MÚSICA EN LA CALLE

La Plaza del Pumarejo al ritmo del swing: "Al compartir un baile surge la conexión"

Empieza el curso escolar y los 'Martes en el Pumarejo' vuelven a recibir el grueso de bailarines que acogen normalmente, aunque no hayan dejado de bailar swing durante los meses de verano

Bailarines de swing se reúnen todos los martes en la Plaza del Pumarejo.

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

"La danza debería ser accesible para todos, sin importar el talento". Es una frase de la Dra. Nazareth Castellanos, una neurocientífica y catedrática que ha investigado el impacto del baile y el movimiento corporal en la conexión directa con las emociones, tanto las propias como las de los demás. Lejos de ser una sensación personal, que la danza influye en el estado de ánimo es algo demostrado científicamente.

Quienes corroboran las palabras de Castellanos son los bailarines que se reúnen todos los martes del año para bailar swing por la noche en la Plaza del Pumarejo, al norte del Casco Antiguo. Cuando se acercan las diez de la noche el altavoz se coloca en su sitio, y poco a poco las parejas que han acudido a la cita empiezan a salir a la pista al ritmo del swing.

Automáticamente, la plaza se impregna de un paisaje lleno de sonrisas, movimientos alegres, saltos, abrazos y algún que otro grito fruto del subidón de la música y el baile. Hay bailarines que no dejan de bailar, hasta acabar empapados de sudor.

Bailarines de swing bailando clandestinos en la Plaza del Pumarejo los martes por la noche.

Bailarines de swing bailando clandestinos en la Plaza del Pumarejo los martes por la noche. / El Correo

En un momento en el que Cristina Gómez, bailarina y veterana de los Martes en el Pumarejo, decide hacer un descanso entre tanto baile, se sienta en un banco para conversar con El Correo de Andalucía.

"Aquí la gente se conoce bailando swing"

Hace por lo menos 10 años, profesores de la escuela Sevilla Swing Dance, que está ubicada en la calle Parras, muy cerca de la citada plaza, tuvieron la idea de llevar un altavoz a la plaza para bailar junto a los alumnos swing al aire libre tras finalizar las clases. Una manera diferente de conectar con el alumnado, con el propio baile y de conquistar a futuros amantes de este género, ya que también se abren las puertas a bailarines que no formen parte de ninguna escuela.

Eduardo Rico y Cristina Gómez, bailarines 'amateurs', bailando juntos en la Plaza del Pumarejo.

Eduardo Rico y Cristina Gómez, bailarines 'amateurs', bailando juntos en la Plaza del Pumarejo. / Rocío Soler Coll

Con el tiempo, ese altavoz se estropeó, pero los alumnos que asistían a los clandestinos, el nombre que recibe esta variante del swing al aire libre, no querían dejar esta tradición. Por ello, decidieron comprar entre todos su propio altavoz y así, semana tras semana, desde las 21 hasta medianoche, tener la excusa perfecta para reunirse y bailar juntos en un entorno amable.

Tras dicha adquisición, los Martes en el Puma, como lo llaman ellos, se convirtieron en una acción "libre, independiente, y que podía realizarse de manera continuada", explica Cristina Gómez.

Actualmente, se citan alrededor de 40 personas todos los martes en la Plaza del Pumarejo, un encuentro que es ininterrumpido y que se sigue llevando a cabo los meses de verano, aunque se pierda ligeramente el grueso de asistentes. Tal como apunta Gómez, con la llegada de septiembre, la cita en el Pumarejo recupera el volumen de bailarines habitual.

"La supervivencia del swing en el Pumarejo se basa en el respeto a la convivencia con el barrio", añade Gómez, e insiste en que cuando un vecino lo precisa bajan un poco el volumen, y a medianoche, "muy puntuales", apagan el altavoz.

Una pareja de bailarines bailan Swing en la Plaza del Pumarejo.

Una pareja de bailarines bailan Swing en la Plaza del Pumarejo. / Rocío Soler Coll

El Pumarejo es una plaza que se caracteriza por la gran vida que la rodea, un espacio en el que siempre pasan cosas, y un lugar lleno de actividades. En el norte del casco antiguo, colindando con el barrio de La Macarena, esta plaza es emblema de la ciudad y de la "resistencia" a un turismo masivo que pueda romper con la idiosincrasia del ambiente más tradicional de Sevilla.

Además, en esta plaza los bailarines tienen su propio bar de confianza, La Urbina, donde cada martes tienen una amplia mesa reservada para ellos y un altavoz completamente cargado. Este plan, por lo tanto, es también una manera de socializar. "Aquí la gente se conoce bailando swing. Quizás bailas con alguien por primera vez y no le conoces, pero al compartir un baile surge la conexión", detalla Gómez, quien lleva desde 2017 frecuentando los Martes en el Puma. "De hecho, por el tipo de género, los movimientos y las posiciones, es un baile donde los tímidos pueden sentirse cómodos".

Gómez lo describe como una cita a la que nadie quiere faltar, un momento clave de la semana e, incluso, necesario.

Una pareja de bailarinas durante un martes por la noche en la Plaza del Pumarejo.

Una pareja de bailarinas durante un martes por la noche en la Plaza del Pumarejo. / Rocío Soler Coll

El ambiente que se respira durante las tres horas de swing, un deporte muy aeróbico que hacer sudar a más de uno, es de "buen rollismo". No hay bailarín que no enseñe los dientes, y todos bailan con todos.

"En Sevilla hay mucho más que flamenco"

A partir de la Transición, el swing se desarrolló en la Alameda de Hércules, pero no fue hasta el año 1992, con la Exposición Universal, que la escena se amplió, y los mismos grupos que tocaban en Madrid o Barcelona en los años 90 y 2000, empezaron a frecuentar la capital andaluza.

Sin embargo, Sevilla ha experimentado como la escena del swing se ha reducido, puesto que el turismo se ha enfocado más en el flamenco, un estilo que es buque insignia de la ciudad.

No obstante, en la capital hispalense sigue habiendo "mucho más que flamenco", insiste Gómez. Actualmente, hay dos festivales que reúnen a centenares de personas cada año: en abril el Sevilla Festival Swing y en noviembre la séptima edición del Jam and Marmalade, de la Asociación Swing & South, que justo acaba de sacar las entradas a la venta.

Múltiples parejas de bailarines de Swing en la Plaza del Pumarejo.

Múltiples parejas de bailarines de Swing en la Plaza del Pumarejo. / Rocío Soler Coll

Durante los meses de verano, la plaza, lejos de quedarse vacía y de colgar el cartel de cerrado por vacaciones, sigue compartiendo la complicidad entre bailarines a ritmo de Glenn Miller y Benny Goodman.

No es importante el nivel, aunque en la plaza bailen muchos bailarines con un alto conocimiento sobre este tipo de baile, lo que realmente importa, tal como apuntan muchos bailarines en esta plaza, es "tener ganas de bailar".

Nazareth Castellanos lo explica en varias de sus entrevistas, la música mueve zonas emocionales de nuestro cerebro y el movimiento hace que entre el juego la coordinación, una acción que no es fácil para el cerebro. Por ello, uno de los principales beneficios de la danza, tal como apunta Castellanos, es que permite al ser humano estar en el "aquí y ahora", disfrutar del presente y solo del presente.