Gastronomía
La abacería emblemática de El Porvenir que envía latas de perdiz a Francia
Juan Manuel Pérez intenta mantener vivo su bar y el ultramarinos más antiguo de Sevilla
Bar Casa Palacios / Jorge Jiménez
En la esquina de la calle Progreso con la calle Porvenir hay un rincón que te transmite al pasado. Las barras de madera y todos los productos expuestos en alacenas en las que se percibe el paso de los años. Las fotos antiguas se intercalan con botellas de fino e incluso algún bote de gel hidroalcohólico y la nevera parece sacada de otra época, pero los tiradores funcionan a la perfección y la caja no deja de sonar.
Casa Palacios abrió en 1926 y desde entonces no ha cerrado. Hay desayunos, aperitivos y cenas y es, sin duda, uno de los locales más emblemáticos del barrio de El Porvenir. La idiosincrasia de Casa Palacios no reside solo en su antigüedad, también en su funcionamiento, puesto que, además de bar, también es una tienda donde se venden chacinas, conservas o dulces de Navidad llegado el momento.
Blas Palacios llegó a Sevilla en los años veinte del siglo pasado desde Taniñe, un pequeño pueblo de Soria, y fundó Casa Palacios junto al Parque de María Luisa, en un barrio que en los años siguientes vivió su máximo esplendor de la mano de la Exposición Iberoamericana del 29. Desde entonces su hijo y sus sobrinos han mantenido vivo el establecimiento sin apenas cambios físicos y han conseguido que sea reconocido en numerosas ocasiones como negocio "emblemático".
En su carta están los productos habituales de una abacería: el jamon el salchichon a tacos, los mejillones, las anchoas o los montaditos. Todo a precios que no superan los 4,50 euros.
"La tienda va a estar siempre"
Sin embargo, cuando Juan Manuel Pérez, su sobrino nieto, tomó las riendas del bar reconoce que no estaban en "una buena época". Cada vez hay más supermercados y pequeñas alacenas como la suya resultan muy difíciles de mantener. "Como yo no podía luchar contra las grandes superficies, lo que he hecho es especializarme en producto gourmet", explica. Así, tras los mostradores se pueden ver conservas de bonito marino, latitas de perdiz o de codorniz y todas las salas imaginables. "Podría tener más quesos, pero es que ya no tengo más sitio", bromea el dueño.
Juan Manuel lamenta que cada vez es más difícil mantener la tienda y que los negocios que un día fueron como el suyo han desaparecido porque "o se han quedado solo bar o han cerrado". Pero la suya, es el ultramarinos más antiguo de Sevilla. "Aquí la tienda va a estar abierta siempre, por lo menos mientras yo esté", apunta, aunque abre la puerta a ganarle un poco de terreno al mostrador para poder colocar alguna mesa.
Detalle de la alacena de Casa Palacios. / El Correo
Para reforzar la tienda, en internet se pueden encontrar cajas de regalo, embutidos, conservas o mermeladas y ha resultado ser todo un éxito. "Somos muy antiguos, pero nos vamos renovando un poquito", señala el dueño. Hace dos años abrieron su página web y desde el año pasado tienen la opción de compra, Juan Manuel explica que han enviado productos a toda España, pero también a Francia o Portugal.
La lucha por cumplir un siglo
Cuando todavía no han terminado de levantar las persianas, en la terraza ya hay gente sentada y en la barra los clientes empiezan a pedir cerveza. En el interior de su negocio a penas hay tres mesas altas. De hecho, Juan Manuel sostiene que él comenzó a trabajar en el negocio familiar hace 27 años y desde entonces ha intentado poner mesas en el exterior algo que, hasta después de la pandemia, ha sido imposible. "Nos dio la vida lo de la tarima fuera", defiende para insistir en que "esta ha sido una solución estupenda del gobierno anterior y este lo ha mantenido".
Por allí lo habitual es ver a vecinos del barrio de toda la vida que se encuentran sin pretenderlo y entablan charlas de una mesa a otra. Eso sí, cada vez hay más turistas que descubren este secreto de El Porvenir. Los pisos turísticos han llegado más allá del Parque de María Luisa y los extranjeros han empezado a tomar el barrio. De hecho, Juan Manuel apunta que, muchas veces, cuando llegan viajeros de más edad se quedan en su establecimiento antes de ir a los bares del centro que, en sus palabras, "hay mucha gente". Eso sí, avisa que la clientela de toda la vida sigue siendo fiel.
Ahora, Juan Manuel lucha por mantener el negocio y llegar al siglo de historia. "Tenemos mucha incertidumbre porque cada vez cuesta todo más caro, no hay ayudas y esto cuesta mucho trabajo y dinero mantenerlo", lamenta el hostelero. Seis familias viven del bar y temen que la llegada de otra piedra como la pandemia puede ser letal. "Te revienta", sostiene el dueño, que argumenta tuvieron "que pedir prestamos" y todavía están "liados". Pese a todo, en la esquina de Progreso con Porvenir "hay voluntad" porque este negocio centenario se mantenga en el futuro.
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