Bares

De lo clásico a lo nuevo: el bar de Sevilla donde los chicharrones llevan kimchi

Este pequeño local regentado por dos jóvenes hace bandera del 'costumbrismo atemporal' con una carta tradicional con un toque moderno y sofisticado

Tapa de tortilla poco cuajada del bar Moraleja, en Sevilla. / Sandra López

Rocío Soler Coll

Lo tradicional no quita lo valiente. Fernando y José Luis Morales son dos jóvenes hermanos, y ahora también socios, que han hecho de su pasión por la gastronomía y la hostelería un bar que ha robado el corazón de muchos vecinos de Sevilla.

Aquí los chicharrones llevan una salsa de kimchi, la clásica tapa de queso payoyo está acompañada de una salsa de membrillo y cava, la carrillada se sirve en forma de taco y el perrito caliente es de chistorra caramelizada en miel y flambeada en brandy.

Tapas del bar Moraleja, en Sevilla. / M. Márquez

Tradición sí, innovación, también. Este lugar es el Moraleja, un bar ubicado en la calle Zaragoza número 15 donde la barra roba el protagonismo de todo el interiorismo del lugar. Detrás de ella, está José Luis, quien se encarga de llenar los vasos de cerveza y servir las tapas que los clientes piden, mientras que Fernando se dedica a liderar la cocina.

La primera impresión de este lugar invita a la nostalgia y representa lo que para ellos define el concepto del bar, el costumbrismo atemporal, el eslogan que acompaña siempre a su nombre como marca.

¿Qué es el costumbrismo atemporal? Sus vídeos en las redes sociales lo explican: lo clásico adaptado a nuevos tiempos. La cerveza helada, una de las costumbres más típicas de la gastronomía sevillana acompañada de tapas con productos de proximidad y tradicionales que, lejos de lo común, tienen elaboraciones que van más allá y se mezclan con las técnicas más punteras.

Como es el caso del bao de chorizo picante estilo Moraleja con una salsa de roque secreta o los tacos ibéricos con una crema de aguacate.

Una carta única

Las propuestas limitadas son un fuerte de la carta del Moraleja, se trata de opciones fuera de carta, especialmente elaboradas y que se adaptan a cada temporada del año. Por ejemplo, durante la Cuaresma, época de torrijas por excelencia, este bar decidió hacer su propia versión: torrija de bacalao al whisky con un almíbar de miel natural y crema de cacahuete.

Los pestiños también tienen su propio sello: rellenos de foie con una crema de Blue Stilton y un caramelo de miel y PX reducido.

Perrito caliente con chistorra del bar Moraleja, en Sevilla. / Javier Vázquez

Lo mismo sucede con la icónica tapa de espinacas con garbanzos, estos hermanos tiene su singular receta: salmorejo de aguacate con lechuga de mar fresca y "aliñá a nuestra manera" con un crujiente de brioche y garbanzos crunch.

Las ediciones limitadas y los fuera de carta son un buque insignia de la casa, por lo que también elaboran recetas caseras que solo se sirven durante un día, hasta que el producto se agote. Un ejemplo fue la pizzeta de burrata andaluza, con base de torta de Inés Rosales, salmorejo, hierbabuena, chicharrones y alioli de orégano.

'Pinsho' de anchoas con leche condensada del Moraleja, en Sevilla. / Javier Vázquez

Sin embargo, la carta habitual, corta pero sofisticada se basa en platos como el hummus de cabrales, la sardina ahumada con ajoblanco, el salmorejo de melón con jamón o el pinsho de anchoa con leche condensada, aunque este último realmente sea un clásico del mítico Flor de Taranzo. Los precios de su carta van desde los 2,50€ hasta los 6€.

Un bar nostálgico pero juvenil

El respeto al pasado se percibe en la decoración del Moraleja, donde destaca un peluche de la mascota de la Expo del 92, Curro, un cirio del paso de Jesús Despojado y una multitud de azulejos incrustados en las paredes, propio del diseño sevillano de los hogares y las tabernas más clásicas.

Sin embargo, todo lo clásico del interiorismo de este sitio se topa de frente con la actitud desenfadada y cercana de los hermanos Morales, donde en sus vídeos de Instagram se muestran cercanos, naturales e incluso se atreven con alguna broma.

Lo mismo sucede con sus uniformes, que poco tienen que ver con los de los bares más clásicos de la ciudad. Ellos se visten con una camiseta negra que detrás luce una llamativa ilustración de la mascota Curro sujetando una cerveza.

A este bar del centro, ahora ubicado en una calle que lleva meses sufriendo las consecuencias de unas eternas obras, canallismo no le falta, pero creatividad y originalidad en sus platos, tampoco.

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Finalmente, el Moraleja está abierto de lunes a jueves de 13:00 a 17:00 y de 20:30 a medianoche y viernes y sábado, de 13:00 a medianoche. 

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