Patrimonio en la provincia

De los Pickman a propiedad de Jesús Navas: el auge del mercado inmobiliario de las haciendas del siglo XVIII

Meñaca, situada entre Dos Hermanas y Los Palacios, se suma a la lista de monumentos adquiridos para ocio particular y para el sector de los eventos

Hacienda Meñaca

María José Guzmán

María José Guzmán

María José Guzmán

De la familia Pickman al futbolista Jesús Navas. La hacienda Meñaca, construida en el siglo XVIII, ha cambiado de manos. Se trata de uno de los ejemplos del rico patrimonio rural y agrario que se concentra en el triángulo de Dos Hermanas, Los Palacios y Utrera. Y su transacción refleja el gran movimiento que está experimentando en el campo sevillano el mercado inmobiliario de los caseríos, muchos de ellos, protegidos. De hecho, Meñaca cuenta con una torre que figura como Bien de Interés Cultural (BIC) y se suma a los monumentos que están en estos momentos en venta en la provincia de Sevilla, algunos ya rehabilitados y convertidos en complejos de ocio y lugares para eventos.

La venta es una buena noticia, pues la familia del futbolista del Sevilla FC ha adquirido la hacienda para conservarla y habitarla. De hecho, en los últimos meses ha acondicionado la zona de la antigua vivienda, para uso familiar, y está recuperando el jardín y las zonas verdes para devolver a Meñaca el aspecto que tuvo en otros siglos. En el entorno ya se han plantado olivos y están pendientes de su recolocación tinajas y piedras de molino que adornaban antaño la entrada principal.

Meñaca, como otras haciendas de olivar, contaba con un molino y almazara. Debe su nombre a Gabriel Alonso de Meñaca, canónigo de la Catedral de Sevilla que hizo las primeras remodelaciones en el caserío en el siglo XVIII. Y desde principios del siglo XX estuvo en manos de la familia Pickman, propietarios también de una hacienda cercana, Ibarburu, otro BIC que se encuentra lamentablemente en grave estado de conservación tras los incendios y el expolio sufrido durante años, una situación realmente inexplicable.

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Vista de la espadaña y la torre declarada BIC, aunque perteneció al antiguo molino / María José Guzmán

Según confirma Alejandra Moral, la mujer del futbolista, las obras en Meñaca se están acometiendo por fases y ajustándose siempre a la absoluta legalidad. Y es que el caso de esta hacienda es particular. En 1949 se protegieron en España por decreto todos los "castillos”. Y a partir de 1968 esta protección se amplió a todo tipo de construcciones defensivas construidas entre los años 711 y 1914, incluyendo torres y atalayas aisladas. Y fue con la ley de patrimonio español de 1985 cuando esa declaración genérica se asumió y se les dio la condición de BIC que tiene la torre de la hacienda Meñaca, al igual que la de Doña María o la de Quintos en el Cortijo de San Clemente, por ejemplo. Pero todo indica que se entendió como una torre defensiva, cuando en realidad sólo es una torre contrapeso para la viga de prensa de su molino de aceite, absolutamente convencional, según explica el historiador Fernando Bejines, gran defensor de la conservación del patrimonio histórico, artístico, industrial y etnológico del mundo agrario sevillano. Para él, puede que influyera en esta presunta equivocación el hecho de que la torre tenga una pequeña azotea, a modelo de mirador abierto, así como un escudo heráldico, de la Orden de Calatrava que en el entorno se conoce como el as de oro en la creencia popular de que uno de sus dueños ganó la hacienda en una partida de cartas.

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La torre cuenta con un escudo de la Orden de Calatrava que en la creencia de la gente del campo sería el as de oro con el que, según la leyenda, uno de los dueños ganó la finca en una partida de cartas. Popularmente se denominó el 'as de oro' / María José Guzmán

Lo cierto es que la torre maciza de contrapeso del molino no ha podido ser intervenida, al menos, hasta que se aclare esta circunstancia. “De momento nos hemos centrado en arreglar la vivienda que ya existía, pero tenemos un proyecto que esperamos poner en marcha más adelante cuando tengamos las autorizaciones necesarias”, explica Alejandra Moral. Los planes pasan por dedicar parte de la hacienda a los eventos y también al turismo, pues la intención es construir en los terrenos un pequeño hotel tipo boutique.

Los eventos están salvando buena parte de este patrimonio rural y también hay algunas haciendas que ya ofrecen alojamiento. Es el caso de Orán o la Indiana, por ejemplo. Una fórmula que permite a sus propietarios mantener las fincas y los caseríos explotando una parte de ellos. Aunque la mayoría se han convertido en espacios para bodas fundamentalmente, un negocio que resulta más rentable que el hotelero. O no, porque en los portales inmobiliarios hay en venta muchas haciendas que funcionan como lugares para eventos. Es el caso de la propia Hacienda Doña María, en Dos Hermanas que también es un BIC.

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Antigua tinaja enterrada, usada antaño para decantar las impurezas del aceite / María José Guzmán

Herencias y caprichos

Javier Martín, senior advisor de la consultora inmobiliaria Colliers, explica que estas haciendas y cortijos no atraen a grandes empresas ni fondos de capital, pues rentabilizar estas inversiones es casi imposible. “En una finca estos inmuebles más que dinero generan un agujero económico, por lo que se venden más como caprichos que como posibles activadores económicos”, comenta este experto asesor, que advierte también que hay aspectos claves para el funcionamiento de estos negocios, como son la cercanía a una ciudad de tamaño medio y su accesibilidad. Condicionantes que sí cumplen Meñaca y el conjunto de haciendas y cortijos de su zona, así como otros del Aljarafe sevillano y no en cambio los situados en la sierra o en comarcas más alejadas.

Adrienne Chaballe, responsable de marketing y relaciones corporativas de Seville Sotheby's International Realty, confirma el notable incremento en las ventas de fincas rústicas, haciendas y cortijos, especialmente aquellas que cuentan con características históricas o culturales destacadas. “Este aumento se refleja tanto en el número de operaciones realizadas como en el interés demostrado por parte de compradores nacionales e internacionales”, comenta desde esta agencia inmobiliaria especializada en el mercado de lujo.

Los vendedores suelen ser herederos que han recibido un legado de su familia imposible de gestionar o mantener por el elevado coste que supone y porque, en la mayoría de los casos, son independientes del resto de la finca agrícola donde se ubican. Mientras que los compradores responden a otros perfiles: desde los que buscan una residencia secundaria para escapar del bullicio urbano o encontrar privacidad y confort hasta inversores que ven el potencial tanto en términos de retorno económico como de valor cultural.

La compra de Meñaca por parte del futbolista Jesús Navas encajaría en ambos casos, pues como vecino de Los Palacios conoce la hacienda, un paisaje vinculado a sus raíces para disfrutar como residencia valorando su historia y tradición, así como su potencial para desarrollar un negocio futuro. Mantener un BIC tiene un elevado coste, pero con una eficiente gestión es una inversión que también se puede revalorizar.