Jueves Universitario
Daria Lebed, la ingeniera sevillana que investiga cómo curar el cáncer con menos dosis y efectos secundarios
Graduada en Ingeniería Industrial por la Universidad de Sevilla, cursa un doctorado en la Universidad Rey Juan Carlos
Se ha especializado en la aplicación de las nanopartículas a la medicina, en este caso como alternativa a la quimioterapia
"Siempre he visto la ciencia como algo muy lejano y pensaba que no iba a poder llegar a eso. Y ahora soy esa persona. Al final, está más al alcance de lo que parece". Es el mensaje que manda Daria Lebed a todos esos estudiantes que, como ella cuando estaba en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Sevilla (ETSi), tienen dudas sobre cómo encontrar su lugar dentro de un sector tan amplio. "Que intenten asesorarse y pregunten. Se te abren puertas que no conocías", añade.
La ciencia es un mundo que no siempre te atrapa desde que tienes 11 años, edad a la que Daria Lebed se mudó con su madre desde San Petersburgo (Rusia) a Mairena de Aljarafe, siendo ya una sevillana más. A veces, simplemente consiste en "ir encontrando lo que te gusta". "Ha sido un descubrimiento paulatino", describe a El Correo de Andalucía.
Un largo camino que ha llevado a la que fuera estudiante en La Cartuja entre 2011 y 2016 a investigar cómo se puede curar una enfermedad como el cáncer con menos dosis y menos efectos secundarios a través de nanopartículas. "Es difícil tener curiosidad por algo que desconoces", sostiene. Como muchos niños, siempre se le habían dado bien las ciencias y las matemáticas, "me gustaba el pensamiento lógico", y por ese motivo, y viendo las salidas que podía tener la carrera, decidió cursar el Grado en Ingeniería de Tecnologías Industriales en la ETSi.
Encontró la inspiración en la Universidad de Sevilla
Tras dos primeros años, como sucede en muchas carreras, con formación genérica y técnica y con más de 300 alumnos por curso, todo cambió para Lebed en tercero y cuarto, cuando eliges y profundizas en una especialidad. Ella fue una de las menos de diez personas de su generación que optaron por Materiales. "En segundo tuve un profesor (Juan Manuel Montes Martos) que me transmitió esa motivación", explica.
También destaca a Federico París Carballo, que ha trabajado para la NASA: "Se volcaba mucho con que todos aprendiéramos y hacía fácil lo difícil". Los últimos dos años de carrera pasaron a ser "casi clases particulares, aprendimos muchísimo. Teníamos profesores muy cualificados y era muy ameno".
"Valoro muy positivamente la universidad. Tiene mucha historia y es reconocida en España. Se habla mucho de los ingenieros de la US. Te da muchísima base y sales muy bien preparada", asegura sobre su etapa en la facultad.
Finalmente, con el Trabajo de Fin de Grado, en el que sacó un 10 bajo la tutela de Javier Martínez Reina, se aproximaría definitivamente a la unión entre ciencia y medicina. En concreto, consistía en una simulación en 3D de una pelvis humana, mediante la cual se podía simular una rotura, que causa mucha mortalidad, y "probar soluciones sin ir directamente al quirófano". "Ahí me empezó a interesar la aplicación de materiales a la medicina", cuenta.
Nanopartículas para curar el cáncer
Actualmente, esta investigadora está realizando un doctorado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y la principal línea de su trabajo es la aplicación de nanopartículas a los fármacos como una alternativa a la quimioterapia para curar el cáncer. "Son materiales muy pequeños que aportan muchas ventajas", describe Lebed. En concreto, en su grupo de trabajo, las protagonistas son las nanopartículas mesoporosas de sílice.
Según explica, el fármaco iría encapsulado, permitiendo inyectar menos dosis: "Estos materiales son biocompatibles con el cuerpo humano y tienen muchos poros, donde se pueden introducir otra sustancias, como los fármacos. Hace décadas se descubrió que los cánceres tienen predilección por las nanopartículas, por lo que el cuerpo tendería a llevarlas al lugar de la enfermedad. Si yo sé que una cantidad va a acabar directamente en el sitio al que quiero llegar, puedo inyectar menos. No va libre en la sangre y no afectaría a todo por el camino".
Esto tendría una consecuencia muy positiva. "A una persona se le inyectan cantidades muy altas de fármacos durante un tiempo prolongado, de manera oral o en la vena. Eso hace que sea muy tóxico para el cuerpo. Se puede reducir la dosis para que la persona no tenga tantos efectos secundarios", explica.
El difícil camino para aportar su granito de arena
El campo de la ciencia es especial, y complicado. Todo requiere su tiempo. Para investigar, para obtener resultados, y para progresar. Por eso cada paso que se da, o cada aportación que se hace, tiene mucho valor. Sobre todo, en España: "Cuesta retener talento aquí por la financiación que se dedica. Tanto por los salarios como por la forma de trabajar en las universidades. Fuera hay una forma más flexible de dedicar dinero a la investigación, sin tanta burocracia".
El objetivo es llegar hasta el final. La idea que uno tiene es hacerlo siempre con la voluntad de que mejore la vida de las personas
Además, también lamenta que "hay muchas barreras", y por eso "muchas investigaciones se quedan por el camino". Destaca, por tanto, que "la ciencia es acumulativa y cada uno va aportando su granito de arena y su conocimiento". "Es un trabajo en conjunto", resume Daria Lebed.
En su caso, por ejemplo, hacen ensayos in-vitro con células: "Si da resultado positivo, se procede a hacer ensayos in-vivo, con ratones". ¿Qué esperan conseguir? "El objetivo final es que llegue algún día a ser un tratamiento eficaz para los pacientes. La idea que uno tiene es hacerlo siempre con la voluntad de que mejore la vida de las personas, pero el camino es largo. Primero, intentamos conseguir que las nanopartículas funcionen, reducir la dosis, que vaya bien con ratones… Aunque tenemos un objetivo ambicioso a largo plazo, uno es realista y se va poniendo metas y resultados diarios".
Antes de comenzar en la Universidad Rey Juan Carlos, estuvo estudiando inglés en el extranjero y al regresar trabajó durante dos años y medio en una consultora digital. Después, la ciencia volvió llamar a su puerta: "Me di cuenta de que me seguían interesando los materiales". Dejó su empleo y cursó un máster de Ciencia e Ingeniería de los Materiales en la Universidad Carlos III de Madrid, con el mejor expediente de su año y tras un TFM en el que volvieron a cruzarse en su camino las nanopartículas y la medicina.
Qué le deparará el futuro es una pregunta que se hace casi a diario. Como muchas personas de su generación y posteriores que miran a largo plazo con incertidumbre. De momento, en septiembre se irá con una beca a Estrasburgo (Francia) para seguir investigando. Después, donde la vida le lleve, pero siempre ligada a los números: "No sé a dónde me llevará. La ciencia me parece muy divertida y un reto muy ilusionante. Me gustaría poder seguir dedicándome a esto".
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