una perspectiva diferenciadora es la clave de nuestro crecimiento»

Olmo Figueredo González-Quevedo. Productor de cine y series, cofundador y CEO de La Claqueta. Paso a paso, ha logrado que su empresa, veinte años después de crearla cuando aún era estudiante universitario, sea una de las principales impulsoras de la producción cinematográfica desde Sevilla y Andalucía de largometrajes, series de televisión, documentales, audiovisuales, publicidad y otros rodajes.

El productor audiovisual Olmo Figueredo, al frente de la empresa sevillana La Claqueta, que cofundó hace 20 años, y desde la que ha conseguido la difusión internacional de algunas de sus mejores largometrajes, series y televisiones.

El productor audiovisual Olmo Figueredo, al frente de la empresa sevillana La Claqueta, que cofundó hace 20 años, y desde la que ha conseguido la difusión internacional de algunas de sus mejores largometrajes, series y televisiones. / Juan Luis Pavón

Juan Luis Pavón

En su perfil de Twitter se define como 'padre, bético y cineasta, en ese orden'. Olmo Figueredo González-Quevedo encabeza el equipo de la productora La Claqueta, cofundada con su socio Manuel H. Martín. Desde su oficina en el barrio sevillano de Los Bermejales, La Claqueta tiene en su haber la producción o coproducción con otras empresas de 15 largometrajes, 18 documentales, 7 series de televisión, 17 cortos y 4 de animación. Entre sus recientes creaciones, la serie documental '548 días. Captada por una secta', sobre la joven española Patricia Aguilar tras su liberación en una selva peruana, emitida recientemente por Disney+; o 'Mamacruz', largometraje de ficción dirigido por la venezolana Patricia Ortega y protagonizado por Kiti Manver, que llegará a los cines españoles el próximo 27 de octubre, y cuyo estreno mundial fue en la sección oficial del prestigioso Festival de Sundance, en Estados Unidos.

¿Cuáles son sus coordenadas biográficas?

Nací en Sevilla hace 43 años. Mis padres han trabajado como médicos, él hematólogo y ella alergóloga. Soy el mayor de los tres hijos. Mi infancia la viví en Sevilla Este y la adolescencia en Nervión. Estudié primero en el Colegio Alemán y después en el Colegio Portaceli. Hice la carrera de Comunicación Audiovisual y después dos máster para la dirección de empresas audiovisuales. Estoy casado, tenemos dos niñas, residimos en Mairena del Aljarafe.

¿El cine era su vocación desde edad temprana?.

Sí, y elegí esa carrera por ser lo más cercano en Sevilla. Lo mejor en ese periodo de facultad fue conocer a Manuel H. Martín, y decidimos crear la empresa La Claqueta con 21 años de edad, antes incluso de concluir la carrera.

¿Cuáles fueron sus primeras experiencias profesionales?

Estuve trabajando en el departamento de producción del Festival de Cine y Deporte de Sevilla, que impulsó Javier de la Puerta desde la Fundación Andalucía Olímpica, y fue clave como precedente para que después Sevilla continuara teniendo un festival de cine como el actual. En ese trabajo conseguí hacer muchos contactos con empresarios y profesionales del cine, sobre todo de España, que después me sirvieron para La Clauqeta. También viví la experiencia de trabajar en la sección de Deportes de la Agencia Efe. Y cuando creamos la empresa nos dedicábamos todos los fines de semana a trabajar en bodas, a un promedio de dos cada semana, con el fin de conseguir ingresos para invertirlos en La Claqueta. Con esos dineros compramos nuestras primeras cámaras, nuestros primeros ordenadores, y poco a poco empezamos a tener trabajos de otro tipo y contratamos a nuestro primer empleado.

¿Qué se plantearon hacer desde La Claqueta para el sector cine?

Comenzamos decidiendo que durante los cinco primeros años no íbamos a hacer ni documentales, ni cortometrajes ni largometrajes. Solo centrarnos en hacer audiovisuales como 'spots' publicitarios, videos corporativos, páginas web y cualquier cosa que nos encargasen y permitiera que la empresa arrancara en su funcionamiento. Creo que esa decisión ha sido crucial para la consolidación de la empresa a lo largo de 21 años. Pronto logramos tener buenos clientes, facturación adecuada, personal contratado. Y con esos balances, y con una empresa ya rodada, dejando ya de hacer bodas porque teníamos ya muchos encargos publicitarios y eso nos garantizaba ingresos a la vez que poder descansar los fines de semana, nos planteamos al quinto año ir a entidades bancarias para conseguir financiación con la que realizar nuestras primeras producciones creativas: cortometrajes, documentales,... Me asombra la madurez empresarial que tuvimos cuando éramos solo unos chavales. Si hubiéramos empezado al revés, intentando hacer cortometrajes a partir de cero, que es la tendencia usual, la empresa hubiera durado muy poco.

¿Quiénes fueron sus primeros clientes de referencia?.

Cruzcampo + Heineken, con los que trabajamos mucho de 2003 a 2019. Llegamos a hacer la página web de Heineken España, e hicimos muchos videos.

¿Qué eligieron hacer en sus primeros documentales?

Temas vinculados a Andalucía con proyección nacional, como el dedicado a 'Ignacio Sánchez Mejías, más allá del toreo', o el de 'Bécquer Desconocido'. Eso nos permitió ir aprendiendo paso a paso a dominar todas las claves de la producción, tanto las creativas como las organizativas. Y en el 2012, al décimo año de trayectoria de la empresa, ya nos planteamos hacer el primer largometraje documental, con el que plantearnos conseguir nuestras primeras ventas internacionales. Así fue con '30 años de oscuridad', sobre las personas que vivieron escondidas durante décadas en sus hogares tras la guerra civil española, dirigido por Manuel H. Martín, que se estrenó en el prestigioso Festival IDFA de Amsterdam, y con el que conseguimos la primera nominación a los Premios Goya. A partir de ahí, dimos otro paso para hacer nuestra primera serie documental, fue 'La vida en llamas', de tres episodios, sobre los bomberos de élite para extinguir incendios como los forestales, que es un tema de impacto global. Lo hicimos con el grupo de alto nivel del Infoca en Andalucía. Conseguimos venderles los derechos a Discovery para su difusión mundial.

¿Cómo fueron graduando el incremento de presupuestos para cada producción, en esa andadura paso a paso?

El primer documental lo hicimos con un presupuesto de 80.000 euros. El de Bécquer fue de 185.000 euros. El de '30 años de oscuridad' necesitó 400.000 euros. Y cuando dimos el paso para ser capaces de rodarlos también fuera de España, y el primero fue la serie 'El Estado contra Pablo Ibar', sobre este ciudadano español condenado a muerte en Estados Unidos, el presupuesto superó ligeramente el millón de euros.

¿Hacen algún estudio previo para deducir si un tema puede suscitar interés en el mercado internacional?

Sí lo hacemos. Por ejemplo, para 'La vida en llamas', analizamos qué audiovisuales se habían hecho sobre incendios, y llegamos a la conclusión de que si hacíamos uno rodando de modo muy inmersivo junto a los bomberos que trabajan en primera línea de fuego, sería de interés para distribuidoras y canales de televisión. Así fue, porque se ha visto en todo el mundo. En otros temas más vinculados a la actualidad, la velocidad es importante. Cuando hicimos 'Nacido en Siria', sobre la huida de niños sirios hacia Europa en la masiva salida de refugiados para escapar de la guerra en su país, si lo tienes terminado y se lo enseñas a una televisión alemana, por mucho que les guste no te compran los derechos de emisión si ya tienen dos documentales sobre refugiados sirios. Has de hacer uno muy bueno y ser de los primeros en tenerlo terminado. Pero nuestro criterio casi nunca es el de la velocidad, la prioridad para nosotros es crear audiovisuales con un punto de vista diferenciador a la hora de abordar la temática. En este sector, lo que sí es importante, como criterio general, es buscar un agente de ventas internacional para que como intermediario se encargue de la comercialización. Porque nosotros tenemos que dedicarnos a seguir produciendo otros audiovisuales.

¿Cómo establecen el acuerdo?

Buscamos previamente a un agente que quiera ser vendedor de la producción que hemos decidido realizar. Se la contamos, y le pedimos un dinero a cuenta por los derechos de comercialización, que es una forma de invertir en nuestro proyecto. Si alguien que está a diario pateándose el mercado internacional, y tiene buenos datos sobre lo que funciona, decide involucrarse, es el mejor test de que el proyecto puede ser viable y rentable.

¿En qué consiste el punto de vista diferenciador al que ha aludido para crear un audiovisual?

Es lo que debe darnos opciones de venta aunque lleguemos en segundo o tercer lugar. Por ejemplo, 'Nacido en Siria', porque no optamos en dar voz a los refugiados adultos, sino que bajamos la cámara y somos dimos voz a los niños. Y así es un documental diferente sin dejar de ser de calidad. Otro ejemplo, 'El viaje más largo', sobre la primera circunnavegación con Elcano. Nos hicieron muchas propuestas sobre ese tema pero las desestimamos porque todas eran de enfoque histórico y biográfico. La que aceptamos era diferenciadora: un paralelismo entre aquel reto y el primer viaje a Marte, para el que se calcula que se necesitará tantos años para llegar a ese planeta como los que tardaron en dar en barco la primera vuelta al mundo. Y afrontando en ambos casos gran cantidad de dificultades sin precedentes, y teniendo que desarrollar avances tecnológicos. Cuando se plantea un tema de modo atractivo y con un punto de vista diferenciador, el proceso de venta es más fácil. Por supuesto, no todas las ideas se nos ocurren a Manolo y a mí. En La Claqueta hay un magnífico equipo de profesionales, y también es importante la contribución creativa de muchos directores que han trabajado con nosotros y nos han propuesto temas y enfoques.

En su reciente serie documental para televisión '548 días. Captada por una secta', emitida por Disney+, han logrado que la joven Patricia Aguilar, de Elche, y su familia, cuenten ante la cámara hechos y circunstancias de su vida privada que no son ejemplares. ¿Cómo se consigue que una familia acepte eso cuando ya había logrado lo fundamental, que era recuperar a su hija tras el calvario sufrido en la selva peruana?

Cuando nos enteramos de la noticia de su liberación y descubrimos esa historia, dramática pero con final feliz, pensamos en que era un tema que también tenía vertiente española y dimensión universal. Porque hoy en día cualquier familia puede temer que a sus hijos los capten de modo malicioso a través de redes sociales. Y puedo decir que tras su emisión seguimos teniendo una relación muy buena con Patricia y con su familia. Nos acercamos a ella, y a sus padres, mostrándoles cuál es nuestra trayectoria, qué hemos hecho, cómo nos gusta contarlo. Y de todo lo que huimos: el amarillismo, el cotilleo, el morbo, la prensa rosa. Y que sepan que es nuestra la decisión sobre lo que se cuenta y lo que no se cuenta. En nuestras series documentales, quienes aparecen no tienen capacidad de influir en lo que se incluye y en cómo se enfoca. Si no tenemos el control sobre la obra, si no podemos entrevistar a todas las personas que consideramos imprescindibles, nosotros no la hacemos y desestimamos llevar a cabo esa producción, sea idea nuestra o nos la encarguen. Por eso es aún más trascendental que nos ganemos su confianza. En este caso, les explicamos el componente divulgativo que para la sociedad tiene conocer la historia de Patricia. Los padres tenían un talante autocrítico, admitían que habían cometido errores en el pasado, y entendieron que aunque sería doloroso para ellos, podían ayudar a mucha gente para prevenir que no les suceda lo mismo. Y también ayudarse a sí mismos porque cuando cuentas muchas cosas en una entrevista amplia eso tiene un efecto de catarsis. Lo mejor para mí y para José Ortuño, que hemos codirigido la serie, fue cuando se la mostramos terminada para que la vieran antes de su difusión pública, y salieron emocionados y satisfechos, tras asimilar que es duro aparecer en algunos momentos como personas criticables por sus carencias o sus comportamientos del pasado.

¿Cuentan con asesoramiento de psicólogos para técnicas de persuasión a la hora de hacer ante la cámara esas largas entrevistas a los protagonistas de la serie, de las que se obtiene contenido esencial sobre su personalidad y sus vicisitudes?

En el caso de Patricia Aguilar, que sigue siendo alguien joven, y tiene muy reciente el trauma de lo que sufrió, para que se sintiera más cómoda, hablamos mucho previamente con su psicólogo. Después, hicimos unas conversaciones preparatorias con ella, para plantearle sobre todo de qué no quiere hablar, y entender el por qué. Para la grabación, creamos un entorno en el que ella no veía las cámaras mientras hablaba. Tenía delante un gran espejo en el que solo nos veía a José Ortuño y a mí. Detrás del espejo estaban todas las cámaras, los técnicos de sonido, etc. Así se consigue un nivel de desinhibición mucho mayor. Y le fuimos preguntando tranquilamente, con un tono respetuoso. ¿Estás cómoda? ¿Quieres que hablemos ahora de tal tema? ¿Lo hacemos sin entrar en lo morboso? Al final, se consigue una dinámica natural.

¿Cuáles son las películas de largometraje que van a estrenar próximamente?

El 27 de octubre será el estreno de 'Mamacruz', dirigida por Patricia Ortega, que se presentará en el Festival de Valladolid. Nos ilusiona mucho hacer más trabajos con ella. Se estrenó en el Festival de Sundance en competición oficial, tuvo una magnífica acogida. Tenemos en plena producción la película 'La mujer dormida', de Laura Alvea, y 'Se acabó la fiesta', la ópera prima de Elena Manrique. Y en los próximos meses arrancaremos la realización de películas con directores como Belén Funes y Guillermo Rojas.

¿La industria española del audiovisual ya ha dado el paso definitivo para normalizar que un amplio porcentaje de películas sean ideadas y dirigdas por mujeres?

Desde luego. Por fin se está produciendo bastante cine escrito y dirigido por mujeres. Otra de las que hemos producido desde La Claqueta es 'Secaderos', ópera prima de Rocío Mesa. En todo este movimiento ha sido fundamental el apoyo desde instituciones oficiales para abrir paso a nuevas realizadoras. Era algo absolutamente necesario. Y hay público que está deseando conocer más historias contadas desde el punto de vista de mujeres creadoras. Al igual que se ha consolidado la creación y la demanda de obras literarias escritas por mujeres.

¿Qué capacidad de generación de empleo puede activar una productora como La Claqueta?

Tenemos una plantilla fija de 12 personas, a lo largo del año hacemos entre 1.500 y 2.000 contrataciones. Un largometraje suele tener un equipo de entre 80 a 100 personas, y hacemos unas tres películas al año.

Estuvo en la reunión de empresarios del sector audiovisual con el alcalde de Sevilla, tras la que se confirmó la celebración de la edición 2023 del Festival de Cine Europeo. Como buen conocedor del tema, ¿qué le aporta a Sevilla este certamen anual?

Mucho. Su continuidad, y en noviembre, es una magnífica decisión. La organización de la edición 2023 es más complicada porque han coincidido la marcha de un director tan consolidado como José Luis Cienfuegos, las campañas electorales, el cambio de gobierno municipal, etc. Aunque sea una edición más limitada, mantenerlo en noviembre es primordial, porque es la fecha ideal para Sevilla en la competencia dentro del calendario cinematográfico internacional para disponer de películas y protagonistas. Y se ha prometido potenciarlo desde 2024. Todos quedamos satisfechos en esa reunión, en la que le aportamos al alcalde, José Luis Sanz, y a la delegada de Cultura, Minerva Salas, nuestros criterios. El festival es Marca Sevilla, es conocido en Cannes y en Berlín. Y la opinión pública ha de saber también su importancia estratégica para el crecimiento de las empresas audiovisuales de Sevilla y Andalucía. La Claqueta es un ejemplo de ello, por los contactos entablados con otras productoras, con directores, con actores, con técnicos, etc. Se generan oportunidades de coproducción, rodajes dentro o fuera, presentaciones de obras a agentes de ventas que pueden propiciar su comercialización internacional. Y no olvidemos a los chavales de 19, 20 o 21 años que están ahora estudiando con la mente puesta en dedicarse al cine, y con el festival tienen la oportunidad de trabajar, de ver películas, de relacionarse. Y plantearse desarrollar su talento desde Sevilla sin tener que emigrar. Por eso hay que entender la organización del festival como un factor que suma para el desarrollo de un sector competitivo que genera empleo y prosperidad en Sevilla.