Sorteos ONCE
La historia de Paco, repartir ilusión para espantar los recuerdos de una vida en la calle
Tras más de 40 años entre cartones, este vecino de la Macarena es uno de los vendedores más queridos de la ONCE, sorteo que este sábado 2 de noviembre celebra el 125 aniversario de El Correo de Andalucía con un cupón conmemorativo
Paco reparte ilusión todos los días. Tanta que a veces, a sus 62 años, no se acuerda que eso fue lo que le faltó durante los más de 40 años que durmió a la intemperie. La calle se convirtió en una casa aunque jamás la sintió como tal. Desde febrero de 2023 y con una ceguera progresiva, es uno de los 681 vendedores de la ONCE de Sevilla.
Al fin tiene un contrato, el primero en su hoja laboral. Y es desde su centro de trabajo donde recorre, en una charla con El Correo de Andalucía, las etapas de una vida dura que tienen ahora unas nuevas páginas. Cada día invoca la fortuna entre números y series.
Paco González vendiendo un cupón en su centro de la ONCE. / Rocío Soler Coll
"La gente se acerca al mostrador en busca de suerte y me miran como si yo fuera a dársela, eso me encanta", comenta Paco, que entre sus tropecientos números, cupones y rascas tiene en la vitrina el cupón conmemorativo del 125 aniversario de El Correo de Andalucía que se sortea este sábado 2 de noviembre. 5,5 millones de cupones repartidos por toda España celebran al periódico decano de la prensa sevillana.
El cupón de la ONCE del 124 aniversario de El Correo de Andalucía. / Rocío Soler Coll
A pesar de la mampara que separa a Paco de la gente, su sonrisa y su carácter hacen de él un vendedor muy querido en el barrio. Tan solo un rato junto a su puesto de trabajo da fe de sus palabras.
Todavía no se han cumplido dos años desde que está en su quiosco en la Avenida de los Capuchinos, enfrente del Hospital Victoria Eugenia Cruz Roja Sevilla, pero los vecinos lo sienten como uno más del barrio. Se acercan a él sin prisas o mejor dicho, con ganas de hablar, de desahogarse por un momento. El diálogo se repite una y otra vez cada día: "¿Tú quieres que yo te dé 7.500 euros, mi arma?". "Pues venga, a ver si tengo suerte Paco, que la necesito".
Un orfanato, abusos y una huida
Paco tenía unos 10 años cuando escapó del orfanato de Alcalá de Guadaíra en el que vivía con su hermano mayor, Juan, a quien no ha vuelto a ver desde ese entonces. "Los curas me pegaban y abusaban de mí", confiesa cabizbajo. No le gusta hablar de esa época de su vida. Si toca el tema, los nervios le delatan durante la conversación. Se tranquiliza ordenando y desordenando las ristras de cupones de cada sorteo.
Una vecina habla con Paco González mientras le compra un cupón. / Rocío Soler Coll
Dice que no recuerda mucho, ni muy bien, sus primeros años de vida. Quizás sea un elemento de autodefensa para dejar lejos de su memoria aquella noche huyendo del orfanato de la que le ha quedado una cicatriz en su pierna izquierda que certifica esa intensa travesía hasta llegar al centro de la ciudad.
En la Sevilla de los 70 pasó su infancia vagabundeando por la calle Feria. Unas veces, cuenta, trabajaba limpiando quioscos, otras ordenando cajas de fruta pero nunca delinquió. "Jamás robé para sobrevivir". E insiste: "Yo no tuve infancia". Lo único que sabe sobre su familia y orígenes es que nació en La Macarena. Y aunque no tenga ningún recuerdo de ese barrio, de esa intuición nace su fe en la Esperanza Macarena y el Sentencia.
Durante su infancia vagabundeando por la calle Feria trabajó limpiando quioscos y ordenando cajas de fruta
Sevilla en los 80 y la heroína
Durante sus primeros años en la calle buscándose la vida, "nunca nadie" le ofreció a ayuda, "como mucho una peseta o un bocadillo", dice. Su vida cambió para peor cuando se entró en el mundo de la droga. Eran los 80 en Sevilla. A los 17 años, empezó a aparcar coches. Y esto le mantuvo durante gran parte de su vida, unos 30 años, aunque a su vez, fue lo que le llevó a compañías de las que hoy, superada aquella etapa, prefiere ni hablar.
"La noche tiene mucho peligro y es muy larga". Las suyas eran entre cartones en cajeros -donde una vez le prendieron fuego-, en coches abandonados, en la muralla de La Macarena, debajo del Puente de Triana o en el Puente del Cachorro. Paco deseó muchas noches dormirse y nunca despertarse.
Paco González comprueba los cupones de un vecino. / Rocío Soler Coll
"Bebía mucho alcohol y era adicto a la heroína". También la mentira formó parte de su día a día. Mentía para sacarle más dinero a los vecinos de San Lorenzo, mentía para conseguir unas cuantas monedas más y mentía, a fin de cuentas, para seguir consumiendo. Lo recuerda con vergüenza y arrepentimiento, pero también con perspectiva: estaba enfermo.
"¿Y cómo te ha tratado la sociedad?" Paco tarda en dar una respuesta: "Muy mal. Siempre me han anulado pero yo, aunque nadie me lo ha enseñado, he visto que el respeto y la educación siempre tienen que ir por delante".
El respeto y la educación siempre tienen que ir por delante
"Ignorado" y "destrozado". Así le hacía sentir la gente. Pero lo peor, cuenta, eran las miradas, llenas de prejuicios. "Uno no sabe por qué una persona está en la calle, no todo son las drogas hay muchas situaciones".
"Les debo mi vida a los trabajadores del centro"
Pero todo eso quedó atrás. Paco volvió a nacer, así lo describe, en 2010. Una monja de las Hermanas de la Caridad lo recogió de la calle y lo llevó al centro de acogida Miguel de Mañara, en la calle Perafán de Rivera. Durante los primeros meses y con ayuda de psicólogas, educadores, trabajadores sociales y monitores consiguió desintoxicarse, construir su autoestima y formarse para buscar un trabajo. "Les debo mi vida a estos trabajadores, son mi familia, sin ellos estaría muerto", insiste.
Paco le explica a un joven cómo funcionan los rascas de la ONCE. / Rocío Soler Coll
Los primeros años fue cocinero y cuidador de personas mayores. Estar con las personas mayores le encantaba. Sentía que ayudaba como a él le habían ayudado. De aquella experiencia aprendió hasta a sondar, subraya orgulloso: "¡Y eso que no he estudiado!"
Desde entonces, Paco vive en ese centro de acogida aunque en algunas épocas ha podido mudarse a pisos tutelados. Ahora, lleva unos años en el centro porque "los precios de los alquileres son impagables".
Ese es, precisamente, el sueño de Paco: independizarse. Ganas, esfuerzo y compromiso no le faltan. "Estoy más motivado que mucha gente joven", enfatiza en la conversación con El Correo de Andalucía. "Este viernes, que es festivo, trabajaré y lo hago encantado", cuenta.
Mientras Paco ahorra para poder tener su propio techo sigue repartiendo un poco de esperanza con cada sorteo. Su historia forma parte del relato de compromiso y superación hay detrás de toda la gran familia de la ONCE. Hay 20.453 vendedores en toda España, 6.166 en Andalucía, 1.425 en Sevilla provincia 1.425 y 681 en Sevilla capital. Paco es uno de ellos, pero no uno más.
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