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Una guitarra flamenca, comida casera y copas a precio de barrio en el centro: "Es un local para el sevillano"

Regentado por tres jóvenes veinteañeros, este local tiene lo mejor de los dos mundos: una carta pensada para un menú de mediodía y una fiel clientela joven que llena la terraza todas las noches

Tapas de la carta de La Tarada.

Tapas de la carta de La Tarada. / La Tarada

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

Desde hace apenas unos meses, de martes a sábado hay un bar en Sevilla donde el buen ambiente está garantizado, las copas no se aprovechan de los bolsillos de los sevillanos con la excusa de estar en pleno casco antiguo y las tapas, sencillas y clásicas, no paran de salir.

Jóvenes tocando la guitarra y cantando en el interior del bar, grupos de amigos hablando en la terraza que da a la calle Polavieja con una Cruzcampo en mano y copas, muchas copas. Detrás de la fórmula del éxito de La Tarada están Jesús Ramírez, Antonio Castaño y Luis Alonso, tres sevillanos de 24, 25 y 29 años respectivamente.

Abrieron el 22 de febrero de este año y desde entonces, aunque todavía es pronto para hacer un balance, aseguran que el local les funciona "muy bien". Abre en el turno de mediodía y en el de noche. Dos mundos aparte. De martes a jueves abren de 12 a 16 y de 20 a 2 de la mañana y los viernes y sábados de 12 a 3 de la mañana ininterrumpidamente.

"Al mediodía viene gente un poco más mayor para probar el menú y por la noche la media de nuestro público tiene alrededor de 28 años", explica Ramírez, que además de ser copropietario es también estudiante de Ingeniería Agrónoma.

Platos locales y caseros

Comida mediterránea y de Sevilla. Así describe Ramírez la carta de su local, donde triunfan los chicharrones fritos por encima de cualquier otro plato. "Los hacemos nosotros y los servimos calientes, creo que somos de los pocos bares de Sevilla que pueden decir que son caseros", recalca el joven empresario.

Tapa de ensaladilla de La Tarada.

Tapa de ensaladilla de La Tarada. / La Tarada

Sin embargo, las croquetas de cola de toro, la ensaladilla y las papas aliñás son también clásicos que siempre salen. "A la gente también le encanta la carrillada, es casera y está buenísima", reconoce. En busca de un toque más sofisticado en su cocina, recientemente han añadido a la carta los huevos trufados, un plato que estaba fuera de carta y que por su buena acogida han decidido incluir.

Una guitarra flamenca

Esta "bodeguita con musho arte", como ellos la definen, guarda una peculiaridad que recuerda a las tabernas de antaño: tiene una guitarra. "La puede tocar quien quiera, siempre está en el bar", cuenta Ramírez e insiste en el público cofrade que se acerca al bar tras las reuniones de hermandades u otro tipo de actos.

Sin embargo, en este local de cuatro plantas, dos de ellas abiertas al público, la guitarra solo se puede disfrutar en el interior. "Tenemos una sala en la primera planta que solemos reservar para grupos privados", añade.

Una noche en La Tarada.

Una noche en La Tarada. / La Tarada

"El ambiente, que es muy sano, es una de las claves de nuestro negocio, tenemos clientes que vienen solos porque saben que aquí siempre se van a encontrar a alguien", asegura el copropietario, quien siempre se encuentra en el bar atendiendo a la gente, limpiando copas, hablando con clientes o gestionando el buen funcionamiento.

Es precisamente este último hecho algo que la gente suele destacar de La Tarada: los tres dueños siempre están en el terreno de juego. "Nos encanta atender a la gente, es para nosotros algo fundamental y un sello de identidad", recalca.

Montadito de La Tarada.

Montadito de La Tarada. / La Tarada

Un bar para el sevillano

Aunque también reciben a turistas, son claramente una minoría en este bar, a pesar de la ubicación tan céntrica. Uno de los principales objetivos de los dueños de La Tarada era "abrir un bar para el vecino de Sevilla", con una carta que le fuera familiar, platos caseros y el precio de las copas competente con el resto de barrios de Sevilla, lo que se traduce en "precios reales". Por ello, el gintonic, la copa más demandada, tiene un precio de 6,5€ y las copas premium llegan a los 8€.

"Somos el local top 3 de ventas de Croftwist", comenta orgulloso Ramírez sobre la marca andaluza de vino frisante que recuerda al sabor del rebujito. Entre su oferta de bebidas despunta la cerveza Cruzcampo, que convive con una propuesta de vinos de Jérez, tintos y blancos.

Este trío de jóvenes emprendedores tiene en mente abrir un segundo local en Sevilla bajo el nombre de La Tarada para seguir ampliando la oferta de bares pensados para el cliente local y así luchar contra el abuso de precios elevados de los bares y restaurantes turísticos cada vez más presentes en la ciudad.